El artista Limberto Tarriba expone su serie ‘Ritos del corazón y la memoria’ (2022), luego de dieciocho años de no exponer en Cartagena de Indias. Eso no quiere decir que en ese tiempo no haya sido tan fecundo como en verdad lo ha sido en su vastísima y matizada producción creativa. Lea aquí: Limberto Tarriba, poemas de un pintor
Esta exposición, bajo la curaduría de Eduardo Hernández y la organización de la Institución Universitaria Bellas Artes y Ciencias de Bolívar, en donde el artista ejerció la docencia durante más de 30 años, abarca su quehacer creativo desde el 2002 hasta 2022.
La exposición integra obras de singular belleza que enriquecen el universo vivencial y mágico del artista nacido en Santa Cruz de Mompox. Hay en su conjunto imágenes tutelares que lo conectan con su infancia al pie del río Magdalena, e imágenes que se mezclan con su vivencia en Cartagena de Indias, su relación con las manifestaciones dancísticas y musicales del Caribe colombiano, los carnavales de las aldeas fluviales que desembocaron en el puerto de Cartagena y luego al puerto de Barranquilla, en donde se quedaron para siempre a vivir bajo el regazo patrimonial del Carnaval de Barranquilla.
Pero más allá de lo ancestral que lo ata a su pasión por las raíces culturales híbridas de las matrices indígenas, africanas y europeas, hay en la mirada de Tarriba algo más que la contemplación de un paisaje y una historia personal y colectiva.
Hay en esencia un desciframiento artístico del entorno con sus herencias y mestizajes, y una indagación incesante de la relación del hombre con la naturaleza, y el ser con el resto de las criaturas.
En esta relación, el artista descubre que el corazón de la tierra señala destinos y encantamientos que van de lo mítico a lo místico, y donde lo sagrado se humaniza, lo cotidiano llega a límites sobrenaturales, y lo surreal es quizá una manera legítima de probar que la magia es tangible y que lo que parece imposible solo por soñarlo, imaginarlo y pintarlo se vuelve verdadero en los lienzos de Tarriba. En ese reino que fluye en el río con sus tarullas como lotos púrpuras, viajan otros reinos terrenales y celestes.
En sus pinturas llueven peces, los barcos de papel navegan con su inmensa tripulación de marineros y sirenas, los peces se salen de los mares para navegar por los cielos, los niños cabalgan en caballitos de mar, los caballos entran a los templos para santificarse al igual que las mujeres desnudas que llegan al altar para santiguar la otra desnudez del alma, los tamboreros tocan un tambor al que le han salido raíces cerca al mar, los gatos ven elevarse al mediodía las bolitas de cristal con las que juegan al quiñe los niños de la aldea, y los mismos gatos ven volar al muchacho que pedalea la bicicleta en la albarrada, los gallos se embrujan con la misma luz de las bolitas de cristal, la violinista hipnotiza al caballo con su música, los frascos que contienen los corchos del vino y las bolitas de cristal de la infancia, desafían la realidad de los empaques y los planos de la realidad soñada, contemplada e imaginada.
En estas pinturas lo onírico está ocurriendo en las mismas praderas del sueño y en las mismas praderas de la realidad, y los hilos que atan los empaques entran y salen de la realidad pintada y en los hilos de la realidad que transcurre simultáneamente. El artista entra y sale al río de su magia, y entra y sale al otro río de los ritos de su corazón y su memoria.
La obra del artista Limberto Tarriba (Santa Cruz de Mompox, 1954) se ha exhibido en más de medio centenar de exposiciones colectivas a nivel nacional e internacional, y en cerca de una veintena de exposiciones individuales. Ha expuesto en Colombia, Estados Unidos y Cuba.
Su obra está en colecciones privadas en Estados Unidos, Alemania, Suiza, Canadá, Brasil, Argentina, Venezuela y Colombia. Docente jubilado en la Institución Universitaria Bellas Artes y Ciencias de Bolívar. El 24 de noviembre habrá conversatorios sobre su obra.