Tenía un humor mordaz cuando se refería al mundo de la política, una agudeza para opinar, una sorprendente memoria histórica y una curiosidad voraz por la literatura.
Carlos Villalba Bustillo (Cartagena, 1939 a 2018), deja al partir a sus 79 años, una obra como ensayista, historiador, columnista de opinión sobre la actualidad política del país y el mundo, y una novela sobre Rafael Núñez. El poder en sus diversas manifestaciones fue uno de sus grandes obsesiones como investigador de los personajes políticos, pero también de las novelas latinoamericanas que abordaron al dictador.
En los últimos años, Villalba se había consagrado en releer novelas como Tirano Banderas, de Ramón del Valle Inclán; Santa Evita y Perón, de Tomás Eloy Martínez; El señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias; La tejedora de coronas, de Germán Espinosa; El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez; la novela de Juan Pablo Llinás sobre Núñez y la biografía La azarosa vida de Rafael Núñez, de Ramón Correa. Y por supuesto, los textos históricos de Eduardo Lemaitre y Indalecio Liévano Aguirre.
Villalba Bustillo era abogado de la Universidad de Cartagena con un posgrado en Teoría del Desarrollo en la Universidad de Kansas. Era un doble conocedor del panorama político y las realidades culturales de la región y el país. Era uno de los más profundos especialistas de la obra política e ideológica de Rafael Núñez. Fue profesor de la Facultad de Derecho y Rector de la Universidad de Cartagena, Magistrado y Presidente del Consejo Superior de la Judicatura. Ha sido columnista de El Espectador, El Tiempo y El Universal de Cartagena. Miembro de la Academia de Historia de Cartagena. Miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. Autor de los libros “Entre Núñez y Uribe”, “La revolución inconclusa”, “Los mecenas del desastre”, “Los liberales al poder” y “Escrutinio ideológico del Liberalismo”. Exmagistrado del Tribunal Nacional de la Judicatura, y expresidente de la misma corporación. escribió su segunda novela breve “Plata o muerte”.
Villalba no tenía pelos en la lengua para cuestionar el manejo de lo público, analizar el comportamiento de los políticos y estudiar las decisiones del Gobierno regional y nacional.
una de sus últimas columnas, su “Malecón”, del 18 de noviembre, trató sobre la corrupción que ha minado al país. Este era también una de sus preocupaciones como analista político. Con su tono enfático inició su columna señalando que la Nación había iniciado su descenso al despeñadero de la corrupción, con los actuales episodios ocurridos en el país:
“Colombia inició su descenso por el despeñadero de la corrupción, se expidieron leyes y se actualizaron códigos para salirle al paso a la venalidad oficial que cundía por donde metiéramos el ojo y las narices. Prohibiciones nuevas, inhabilidades e incompatibilidades salieron a relucir y creímos que aquellas novedades nos salvarían de la debacle que se avecinaba, como si el ingenio de los malandrines de cualquier color de cuello tuviera límites en la letra muerta de las normas inútiles.
“(...) Algún día tenía que explotar la bombita de tiempo, y fue en desarrollo de la investigación contra Odebrecht por el contrato Ruta del Sol II, sobre muchos de cuyos giros irregulares, según el ingeniero Pizano, la Fiscalía no ha dicho ni hecho nada. Tuvo el cuidado de pertrecharse (su arsenal era de 22 carpetas), pues en treinta años de amistad pudo conocer los acostumbrados malabares de Néstor Humberto, quien, a juicio de Pizano, lo tenía en el punto de mira porque no había podido imputarlo por el contrato Tunjuelo-Canoas.
Cuando se hace vida pública a ritmo de trapecio, o de equilibrista de cuerda, el menor descuido puede ser fatal”.
En su tesis laureada sobre Núñez y Rafael Uribe Uribe trazó un paralelo conceptual entre los dos estadistas, sus maneras de asumir el liberalismo como ideología, y su forma de pensar la región y el país. El liberalismo de Uribe Uribe, según Villalba, se inclinaba más hacia la izquierda. La evolución del liberalismo con todas sus contradicciones y conflictos internos y su desarrollo a lo largo del siglo XX, fue ampliado en sus libros posteriores.
La historia de Cartagena fue otra de sus obsesiones, pero especialmente la vida de Rafael Núñez que descifró como ensayista e historiador. Al publicar su primera novela “Wenzel”, sobre la vida del presidente cartagenero Rafael Wenceslao Núñez Moledo, quiso completar su experiencia en el ámbito de la ficción. El libro fue publicado en la serie editorial de la Universidad de Cartagena.
En esas 337 páginas retorna al ambiente social y cultural de la Cartagena del siglo XIX, y a las noches terribles e intrigantes del clima político de Cartagena y el país en 1885, previo a la escritura de la Constitución de 1886, forjada por Núñez mirando el mar desde su refugio de El Cabrero. El deseo de Villalba fue revelarnos al ser humano cotidiano y de carne y hueso que era el presidente, estadista, pensador, escritor y político Rafael Núñez (Cartagena 1825-1994).
Activo, dinámico, conversador, solía emprender largas caminatas que desafiaron el paso del tiempo. Supo burlarse de la vejez, con alma despierta y vigilante y el gran sentido del humor. Y entrar con sabiduría en lo inexorable.
