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Cultural

Valledupar despide al Rey Vallenato Calixto Ochoa

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 La tarima ‘Francisco El Hombre’, de la mítica plaza Alfonso López de Valledupar, que en el año 1970 se convirtió en el trono del maestro Calixto Ochoa Campo al coronarse Rey Vallenato, lo volvió a acoger este jueves 19 de noviembre. En esta ocasión no arrullaba un acordeón en su pecho, pero sí era ovacionado por centenares de seguidores que tarareaban sin cesar las canciones que lo catapultaron.

En esta ocasión Calixto Ochoa Campo llegó para despedirse, luego de un recorrido de ocho horas desde la ciudad de Sincelejo, donde se había residenciado hace 40 años. “Lo que soy hoy en día es gracias a ese padre que Dios me regaló. No tengo como agradecerles lo que han hecho en su memoria, esto ha sido un premio a su trabajo y esfuerzo, lo quisieron y adoraron en vida y eso para nosotros es importante”, expresó acongojado su hijo Rolando Ochoa, mientras era consolado por amigos y seguidores del conocido ‘Negro Cali’.

El féretro del personaje más prolífico de la composición, como es considerado, inicialmente fue trasladado a la iglesia La Concepción, ubicada en la plaza Alfonso López. Allí fue recibido con canciones a capela como Lirio Rojo, Palomina Volantona, Pirulino, Los Sabanales y El Africano, entre otras.

“Calixto fue de los compositores más completos, fue creador de muchos aires y géneros como el paseaito, el jalaito y la charanga. Él se adelantó mucho, cosas que hizo Carlos Vives y pensó que esta evolucionando, ya las había hecho Calixto, quien era un hombre innovador, aunque eso poco se le reconoce”, resaltó el maestro Andrés ‘El Turco Gil’, creador de la agrupación Los Niños del Vallenato, que recorre el mundo dando a conocer el folclor.

Mientras recibía la bendición en el templo religioso y su fanaticada se aglomeraba para despedirlo, se abrió pasó entre la multitud el exsenador del Cesar, José Guillermo ‘Pepe’ Castro. El paso de los años ya le habían pasado factura, pero sin poder caminar y con la ayuda de varios amigos, se acercó al cuerpo del juglar con quien compartió años mozos.

“Calixto representó la revolución para la música vallenata, cambió los estilos Seguirá tronando y relampagueando después de tantos años, y esto porque el pueblo se ha dado cuenta de que él es el gran músico de la región”, dijo acongojado.

De la despedida del Rey Vallenato de 1970 también participaron el cantante Martín Elías, cuyo acordeonero es Rolando Ochoa; Jorge Oñate, Gustavo Gutiérrez y el maestro Alfredo Gutiérrez, con quien conformó la agrupación Los Corraleros de Majagual.

Cuenta el libro ‘El Mundo de Calixto’, que ambos se conocieron en el año 1958, cuando Gutiérrez llegó al taller de Calixto a que le arreglara un acordeón: dos años después en una corraleja en Cereté, Córdoba, Alfredo se le acercó para que le diera una mano como auxiliar en la agrupación, petición que caló en la humildad del valenciano, quien no sólo le dio la oportunidad, sino que se lo llevó para su casa en Sincelejo. Juntos lograron el éxito de Los Corraleros de Majagual.

HONRAS FÚNEBRES

Calixto Ochoa Campo nació en el corregimiento de Valencia De Jesús, ubicado a 25 minutos al sur de Valledupar. A su tierra será trasladado el cuerpo en horas de la noche de este jueves para que permanezca en cámara ardiente en la iglesia que fue erigida monumento nacional en 1992. A las 10 de la mañana del viernes iniciarán los actos fúnebres en medio de homenajes por su importante aporte a la música.

DATO

Dos días de duelo e izada de bandera de Valledupar a media asta ordenó el alcalde Fredys Socarrás Reales para exaltar la memoria de Calixto Ochoa. 

Despedida de Calixto Ochoa en la tarima ‘Francisco El Hombre’, de la mítica plaza Alfonso López de Valledupar. ( COLPRENSA
Despedida de Calixto Ochoa en la tarima ‘Francisco El Hombre’, de la mítica plaza Alfonso López de Valledupar. ( COLPRENSA
Calixto Ochoa Campo llegó para despedirse, luego de un recorrido de ocho horas desde la ciudad de Sincelejo, donde se había residenciado hace 40 años. COLPRENSA
Calixto Ochoa Campo llegó para despedirse, luego de un recorrido de ocho horas desde la ciudad de Sincelejo, donde se había residenciado hace 40 años. COLPRENSA
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