Textos Marta Zúñiga e Isabela Restrepo
En el hall de entrada del Museo de Arte Moderno de Cartagena nos recibe un cuento escrito especialmente por Gabriel García Márquez para la inauguración de su sede actual. La protagonista es Cecilia Porras.
Fragmento de Aquí solo falta un payaso pintado detrás de la puerta, 1982:
“Hace más de 30 años, la pintora Cecilia Porras pintó un payaso de tamaño natural en el revés de la puerta de una cantina del barrio de Getsemaní, muy cerca de la calle tormentosa de la Media Luna. Lo pintó con la brocha gorda y los sapolines de colores de los albañiles que estaban reparando la casa, y al final hizo algo que pocas veces hacía con sus cuadros: firmó.
Desde entonces, la casa donde estaba la cantina ha cambiado muchas veces: la he visto convertida en pensión de estudiantes, con sus oscuros aposentos divididos con tabiques de cartón, la he visto convertida en fonda de chinos, en salón de belleza, en depósito de víveres, en oficina de una empresa de autobuses y, por último, en agencia funeraria. Sin embargo, desde la primera vez en que volví a Cartagena al cabo de casi 10 años, la puerta había sido sustituida. La busqué en cada viaje, a sabiendas de que las puertas de esa ciudad misteriosa no se acaban nunca, sino que cambian de lugar, y hace poco la volví a encontrar instalada como en su propia casa en un burdel de pobres del barrio de Torices, donde fui con varios de mis hermanos a rescatar nuestras nostalgias de los malos tiempos. En el revés de la puerta estaba el payaso pintado. Como era apenas natural, la compramos como si fuera un puro capricho de borrachos, la desmontamos del quicio y la mandamos a casa de nuestros padres en una camioneta de alquiler que nunca llegó. Pero no me preocupé demasiado. Sé que la puerta intacta está por ahí, empotrada en algún quicio ocasional, y que el día menos pensado volveré a encontrarla. Y otra vez a comprarla.
(…)
Necesité más de 20 años para encontrar un sitio donde colgar esa palabara enigmática (Eritreno) en mi novela más reciente. Casi tanto tiempo como el que necesitaron los cuadros del Museo de Arte Moderno de Cartagena para encontrar un muro donde quedar colgados para siempre.Pues este es el caso con muy pocos precedentes de unos cuadros que han recorrido una ciduad entera en busca de unas paredes que no les fueran ajenas. En realidad, el Museo fue fundado en 1959. (…) Los cuadros, aunque parezca increíble, fueron llevados al Club de Pesca, porque no se encontró otro lugar donde ponerlos. Por los efectos del salitre por supuesto, hubo que repartirlos más tarde entre particulares, y en una época posterior se volvieron a juntar bajo el amparo de la Academia de Historia, en el Palacio de la Inquisición. Allí estuvieron hasta 1971, cuando la Alcaldía los colgó en sus salones de recepción, y allí estuvieron hasta hoy, cuando por fin encontraron un refugio propio, en el cual solo falta una cosa: un payaso pintado detrás de la puerta.”
CECILIA PORRAS (Cartagena 1920/Bogotá 1971)
Cecilia Porras fue muy importante para la modernidad del arte en el Caribe. Logró destacarse en un ambiente intelectual y artístico reservado casi exclusivamente para los hombres. Fue una de las pocas mujeres que formó parte del Grupo de Cartagena con Enrique Grau y Alejandro Obregón, y del Grupo de Barranquilla con Gabo, Álvaro Cepeda Samudio y José Felix Fuenmayor.
Ilustró el libro de cuentos Todos estábamos a la espera de Álvaro Cepeda Zamudio, la cubierta de la primera edición de La Hojarasca de Gabriel García Márquez y varias portadas de la revista El Observador. Participó también, junto con varios miembros del grupo de “La Cueva”, en el mediometraje La langosta azul, (1954), con el único papel femenino de la producción y diseñó el vestuario.
TERTULIA DEL MAMC
Martes 20 de octubre 5:30 pm
Los invitamos a compartir historias sobre Cecilia Porras y su obra en la Tertulia del MAMC.
Con esta charla mensual, el Museo de Arte Moderno de Cartagena busca divulgar su patrimonio artístico, ofreciendo al público la oportunidad de descubrir hechos y objetos de inmenso valor cultural, y facilitar el diálogo entre el arte y la historia, a través de un lenguaje coloquial y sencillo.
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