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Cultural

Adolfo Pacheco, el gallero cantor por siempre

Él no desafiaba a nadie porque Pacheco siempre fue respetuoso. Lo hacía su gallero, que sin tapujo llegaba a la báscula y casaba sus gallos.

Adolfo Pacheco, el gallero cantor por siempre

Adolfo Pacheco Anillo demostró siempre su pasión por los gallos. //Julio Castaño- EU.

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Juraría que todavía lo estoy viendo orgulloso, con su poncho colgado en los hombros y su gallo pinto desafiando al que sea en el peso del coliseo Santamaría. Él no desafiaba a nadie porque Pacheco siempre fue respetuoso. Lo hacía su gallero, que sin tapujo llegaba a la báscula y casaba sus gallos. Lea: Las veces que Adolfo Pacheco escapó de la muerte

Y mientras observaba su gallo -sí, cada ejemplar era su hijo- su poesía se zambullía a nadar en busca de un verso elegante para transformarlo en vallenato.

Adolfo Pacheco Anillo, qué señor, por donde lo mire, partió al cielo. Dios necesitaba un juglar de talante, diferente a todos lo que yacen en su tarima celestial. Diferente a Octavio Daza, Alejo Durán, el Viejo Emiliano, Calixto Ochoa, Escalona, Leandro Díaz o Romualdo Brito.

El cielo necesitaba a una persona que tuviera este perfil: gallero de racamandaca, abogado, eximio compositor, poeta con una pluma exquisita, cantante, agricultor, ateo, pero al mismo tiempo político y, en especial, buena gente. Y Pacheco era el único que reunía esos requisitos en esta tierra.

Pero, Pacheco no quería irse al cielo. Y más ahora que, a sus 82 años (nació el 8 de agosto de 1940 en San Jacinto), esa pasión por los gallos finos se adentró por completo en su corazón.

Ahora tenía más ejemplares que antes. Y ese cantar del gallo lo transportaba a su niñez. Evocaba momentos sublimes de su viejo en su San Jacinto. Y con 82 años cumplidos, le quitaba la “mona” al gallero y él, con su paso ya cortico, se ponía a corretear (entrenar) temprano de la mañana los gallos.

“Este deporte lo llevo en la sangre, es herencia de mí papá. Cuando estoy en la cuerda o en la gallera me siento un pelao. Siento que la gente, los galleros y criadores me quieren y uno gana muchos amigos en los gallos”, decía.

Su esposa trató de arrancarle esa pasión por los gallos y Pacheco para amansarla le compuso la canción Me Rindo Majestad:

“Voy a dejar la vida de parrandero

Ya disfruté los años de juventud

Porque así recogido soy más sincero

Y más te quiero y me quieres tú

Y más te quiero y me quieres tú

Porque es triste ser viudo con mujer viva

Los hijos son de madre dice el refrán

Y en un ranchito solo no hay alegría

Y los amigos todos, se van, se van

Voy a ceder el trono de mi reinado

Vengo a decirte me rindo majestad

Usted será la reina, yo su vasallo

Le entrego toda mi libertad

Le entrego toda mi libertad

Como evocan los años de soltería

Tú que te enamoraste de este Don Juan

Hoy son defectos esas virtudes mías

Son ironías que el amor da

Son ironías que el amor da

No habrá venganza por lo que estaba haciendo

Somos el agua que busca su nivel.

Pero si abusas de mi desprendimiento

Automáticamente me vuelvo un rey

Pero si abusas de mi desprendimiento

Automáticamente me vuelvo un rey”, dice Pacheco en su canción grabada por Beto Zabaleta.

El accidente

Así fue como Pacheco fue obligado a partir al cielo, porque estaba como un toro o como un potranco sin amansar.

Un accidente de tránsito, el pasado jueves 19 de enero, en la carretera Oriental ahondó aun más las afectaciones de salud que hacía años venía padeciendo.

El vehículo en el que se movilizaba, de Calamar hacia Barranquilla, se le estalló una de las llantas delanteras y el conductor perdió el control.

