Lo que pinta María Isabel Rueda (Bogotá, 1955), es otra manera de contar la realidad que descifra en sus columnas de opinión.
Pero esta vez lo hace pintando. Y es que a través de los colores se puede decir todo lo que se siente y todo lo que se piensa. Los colores no son neutrales ni pasivos.
María Isabel colecciona fotografías de todo el drama humanitario de desplazados por agua y tierra, en América Latina, especialmente de Venezuela a Colombia, y se le encoge el corazón cuando ve imágenes de africanos que cruzan fronteras hacia Europa, o gente que sale de Medio Oriente buscando un lugar donde posar el pie, después de la guerra, y todos, blancos, negros, mestizos, se parecen, al margen de sus distancias culturales y sus creencias políticas y religiosas y sus fronteras idiomáticas, a todos los une, el tormento del desarraigo y la luz declinante de los desprecios sociales y humanos.
Las fotografías guardadas han sido interpeladas, recreadas y reinventadas por los pinceles de esta periodista que desde hace años sentía el impulso de contar con colores la realidad del continente, y lo ha hecho, luego se estudiar durante años en el taller de la artista Cecilia Delgado, que le ha compartido lo que sabe del arte de narrar con imágenes, mientras María Isabel le compartió el arte de narrar con palabras.
Las dos, juntando colores y palabras, vivieron una experiencia única, cuyo resultado es esta espléndida serie que María Isabel ha forjado con su disciplina y voluntad, delineando los mares turbulentos y las almas sacudidas por el desamparo.
Sus hados iluminadores de esta hazaña han sido pintores tan diversos como William Turner, el de los crepúsculos que sangran con el oro en el agua de las cinco de la tarde, o el chino Ai Wei Wei, pero ella logra devolvernos los rostros intensos del drama y la luz implacable del mar de leva.
Todo como una historia que ella ha culminado con azules embravecidos y desgarrados y rojos y amarillos que cuentan la historia de las desolaciones humanas. María Isabel ha ganado muchos premios de periodismo Simón Bolívar como mejor columnista de opinión. Y ahora empieza a ganar con la agudeza y sensibilidad de sus colores. Y lo ha hace frente al mar de Cartagena. En el Museo de Arte Moderno de Cartagena.


