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Cultural

Lágrimas de tambores en Gamero por Magín

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Los muchachos del son de negros del que Magín Díaz fue un rey, estaban apostados a la orilla de la carretera, a la entrada del corregimiento de Gamero, esperando el féretro del juglar. También estaban las cantadoras, los grupos infantiles con banderas, el Sexteto Tabalá con su líder Rafael Cassiani, todo de blanco, con un collar santero de cien caracoles diminutos regalados por los músicos cubanos; los jóvenes de la fundación Antorcha que cargaban una enorme fotografia del músico, una mujer vestida como una indígena emplumada del más lejano pasado aún con una flecha de totumo en la mano, algunos soneros amigos y sus vecinos vestidos de blanco, aún con los ojos llorosos. En la caravana iba Gamero, con el espíritu en alto. El féretro llegó temprano desde Cartagena, en uno de los vehículos  de la Funeraria Lorduy. No habían abierto la puerta cuando los muchachos del son de negros se avalanzaron a cargar el ataúd que estaba arropado con la bandera colombiana. Músicos y folcloristas de la región, junto a los muchachos del son de negros, llevaron el ataúd a la iglesia de Gamero. La iglesia fue pintada de amarillo en dos días presurosos, con una pintura que donó el alcalde. Un ataúd metálico y plateado llevaba los restos del músico. Pocas horas descubrirían que el ataúd era demasiado grande para las medidas de la bóveda destinada para el músico en el cementerio de su aldea. El peregrinaje de Magín desde Las Vegas hasta Gamero, fue una travesía incierta.

Tuvieron que buscar un nuevo ataúd  que consiguió Sayco  con las medidas de la bóveda. Así que Magín pasó de un ataúd desmesurado a uno más pequeño.  Los cantos fúnebres de palenque  con sus tambores pechiche, llenaron el aire de la iglesia. El sacerdote Antoine St. Hilaire, párroco de los corregimientos de Malagana y Palenque, ofició la misa. “La espiritualidad  de Gamero o Palenque es una espiritualidad viva, no es la misma de Occidente”, me dijo el padre  cuando le pregunté cómo se sentía entre nosotros.

Jimena Díaz Pallares, la hija del músico, tenía en el rostro las huellas de un amanecer atormentado y sin sueño. No quiso decir nada y solo se puso la mano en la cabeza para expresar su desamparo, junto a sus dos pequeños niños que estudian en la escuela local. Leonardo Torres, el nieto, le compuso una canción al abuelo para recordar lo feliz que estaba   al salir  de Gamero a Las Vegas y lo triste que se sentía al verlo muerto. Geovaldis Torres Díaz, su sobrino, recordó que su tío carecía de todo como el pueblo de Gamero que en la mañana de hoy no tenía agua potable, y sus habitantes sobreviven frente a una ciénaga grande e inexplotada y una tierra inmensa y olvidada de los gobiernos y  hasta del mismo Dios.

“A mi hermano lo quería todo el mundo, hasta los niñitos a los que él les enseñó su música como rey de los sones de negros”, dijo Virginia Díaz Guzmán. “El mejor homenaje a mi hermano Magín es que además de un centro cultural en su nombre, Gamero tenga acueducto, un puesto de salud, un mejor servicio eléctrico, y más fuentes de trabajo para la gente”, precisó Virginia.

“La verdad es que en Gamero, todos aquí, tenemos mala vida, vivimos en el anonimato, y vuelve a repetirse la historia de que los homenajes ocurren después de muerto”, dijo Isolina León, cantadora de La Tranca.

“Magín ya no es solo de Gamero, sino del mundo y de quien lo quiera”, dijo  Filiberto Arrieta.

La casa de Magín se llenó de gente de todas partes, cuando llegó el ataúd. El nieto le puso la gorra que solía usar el abuelo. El lamento invadió la sala y colmó el aire opresivo de la casa hasta el patio. Entraron los tambores y las cantadoras. “Ojalá este homenaje sirva para que Gamero tenga agua”, dijo María Iluminada Muñoz Palomino, la mujer emplumada y con flecha. “ Ojalá a alguien se le ocurra inventarse una plataforma para entrar a la ciénaga que es una riqueza   aún no explotada”. La música estaba en todas partes.

Alguien tocaba un son lastimero con un par de costillas de manatí que parecían una clave desamparada, en homenaje a Magín. 

El Sexteto Tabalá en los funerales de Magín Díaz. Julio Castaño-El Universal
El Sexteto Tabalá en los funerales de Magín Díaz. Julio Castaño-El Universal
Mujeres gameranas emplumadas y con flechas en los funerales a Magín. Julio Castaño
Mujeres gameranas emplumadas y con flechas en los funerales a Magín. Julio Castaño
Virginia Díaz Guzmán, hermana de Magín Díaz. Julio Castaño
Virginia Díaz Guzmán, hermana de Magín Díaz. Julio Castaño
Soneros de Gamero rinden homenaje a Magín Díaz. Julio Castaño
Soneros de Gamero rinden homenaje a Magín Díaz. Julio Castaño
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