POR: Ruddy Negrete y Claudia Carmona
Especial para EL UNIVERSAL
Si pensamos que una ciudad mágica como Cartagena de Indias estuvo llena de piezas de valor, con objetos que habitaban las edificaciones de la época Colonial, como muebles, textiles y cuadros como testimonios artísticos y documentales del pasado, ¿por qué heredamos solo pequeñas muestras de un gran patrimonio que, por causas naturales o accidentales, fueron desapareciendo?
Es bien sabido que tanto en Cartagena como en el departamento de Bolívar se han perdido invaluables piezas históricas, entre ellas diversas obras representativas de arte y numerosas edificaciones en función de malas restauraciones. Una pérdida de innumerables cosas que alguna vez formaron parte del inventario de todo un territorio.
EL ÓLEO ROBADO DE SIMÓN BOLÍVAR
Cuando en mayo de 2015 en el Palacio de la Proclamación, donde funcionaba la Gobernación de Bolívar, se percataron de que ya no estaba el lienzo de Simón Bolívar hecho por Epifanio Garay, el retratista más reconocido en Colombia durante el siglo XIX, la incertidumbre se apoderó de todos. Un Bolívar hecho a encargo de Rafael Núñez, protagonista de la gran reforma de la constitución política de 1886 no podía haber desaparecido.
Porque se trataba de una de las obras más notables de Epifanio Garay, considerada patrimonio material e histórico de la nación no solo por su valor estético sino porque coincidía con el gran avance artístico y cultural que tuvo lugar en la Cartagena entonces. Un camino trazado por la presencia de Núñez, quien consideraba que la región debía avanzar desde todos sus frentes artísticos y culturales, por lo que estimuló mucho la investigación histórica y las creaciones estéticas.
La obra de Garay muestra a Simón Bolívar como personaje central de una representación de soberanía e identidad referida a la conformación de un departamento que lleva su nombre.“La obra de Bolívar es un homenaje al Libertador pero paralelo con esto, también es un homenaje a Bolívar como departamento recién creado por efecto de la Constitución de 1886”, destaca Moisés Álvarez Marín, director del Museo y Archivo Histórico de Cartagena.
El Libertador robado del Palacio de la Proclamación por desconocidos fue recuperado en el mes de marzo de 2016, en el barrio Los Laureles de Medellín, al occidente de la capital antioqueña, donde se encontraba dispuesto para ser vendido a traficantes de arte a través del mercado negro. En esta diligencia desarrollada por la Fiscalía se capturó a Wilson Alexander Cano García, alias el “Zarco”, quien ofrecía la obra por un valor cercano a los 150 millones de pesos.
“En ese entonces el Palacio de la Proclamación se estaba restaurando y aún cuando este edificio estaba cerrado, los delincuentes entraron y se llevaron la obra. La recuperación se hizo en medio de un operativo donde la persona fue citada para la venta del cuadro. Así fue capturada. Contamos con el apoyo de las Fuerzas Militares”, afirma Vicente Guzmán Herrera, Director Seccional de la Fiscalía en Bolívar.
UN BOLÍVAR DIBUJADO POR EPIFANIO GARAY
En este cuadro figura un Simón Bolívar distinto. No es el libertador que se acerca al Olimpo de las estatuas ecuestres que adornan las plazas de América Latina, ni el que tenemos representado en las monedas. Es un Bolívar que tiene los pies en tierra y adquiere una dimensión humana, en defensa de un territorio, en actitud de conquista y de mantenimiento de toda una idea de libertad.
De tal manera que esto le confiere al cuadro un alto sentido estético e histórico y el hecho de que el personaje central sea Bolívar tiene una importante connotación. Debido a que se están reafirmando todos los valores de libertad como elementos que se forjan en esta región del país, que fue la antigua provincia de Cartagena en el nuevo orden republicano y particularmente en la reforma que hizo Núñez con la Constitución del 86, en la que se acoge el nombre de Bolívar como su máxima nominación. Sin duda esto le agrega a esta obra un peso importante a la hora de hacerle una valoración.
