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Cultural

Ángeles Somos: el renacer de un patrimonio en Cartagena

El pasado 31 de marzo, esta celebración fue incluida en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. Hoy honramos ese reconocimiento.

Ángeles Somos: el renacer de un patrimonio en Cartagena

Celebración de Ángeles Somos. // Foto: archivo.

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Por: María Pía Mogollón

Siempre se ha indicado que es más fácil preservar y restaurar el patrimonio cultural material, ese que se puede ver y tocar, que la protección y salvaguardia del patrimonio inmaterial, que la mayoría de las veces ni se ve ni se toca, pero se siente, se comparte, se asume y se vive. (Le puede interesar: Memorias: la felicidad de despertarse a celebrar Ángeles Somos)

Lo anotado adquiere un significado especial dado que el pasado 31 de marzo el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural aprobó la inclusión de la manifestación cultural Ángeles Somos en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial del ámbito nacional y se elaboró su Plan Especial de Salvaguardia-PES, para la construcción de una agenda de trabajo para asegurar su protección y perpetuación. Comenzando así un nuevo camino lleno de muchas tareas y grandes retos para proteger a estos “ángeles” que casi se pierden para siempre.

Ángeles Somos es una tradición lúdica festiva y gastronómica que se celebra cada primero de noviembre, es una gran fiesta que integra niños, niñas y adolescentes con sus familias y vecinos. El barrio y sus calles, así como los patios son los lugares para la celebración y donde ocurre todo y “cada uno participa con lo que cada uno aporte desde lo que cada quien tiene”.

Es una celebración donde la tradición es fundamental en la construcción de valores, como la convivencia y la cooperación, necesarios para el desarrollo humano”.

María Pía Mogollón.

Las calles serán el escenario del recorrido que dura toda la mañana y cuyo objetivo es la consecución de la vitualla y demás ingredientes para el sancocho. Los patios con sus sombras y olores, a los que se suman los de los fogones y los sancochos, son espacios donde se preparan y consume el sancocho con los productos recibidos, con lo que se da por finalizada la celebración. (Le puede interesar: ¿Qué hay detrás de la celebración de Ángeles Somos?)

Durante la jornada –larga por cierto- cada uno interviene de acuerdo a su rol, se evidencia el trabajo en equipo y el encuentro intergeneracional, donde el protagonismo es de los más jóvenes y los mayores, que se cuelan en los preparativos de los días previos y a la hora de elaborar el sancocho y de manera permanente ejercen -a través de la tradición oral- el papel de transmisores de esa la riqueza cultural a las nuevas generaciones con la activación de la memoria.

Es una celebración donde la tradición es fundamental en la construcción de valores, como la convivencia y la cooperación, necesarios para el desarrollo humano. Donde la solidaridad, el trabajo en equipo, las relaciones intergeneracionales y la reactivación de la memoria son posibles e inclusive se fortalecen y se evidencian en aspectos como los preparativos; la definición del recorrido de calles; la escogencia de las casas donde se pedirá; la selección de estribillos para el agradecimiento o sanción, dependiendo si hubo o no el aporte de vitualla; la preparación del sancocho en el patio, donde aparecerán algunos adultos quienes lo elaboran y participan al final de lo que recogieron, con el que se remata la jornada.

Ángeles Somos es una tradición lúdica festiva y gastronómica que se celebra cada primero de noviembre, es una gran fiesta que integra niños, niñas y adolescentes con sus familias y vecinos.

Los participantes no requieren de disfraces ni máscaras, solo se necesitan ollas y palos y un fogón bien provisto para el sancocho que se prepara al final de la jornada. Es un juego o un ritual donde a través de los versos “informan quienes son (ángeles) y que quieren (limosna), apelando a la generosidad y la solidaridad del otro que es recompensado con versos como “esta casa es de arroz donde vive en Niño Dios” y en casas menos generosas donde no se abrían las puertas se entonaba “esta casa es de ají donde viven los cují”. (Le puede interesar: Ángeles Somos: los recuerdos gratos de la infancia)

Este reconocimiento activó mi memoria para recordar la emoción con la que se recibía el día de Ángeles Somos en mi vecindario. Los niños, niñas y jóvenes del barrio despertábamos muy temprano y salíamos a recorrer las calles, unas veces acompañados de hermanos o hermanas mayores o de adultos, otras veces solos, lo que era permitido.

Preparábamos más el “galillo” que la garganta para entornar los estribillos que se anunciaban: “Ángeles Somos, del cielo venimos, pidiendo limosna para nosotros mismos...”. La olla utilizada solo serviría para los siguientes años dadas sus innumerables abolladuras por tanto golpe. ¡Sería para siempre, la olla de Ángeles Somos! Y de esas había, al menos una en cada casa de cada vecindario de Cartagena, esperando volver a salir. Y el sancocho, y las intromisiones de última hora en las cocinas propias y de vecinos, en busca de algún ingrediente faltante, pero importante que no dieron, era el final feliz.

¿Que sigue para Ángeles Somos?

Se colige del PES que la ruta a seguir es un proceso de difusión amplia para su conocimiento, reconocimiento, valoración y arraigo donde tengan cabida la población urbana, rural e inmigrante, que permita el fortalecimiento de la memoria, la identidad colectiva y valores ya señalados y necesarios para la reconstrucción del tejido social.

Apoyándome en un estribillo de la celebración: “No te dilates, no te dilates, saca el bollo del escaparate”, les propongo a todos trabajar en la salvaguardia de Ángeles Somos. Esta será tal vez la mejor herencia que dejemos a las próximas generaciones de cartageneros.

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