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Cultural

Lidia Corcione, "Al filo del espejo"

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Hace ocho años, la profesora de literatura y filosofía Lidia Corcione Crescini, sorprendió a sus amigos con un libro de poemas que venía escribiendo desde hacía años: Memoria de mis manos (2010).

En ese libro  signado por la inocencia, conocimos el pulso de una vocación que navegó entre dos aguas: la palabra y las imágenes.  Y en su búsqueda abrió sus ramajes a la narrativa de ficción, el cuento breve, la novela, y la fotografía. Todo lo que ella emprende, tiene el sello de una pasión desaforada por la creación artística.

Ahora nos revela una nueva sorpresa, su novela Al filo del espejo, publicado por Sial Pigmalión, en España.

La escritura de Lidia se desborda en un río transparente, de interpretación del sufrimiento humano y de las emociones herméticas y complejas de los seres humanos. Su novela es el retrato de instantes dramáticos y traumáticos en la vida de una de sus estudiantes, bajo el cerco implacable del bullying.

Lo que más se parece a su escritura, es ella misma, quien despierta al amanecer para atrapar colores  con su cámara, cerca a la ventana que da al mar, y escuchar como una niña insomne las historias de la vida cotidiana, y sumergirse en la memoria vivida de Lidia Crescini, su madre, que narra los sobresaltos al otro lado del mar.

Lidia Corcione es graduada en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Cartagena. Preside el PEN Escritores en la región Caribe, y es una de las más fervientes dinamizadoras del movimiento literario en Cartagena.  

¿Cómo surgió su historia y cómo fue el proceso de escribirla? 

- “Al filo del espejo” es una historia que nos toca a todos, y la que muchos hemos sentido en carne propia, porque trata del matoneo o bullying que se ha disparado fuertemente en los últimos tiempos. Hace muchos años una de mis alumnas fue víctima de estos ataques verbales, empezó con anorexia, luego bulimia y un deterioro en la salud que le pudo costar la vida. Lo descubrí tarde lastimosamente, y le prometí que iba a escribir su historia en una novela. El proceso duró muchos años, ella me regaló todos sus diarios que eran cuadernos de estudiante donde descargaba todo su dolor con escritos, poemas, canciones y frases propias que le ayudaban a soportar su lucha. No es un tema de superación personal, es una historia que encierra todas las historias de una niña, adolescente, mujer, golpeada por este flagelo, que conversaba frente a un espejo.

¿Qué escritores o escritoras cree que le han influido?

-De admirar tengo una lista importante en ambos sexos y, entre los clásicos, indudablemente a todos los escritores nos marcan, pero los que más sigo manoseando indefinidamente son Kafka, Borges, Sábato, Cortázar, Eco, Oriana Falacci, Piedad Bonnett, Wilde, Neruda, Mistral, Víctor Hugo y Mario Benedetti entre otros y el estudio de la filosofía como instrumento de la búsqueda permanente, genera en mí emociones y aportes para escrudiñar más en mi interior. 

¿En qué momento del día o la noche prefiere escribir?-Desde las seis de la mañana hasta las cuatro de la tarde, existe el lugar para nutrirme de las experiencias que vivo en mi calidad de docente en el Colegio Británico de Cartagena desde hace 13 años. Los niños y jóvenes son también fuente de inspiración y energía para mí, por eso en las noches plasmo todas las ideas que se disparan para irlas desarrollando en su momento y cuando surge la necesidad que está inmersa siempre y en que la mente quiere abrir las puertas buscando el papel en blanco puede ser en la madrugada, en la noche, al medio día. Permanentemente produzco, columnas de opinión, ensayos, preparación de clases, poemas, capítulos de mi próxima novela. Leer y escribir es un placer.

 

Epílogo

Lidia guarda las palabras que le suenan poéticas o le insinúan un mundo secreto.

Palabras sencillas como la arcilla moldeada por la lluvia.

Guarda imágenes de las criaturas del cielo y la tierra que se miran en el espejo de las aguas.

Colecciona atardeceres y amaneceres. Cada uno, único e irrepetible.

Y cuando se sienta a escribir, las palabras han estado buscándolas clandestinamente, en el intersticio entre la yema de los dedos y la pantalla de su computador.

Palabras de un alfabeto que no está tallado con palabras, sino con emociones, silencios desaforados como sinfonías debajo de la hierba y el cemento de la ciudad amurallada.

Así es ella.

 

 

La escritora cartagenera Lidia Corcione Crescini, con su nueva obra. cortesía
La escritora cartagenera Lidia Corcione Crescini, con su nueva obra. cortesía
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