Recibió muchos golpes en todo el cuerpo, luchó a brazo torcido para seguir en la brega y regresar a su cuerda para escoger dos o tres gallos y asistir al Mundial de Gallos Finos en Cartagena.

La noticia llegó la madrugada del sábado 28 de enero, desde la Clínica General del Norte de Barranquilla donde estaba recluido. Y se regó como verdolaga. Murió Adolfo Pacheco. Lea: Falleció el maestro Adolfo Pacheco tras grave accidente de tránsito

Esa nefasta noticia estremeció los cimientos de la gallística. Sí, porque Pacheco fue primero gallero que músico.

Pero, a decir verdad, a nivel nacional e internacional, la música, sus composiciones, lo catapultaron a la fama.

Sus canciones ese sábado invadieron la radio en Colombia. En medio de la tristeza de su familia amigos y seguidores. El Mochuelo y El Cordobés dejaron de cantar para celebrar su llegada al cielo.

Ahora sí Pacheco va a llevar vida tranquila, como diría él mismo en la célebre canción El Viejo Miguel: “A mí pueblo no lo llego a cambiar ni por imperio, yo vivo mejor llevando siempre vida tranquila. Parece que Dios con el dedo oculto de su misterio señalando viene por el camino de la partida”.

Más de 250 canciones

La pluma sutil y elegante de Pacheco recogía a placer todo el encanto de sus vivencias y por eso plasmó primero en los LP y luego en los CD y memorias más de 250 canciones. Siempre se inspiró en la naturaleza, lo cotidiano, el amor, la mujer, la felicidad, la tristeza, anécdotas, cuentos de su vida en San Jacinto y los Montes de María.

El último juglar del folclor vallenato, el más puro y el único exponente del vallenato sabanero, será recordado como el más elocuente y versátil del folclor colombiano. Su poesía vallenata no tiene nada que envidiarle a los grandes del género.

Pacheco es autor de grandes éxitos vallenatos como El Mochuelo, El viejo Miguel, Mercedes, El Tropezón, La Hamaca Grande, Gallo Bueno, El Cordobés, Me Rindo Majestad, entre muchos otros éxitos interpretados por cantantes de la talla de Poncho Zuleta, Diomedes Díaz, Beto Zabaleta, Juan Piña, Carlos Vives y Nelson Henríquez.

Su musa también voló a ritmos como cumbia, chandé, tropical y boleros. Su obra musical es prolífera, un legado que perdurará a través de la historia.

Admirado y querido

En la gallera todos querían entablar una conversación con Pacheco. Su verso era exquisito, prolífero. Él debatía cualquier tema con altura y a todo le sacaba un cuento. Por eso era admirado y querido en la gallística colombiana.

Sabía tanto de gallo que el tema El Cordobés plasma su sapiencia en este deporte y es la canción de todos los galleros de la Costa Caribe.

“Anda pinto blanco, hazle honores a tu raza

Y que te acompañe el Nazareno de la Cruz.

Pelea como sabés tú...¡Haz de tu pata una metralla!

Para que sepan en la valla cómo pelean los del Sinú”.

Dice una de las estrofas de esta obra musical que jamás morirá.

Pacheco dejó una onda herida en el alma de los galleros, de los criadores, que siempre fueron sus amigos. Sí, porque el gallero es amigo y es honesto.

Su vida musical, su gallardía dentro y fuera de la gallera, su honestidad y sapiencia, servirá de ejemplo para las nuevas generaciones.

En el cielo ya hay fiesta por su llegada y él con guitarra y su canto deberá hacer dos paradas, la primera para saludar a sus llaves del folclor y la literatura como García Márquez, Andrés Landero, Alejo Durán, Juancho Polo, Toño Fernández, Calixto Ochoa, Escalona, Emiliano y Leandro; y en la otra estrechar la mano de sus amigos de la gallística como Marcos Mercado, Alfonso Montes, Augusto Puente, Nicolás Badrán, Juan José García, Alfredo Sade y su llave de cuentos y anécdotas, el periodista Julio Pinedo Brugués.

Adolfo Pacheco dejó su nombre grabado en un sitial muy alto, en el que solo los grandes pueden llegar...

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