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Colombia podría quedarse sin energía desde 2026: esta es la advertencia de los gremios

La electricidad es el motor de la industria, la tecnología y los servicios; por ello, una crisis de suministro energético paralizaría la producción, comprometería el comercio y debilitaría las comunicaciones.

Colombia podría quedarse sin energía desde 2026: esta es la advertencia de los gremios

Energía. // Foto: tomada de internet

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Un denso nubarrón podría estarse asomando sobre la seguridad energética del país, tal como lo advierten reveladores indicadores del sector que están circulando en el espectro nacional.

La situación sugiere ser alarmante si se examinan las cifras sobre generación de energía para el abastecimiento nacional, frente a los datos generales de consumo, entre los cuales hay un distanciamiento que cada vez acerca más al país a las posibilidades de quedar en tinieblas.

Y es que datos recientes del sector energético nacional advierten que Colombia camina hacia las grutas de un apagón ante el riesgo creciente de desabastecimiento eléctrico a partir de los inmediatos años 2026 y 2027, panorama que será irreversible si no entran oportunamente en operación proyectos de generación y transmisión hoy atrasados, y se incentivan inversiones en nueva capacidad, lo que hoy parece difícil por cuenta de las talanqueras de la evidente falta de una política energética apropiada y sensata por parte del Gobierno Nacional, y la emisión de señales equivocas de cara a nuevas inversiones.

“El futuro eléctrico del país depende de recuperar la confianza inversionista”: Acolgen

En consecuencia las alarmas ya están encendidas, y esa es la clara sensación que se deduce en las palabras de la presidente de Acolgen (Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica), Natalia Gutiérrez Jaramillo, quien en declaraciones a El Universal plantea que para el gremio que ella representa, “el futuro eléctrico de Colombia depende de que logremos promover la entrada de nuevos proyectos y recuperar la confianza inversionista”.

Deja entrever que para ello hay que salirse del ‘cuadrilátero’, reconociendo por parte del Gobierno, lo fundamentales que son todas las tecnologías de generación, incluidas la hidráulica y la térmica, con las cuales se le ha garantizado al país el suministro confiable de energía durante más de tres décadas.

La dirigente gremial le suma a eso que los generadores de energía eléctrica consideran clave retomar los Proyectos de Interés Nacional y Estratégico (Pines), puesto que esas fórmulas “han demostrado ser una herramienta efectiva para priorizar y destrabar obras de generación y transmisión que el país necesita con urgencia”.

Para Natalia Gutiérrez es determinante que “existan reglas estables y predecibles en el país” a fin de que tenga éxito la próxima subasta de proyectos energéticos para la expansión futura del sistema. Respecto al presente nacional, añade que los riesgos aumentan si no se materializan los proyectos renovables adjudicados en la subasta de 2021.

Es necesario –explica– una planeación más flexible y realista, abierta a un “enfoque conjunto de complementariedad energética, donde las distintas fuentes trabajen de manera integrada”, lo cual brindará mayor seguridad y sostenibilidad al sistema, de frente a los retos de la transición energética.

*ENFICC: máxima cantidad de energía eléctrica que es capaz de entregar una planta de generación continuamente, en condiciones de baja hidrología, en un periodo de un año. //Fuente: XM

Panorama en cifras: el consumo crece más rápido que la generación

Explorando este difícil terreno, ciertamente la demanda de electricidad está creciendo mucho más rápido que el parque generador de energía.

Datos del sector señalan que los últimos 25 años el crecimiento promedio anual del consumo ha sido del 4,1%; mientras que la capacidad instalada de las empresas generadores ha crecido apenas 2,6% anual.

Al hacer un paralelo entre enero y octubre de 2024 y el mismo período de 2025, la demanda de energía aumentó cerca de 1,2 GWh, lo cual es un crecimiento equivalente a sumar todo el consumo conjunto de los departamentos del Huila y Arauca.

Las proyecciones que maneja el operador del mercado energético colombiano, XM, anuncian balances cada vez más estrechos, con cálculos negativos de -3,4% a partir del próximo año 2026, y hasta del -11,3% en 2030.

Sin duda estos datos reflejan la pronta necesidad de impulsar nuevos proyectos de generación eléctrica para asegurar la estabilidad del sistema.

Natalia Gutiérrez Jaramillo, presidente de Acolgen.
Natalia Gutiérrez Jaramillo, presidente de Acolgen.

Urge articular todas las fuentes energéticas para garantizar estabilidad

De todos los asuntos que hoy ocupan la discusión nacional, la incertidumbre sobre el futuro de la estabilidad energética destaca como prioridad. El rumbo de este sector esencial define, en última instancia, el mañana de Colombia y la competitividad de su industria.

En consonancia con tal panorama, los gremios del sector vienen previniendo al Gobierno y a todos los actores de esta industria, para tomar medidas inmediatas y conjuntas que eviten, o al menos mitiguen, tales vaticinios.

