Son las 6 de la mañana y Arturo Castellanos Díaz, de 68 años, se sienta en su mesa para dibujar sus historietas de humor. Un lápiz y papel son suficientes para recrear aquellas imágenes, algunas a blanco y negro y otras a color, que no hacen más que divertir a la gente que lee sus ocurrencias.
Eso es lo que hace el talento de este escritor ilustrativo: despertar interés en el público que aprende y se entretiene con sus imágenes. (Le puede interesar: Manga Art: el hotel de las historietas).
A pesar de todo, Arturo reconoce que dedicarse de lleno a hacer historietas es algo muy difícil en una ciudad como Cartagena donde, según explicó “la gente no se interesa por leer ni invertir en este tipo de obras, pero es mi mejor pasatiempo y siempre hay uno que otro que las compra en las librerías”.
Es por eso que a lo largo de su vida, este señor se ha dedicado al arte de la serigrafía, que es una técnica de impresión utilizada especialmente para estampados. Con ello se gana la vida.

Varias historietas de Arcasdi, que es su nombre artístico, se inspiran en: la historia de Cartagena, cuando la ciudad fue fundada, Otros temas como la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, la historia de Benkos Biohó, fundador de Palenque; de la invasión de Cartagena por parte de Edwar Vernon, quien intentó tomársela hasta que Blas de Lezo lo impidió. Y ahora este dibujante se dedica a su reciente trabajo de historieta sobre las huertas militares de Colombia.
Arcadis tiene una historieta muy particular desde hace varios años ya y que él mismo bautizó Pocholo, la cual tiene un alto contenido para adultos.
“Esta historieta es muy divertida, pero posee un alto contendido sexual. Está dirigida a un público en específico y me sorprende que esos temas sí se vendan como pan caliente en la ciudad. Cuando me demoro en sacar las réplicas hasta me piden más”, dijo el dibujante.

Viajó para aprender
En 1969, este habitante de Daniel Lemaitre tuvo la gran idea de venirse de su natal Arboletes (Antioquia) a Cartagena, para pertenecer a esta cuna del béisbol y el boxeo, pero cuando llegó supo de inmediato que no “encajó” en ese mundo.
“No conocía a nadie aquí. Estaba solo. Poco a poco me fui abriendo para conseguir trabajo y casi que enseguida empecé a vender panes en el mercado, que en ese momento quedaba frente al Centro de Convenciones”, dijo el artista.
Fue ese mismo año cuando Castellanos decidió aferrarse el don con el nació: el dibujo. Hizo un curso por correspondencia, que es un sistema antiguo de clases a distancia donde le enviaban las lecciones y así, reconoce, aprendió muchas técnicas.
Pero sus viajes continuaron. En 1978 Arturo viajó a Venezuela para aprender la técnica de dibujo y se convirtió en un profesional de historietas.

“Ahí comencé a dibujar con todas las de la ley. Yo mismo, con mi esfuerzo, hice libros de historietas. Los turistas los compraban mucho porque ellos siempre están capacitándose e interesados en nuestra historia”, dijo Arturo.
También agregó que en total tiene cinco libros editados y registrados en la Cámara de Comercio, pero le pide a Dios que “antes de morir termine de editar los muchos otros que hacen falta”.
La mente de Arturo no se detiene. Siempre está innovando para llegarles a los lectores de la mejor manera. Y aunque intentó hacer una historieta bíblica, hoy sus fuertes son los acontecimientos ocurridos en Colombia.
“La historieta está desapareciendo. Ojalá mis obras lleguen a los colegios para que los niños aprendan sobre su país”.
