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Cultural

La Palenquera, una de las esculturas que se vuelven invisibles

La escultura La Palenquera, de Hernando Pereira, retornará al lugar de origen en el paseo de la entrada a Bocagrande, en Cartagena.

La Palenquera, una de las esculturas que se vuelven invisibles

El monumento de La Palenquera es una escultura de Hernando Pereira ubicada en la avenida del pescador. // Foto: Óscar Díaz

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En los últimos días se cumplió un plantón exigiendo que la escultura de La Palenquera, de artista Hernando Pereira, que estaba en el paseo peatonal de entrada a Bocagrande, volviera a su sitio y se incorporara al espacio público. Lea aquí: Plantón en Bocagrande: Palenqueras quieren su monumento de vuelta

La protesta legítima tiene antecedentes, porque en Cartagena han ocurrido episodios depredadores y dañinos del patrimonio público, y es que ciertas obras de arte público, sin que se consulte a nadie, desaparecen por obra y gracia del desprecio o el despojo.

Ocurrió con una escultura del desnudo de una mujer africana donada por el embajador Juan Zapata Olivella, que alguien debió robar mientras la ciudad dormía, y amanecimos con la orfandad de la bella escultura en la desnudez de un claro de sol que nos hirió el alma.

Así han desaparecido desde una escultura, el Reloj Solar al que le robaron los minuteros, los segunderos y toda la estructura hasta hacer invisible el reloj y las bancas que estaban acompañando la obra.

También hurtaron la espada de Blas de Lezo, que luego regresó a casa. Y la pluma de Cervantes muy cerca de la Plaza de la Paz.

Los cabellos afros de una escultura de acero de Edgardo Carmona fueron arrancados sin piedad y la escultura del hombre que orina simultáneamente con un perro en un poste del alumbrado, le robaron el acero que simulaba las gotas de orín en el aire público. Recuerde aquí: Las esculturas de Carmona en París

Se robaron hace años el rostro manchado de luna en un óvalo de mármol de Juan José Nieto en el cementerio de Manga, y se robaron el mármol con los nombres de las mujeres que desafiaron el Sitio de Pablo Morillo, en el Camellón de los Mártires.

También hurtaron la espada de Blas de Lezo, que luego regresó a casa. Y la pluma de Cervantes muy cerca de la Plaza de la Paz.

Mientras ocurren estas agresiones al patrimonio cultural cartagenero, suceden otros esperpentos caprichosos y privados, como erigir esculturas a personajes que no tienen ninguna relación con la historia y la cultura de Cartagena.

Benkos Biohó se merece una mejor escultura y Pedro Romero también; pero si nos referimos al patrimonio cultural, habría que hacerle esculturas a Lucho Pérez Argaín, el célebre autor de ‘El Getsemanicense’, un bello y conmovedor himno barrial de Cartagena. También a los hermanos Juan, Delia y Manuel Zapata Olivella. Al gran músico y pianista Joe Madrid, que cayó en el olvido. A Daniel Lemaitre Tono. A Sofronín Martínez. A Antonio Fuentes. A Pedro Laza. A Estefanía Caicedo. A tantos gestores y creadores, filántropos y mecenas de la cultura.

El plantón de las palenqueras con la participación del artista Hernando Pereira y el gestor Eugenio Lora, prueban que en Cartagena no hay respeto por las obras de arte público.

Si la ciudadanía no protesta, la escultura de La Palenquera hubiera podido correr la misma suerte de la escultura donada por el embajador Zapata Olivella. Se la lleva un sigiloso y poderoso ratero a su finca o casa de campo, con la despiadada y tiránica misión de usurpar lo público para beneficio privado.

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