El 25 de enero de 1912, los Montes de María vieron nacer a uno de sus prodigios y más ilustres personajes, que marcaría a una generación musical en Colombia. Es un referente de la música popular colombiana que, con sus célebres obras, hizo que los ritmos del Caribe colombiano se conocieran dentro y fuera del país. Inmortalizando canciones como ‘Carmen de Bolívar’, que se ha inmortalizado en el inconsciente colectivo como “tierra de placeres, de luz y alegría”.
Como lo reseña el Ministerio de Cultura, “el reconocido músico, director de banda, compositor y arreglista, convirtió a su pueblo natal en canción, tal y como García Márquez transformó el suyo en obra literaria. Ambos hicieron de sus pueblos, con la transmutación del arte, símbolos de un país y de su gente”.
El maestro Lucho Bermúdez era un músico descomunal. Desde muy joven, antes de convertirse en el gran difusor de la música de su región, a Lucho le gustaba la música andina. Esto lo llevó en su carrera a componer pasillos y otros ritmos colombianos, además de los porros, gaitas y cumbias que lo hicieron famoso. También se sirvió de ritmos extranjeros como el bolero, e incluso inventó ritmos propios como la patacumbia —fusión del ritmo africano pata-pata y la cumbia— y el tumbasón, un ritmo derivado de la música antillana, que lanzó en 1960.
En Bogotá, antes de la llegada de Lucho Bermúdez, y en cuanto a música colombiana se refiere, eran los ritmos andinos los que gozaban de prestigio. La música de la Costa era, en el mejor de los casos, algo exótico y en el peor, percibida como de mal gusto. Sin embargo, el maestro llegó a ser un gran impulsor de los ritmos de su tierra en versión orquestal, llevándolos a los salones de baile del país y el extranjero.
Hoy, su cumbia ‘Colombia, tierra querida’ es cantada con orgullo a lo largo y ancho del territorio nacional, lo cual demuestra el cambio en gustos musicales que se ha ejercido desde entonces.