Este óleo de referencia del Bolívar de Epifanio Garay es una creación que tiene mucha importancia desde varios puntos de vista. “Una de ellas es que es un patrimonio simbólico muy fuerte porque es una imagen comisionada por Rafael Núñez a Epifanio Garay cuando vino a Cartagena en un momento muy especial, para la apertura de la Escuela de Bellas Artes, que resumía el espíritu de la enseñanza de las artes a finales del siglo XIX. Garay venía a dirigir la escuela de pintura”, sostiene Eduardo Hernández, Director del programa de Artes Plásticas en la Institución Universitaria de Bellas Artes y Ciencias de Bolívar, y curador del Museo de Arte Moderno de Cartagena. “Sin duda esto era un indicador de progreso en una ciudad que estaba entrando en la nueva república de Colombia”, asegura Hernández.
En la obra también están reflejados muchos de los personajes que formaron parte de lo que podríamos denominar un movimiento cultural representativo del quehacer de la ciudad en ese momento, rodeando al Libertador en esta importante escena. Desde este punto de vista, el cuadro es portador de una memoria muy significativa. Representa un momento en el que Cartagena estaba iniciando un proceso de transición porque venía de una larga decadencia de por lo menos unos 50 años a lo largo del siglo XIX.Paralelamente con la elaboración de este importante lienzo coincide la puesta en marcha de obras de gran relevancia histórica, cómo la construcción del ferrocarril, y la Torre del Reloj. También el himno nacional, creación de Rafael Núñez, se estrena para estos años en que Garay pinta esta obra, cómo un símbolo de la identidad nacional.
EPIFANIO GARAY, SÍMBOLO ARTÍSTICO DE UNA ÉPOCA
Este cuadro de Garay es el símbolo de la conformación del departamento de Bolívar. El autor se da a la tarea de construir la imagen simbólica del Libertador, en una actitud victoriosa después de una importante batalla.
Epifanio Garay había estudiado en Francia y había visto los cuadros que en su momento se habían hecho de Napoleón Bonaparte, por lo que vierte toda esa influencia en su obra y sitúa a Bolívar adquiriendo una dimensión de majestad. En una postura muy similar a las que se hacían de Napoleón, cómo si se tratara de un patriota francés.
“Garay tenía la capacidad de resumir en un cuadro una cantidad de elementos ya acreditados de origen francés. He aquí la importancia del autor en querer darle al personaje una representación desde el poder, que había acuñado a partir del modelo europeo”, precisa Eduardo Hernández, especialista en estudios del arte. “Garay evidentemente no conoció a Bolívar, pero la imagen de Bolívar perduró en todo el siglo XIX con mucha fuerza”, agrega.
UNA OBRA HECHA POR SOLICITUD DE UN ESTADISTA
Núñez era la figura política más influyente de la segunda mitad del siglo XIX. Garay usa en esta obra una figura de Bolívar, rodeándolo de una idea de batalla, donde el libertador está victorioso, impecable y limpio. Al fondo una tropa en medio de la guerra. Era la creación solicitada por Rafael Núñez.
Este Bolívar es una imagen del poder desde la visión de Garay. El departamento lleva su nombre pero además, el artista debía construir un icono para tal fin, un hito o una referencia visual condensada en una obra sobre la que no hubiera dudas. Una creación artística sobre la que todos estuvieran de acuerdo.
Entonces es una obra que contiene varios elementos de valor, en cuanto construye un símbolo en la producción de Garay. El retrato como género fue una de las expresiones artísticas más importantes de la historia del arte en el siglo XIX, y Colombia y América Latina no fueron la excepción.
