
Fue Cecilia Porras una de las primeras mujeres en Cartagena en tener estudio de pintora en su casa natal, en el barrio Manga. Pintaba contra la luz de penumbra en un patio sombreado de plátanos. Alguna vez fui a visitar su casa después de su muerte repentina, que ocurrió a sus 51 años, cuando ya era una artista reconocida en todo el país, como una de las singulares y excéntricas cómplices y renovadoras del arte moderno colombiano.
Fui a a recorrer aquel patio que parecía salir de sus sueños al llegar a Cartagena, en cuyos muros ella pintó un mural de un castillo que era como un buque sumergido entre la cal de los días y el azul de sus óleos. Cecilia hacía todo con las manos de su imaginación: pintaba, diseñaba su propia ropa, cortaba su cabello negrísimo de niña perdida de un bosque improbable con las mismas tijeras con las que podaba el jardín, se disfrazaba de pantera, bruja o heroína de la Independencia, ilustraba la revista hispánica de su padre, el historiador Gabriel Porras, e ilustraba los primeros libros de sus amigos de bohemia entre dos cuevas cartageneras y barranquilleras: Álvaro Cepeda Samudio y Gabriel José de la Concordia García Márquez, actuaba en la primera película surrealista del Caribe, se ganaba los premios en los salones regionales y nacionales de arte, dictaba clases en Bellas Artes de Cartagena, pintaba en los lugares impredecibles y a cualquier hora, se enfrentó al monseñor Adán Brioschi, porque se le ocurrió visitar un barco de la Armada, fue cuestionada por su manera de vivir y pensar, se disfrazó tantas veces hasta burlarse del presidente de Colombia en una ceremonia del Banquete del Millón, disfrazada de condesa italiana y fue recibida con honores militares y religiosos solo por parecer condesa italiana.
Se burló de todos y de sí misma, pintándose en un lienzo gigantesco encargado por su padre al Museo Histórico de Cartagena, en el que aparece entre los mártires, ella con el rostro vendado y la frente altiva y aguerrida ante el pelotón de fusilamiento. Cecilia fue una visionaria.
Fue la pionera del performance en una época en que aún el cuerpo, tan vulnerado y tan desacreditado por los inquisidores, no era soñado para ser soporte de ideas artísticas; ella se atrevió a utilizar su cuerpo para expresar emociones, sentimientos, ideas, pensamientos. Cecilia pintaba en todos los soportes inimaginables y si se tropezaba con una puerta huérfana de sueños ella era capaz de habitar con nuevas utopías.
A las 5 de esta tarde, por Facebook Live, Conversatorio sobre Cecilia Porras con la pintora e investigadora Sandra de la Cruz, egresada de Unibac, con una tesis laureada sobre la artista cartagenera, quien compartirá sus visiones sobre la obra de Cecilia, en diálogo con Nirka Rignack. Este evento es organizado por el Museo de Arte Moderno de Cartagena, con el apoyo del Ministerio de Cultura, y la integración de Cartagena Insomne, Galería del Pueblo y Comfenalco.