“Que sea un Simón Bolívar pintado por solicitud de Rafael Núñez tiene una connotación de alto valor para esta obra. El solo hecho de que él estuviera en ejercicio en su calidad de presidente de la república, le confiere al cuadro un estatus muy especial. Es decir, esta obra no es el resultado de cualquier proceso, es el resultado de toda una apuesta política en la que además está comprometido el propio jefe de estado”, dice Moisés Álvarez.
Antes se hacían imágenes religiosas, que luego van a ser reemplazas por imágenes simbólicas del poder. Los padres de la patria van a tomar el lugar que tenía la religión de alguna manera, y empieza esta transición donde la gente comienza a encargar retratos de Bolívar, por motivos del fervor patriótico.
“Cabe destacar que estamos hablando del retrato como representación de la figura política ya que después del siglo XIX y principios del siglo XX emerge otra clase social que son los comerciantes, quienes empiezan a ser visibilizados en las obras de arte y pagan por sus retratos”, anota Hernández.
RECUPERACIÓN DE LA OBRA En estos momentos, la obra está en un taller, en proceso de recuperación al interior de la Gobernación de Bolívar. Recuperar este cuadro es fundamental porque se trata de devolverle a la ciudad y a la región una obra muy importante para su memoria, en un medio en donde ha desaparecido buena parte de estos testimonios artísticos y documentales.
Salim Osta Lefranc, restaurador de Bienes Culturales y quien está a cargo de la restauración del lienzo, señala: “En cuanto a la importancia de la obra debemos remitirnos a la grandeza del autor, Epifanio Garay, considerado el mejor retratista de la historia del arte colombiano, tiene un acervo importante en retratos, sobre todo porque en ellos se muestra la historia política y social de Colombia”.
Lo otro que se debe destacar es que Epifanio Garay mientras estuvo en Cartagena dejó un importante material dentro de su creación, donde figura esta obra de Bolívar que es una de la de mayor formato en toda Colombia y es rica en todos sus elementos estéticos e iconográficos.
“Garay recrea un Bolívar dotado de toda su vestimenta militar, pero que además está en un campo de batalla, hay cañones, gente caída, cureñas, entonces es como el renacimiento de este personaje en un momento de triunfo. Aquí está centrado en la preocupación del entorno que deja toda una batalla. Es un Bolívar copiado perfectamente”, sostiene Osta Lefranc en cuanto al discurso artístico que Garay trasmite en esta obra.
Esta es una obra de gran formato, que se ha mantenido a lo largo del tiempo y que cuando estuvo en el Salón Amarillo de la Gobernación de Bolívar se conservó bien, en su soporte y su tela. Su capa pictórica estaba muy bien y lo único que tenía era un oscurecimiento por la oxidación del barniz que es normal en todos los procesos.
Pero después de su robo, asegura Osta, “la obra fue cortada y embalada, enrollada con un soporte rígido en el centro, lo que hizo que sufriera muchísimo a nivel de su capa pictórica. Pero su mayor deterioro se ve en la abrasión y en la falta de adherencia que tienen los colores sobre su soporte original. Entonces hay que empezar a consolidarla, sin duda es un trabajo lento y dispendioso”.
Este trabajo se toma alrededor de tres meses para lograr una adecuada restauración. El marco, que tiene una dimensión estética y una riqueza artística importante, también se recuperará para agregarle mucho más valor a la obra.
Se espera, una vez restaurada la obra, tenga una larga preservación en el tiempo para que sea disfrutada por muchas generaciones. Y así como la Mona Lisa cuando fue robada del Museo de Louvre en París y luego recuperada adquirió un mayor valor hasta llegar a constituirse en un icono artístico de la cultura occidental, el Bolívar de Garay puede superar la importancia que se le había dado hasta el momento en que desapreció del palacio de la Proclamación. Y hay un interrogante en el caso de la obra de Leonardo Da Vinci que también cabe para el Bolívar de Garay: ¿Qué pasó con la Mona Lisa mientras no estuvo en el museo?