Al respecto, El Universal conversó con la presidente de Acolgen, Natalia Gutiérrez Jaramillo, quien nos delineó la actualidad y el porvenir de esta realidad nacional. Estas son sus apreciaciones:

La seguridad energética del país hoy parece estar en vilo, ¿percibe Acolgen un freno de mano por parte del Gobierno contra los proyectos de generación y transmisión?

- Hay tres factores que nos preocupan: primero, observamos un debilitamiento en la CREG (Comisión de Regulación de Energía y Gas) desde 2022, ya que el Comité de Expertos no funciona con el pleno de sus integrantes y, por si fuera poco, se han propuesto ajustes a la estructura de la Comisión que podrían afectar su independencia y capacidad técnica, que son aspectos claves para tomar buenas decisiones en el sector energético.

En segundo lugar, vemos con preocupación que la política energética se ha enfocado en el tema de los precios, cuando el verdadero reto está en garantizar la oferta de energía, es decir, en asegurar una mayor cantidad de energía en el sistema para atender el consumo y garantizar mejores precios para todos. Además, se ha dado prioridad al desarrollo de proyectos solares, lo que celebramos, pero dejando en segundo plano la importancia de mantener un equilibrio entre todas las fuentes –hidráulica, térmica, solar, eólica–, que es lo que realmente garantiza un sistema seguro, accesible y sostenible.

Finalmente, creemos que falta una mayor coordinación entre entidades de Gobierno, para resolver los cuellos de botella que han impedido que muchos proyectos de generación y transporte aporten energía que hoy requiere el país con urgencia.

¿Qué le ha dicho el Gobierno a Acolgen sobre la amenaza de apagón?

- El Gobierno ha insistido en que no existe riesgo de desabastecimiento; pero desde distintos frentes –gremios, empresas, Contraloría y el propio operador del mercado XM– hemos venido advirtiendo que sí hay señales de alerta que deben ser atendidas con prontitud.

Nuestros argumentos tienen todos el sustento: tenemos déficits de energía firme, una subasta en marcha que necesita mayor estabilidad y confianza, y retrasos importantes en la entrada de nuevos proyectos, tanto de generación como de transmisión. Hablar solo de precios es mirar el síntoma y no la causa: el país necesita más energía disponible para garantizar un servicio estable y confiable para todos.

¿Qué factores han rezagado el crecimiento del parque generador de energía en el país?

- Los nuevos proyectos, especialmente los de energía eólica, se han visto frenados por procesos lentos de licenciamiento ambiental y consulta previa con las comunidades, lo que retrasa su construcción y eleva los costos. A esto se suma la falta de infraestructura de transmisión, que está siendo un cuello de botella importante para que nuevos proyectos puedan inyectar energía a la red.

Además, el cambio constante en las reglas del juego y propuestas de reforma legal sin sustento técnico han generado un ambiente de incertidumbre que dificulta atraer inversión. Cuando las condiciones no son claras o estables, las empresas prefieren esperar antes de invertir, y eso detiene el crecimiento del sistema.

¿De cuánto tiempo o años sería el cálculo para que Colombia logre real autosuficiencia energética con fuentes renovables (inagotables) que garanticen la generación de ese esencial insumo?

- Hay que decir algo con toda claridad, y es que Colombia ha tenido históricamente una matriz mayoritariamente limpia y renovable, gracias a la generación hidráulica, que hoy representa el 70% de la capacidad instalada del país. Habiendo dicho esto, Colombia ha avanzado de manera importante en la incorporación de mayor cantidad de energía renovable intermitente. Hoy, la energía solar y eólica (sumando los proyectos en pruebas y en operación) ya representa cerca del 14% de la matriz eléctrica nacional, cuando hace solo unos años no superaba el 2%. Estos avances demuestran que el país tiene el potencial y el compromiso para seguir creciendo en energías renovables.

Sin embargo, no es del todo responsable hablar de autosuficiencia total basada únicamente en ciertas fuentes renovables o dar un año específico para el cambio de nuestra matriz. Las energías hidráulica de gran escala y térmica son fundamentales para garantizar la estabilidad la estabilidad y confiabilidad del sistema ante la intermitencia y condiciones particulares de las energías renovables no convencionales. Debemos crecer en todas las fuentes e, incluso, pensar en la incorporación futura de otras, como la nuclear.

¿Cuáles serían las consecuencias para el país en caso de un desabastecimiento eléctrico?

- Prender la luz o cargar el celular es algo que damos por hecho, pero detrás de esas acciones cotidianas hay todo un sistema que sostiene el funcionamiento del país. La electricidad es el motor de la industria, la tecnología y los servicios, por lo que un desabastecimiento afectaría directamente la producción, el comercio y las comunicaciones. Según el DANE, la energía representa casi el 5% de los costos de producción de las empresas, y su ausencia impactaría sectores esenciales como la salud, la educación, el transporte y la agricultura; y si llevamos esas consecuencias a cifras concretas, el impacto sería enorme.

Un estudio de Fedesarrollo estima que un racionamiento como el de los años 90 provocaría una caída de 1,5 puntos en el PIB, la pérdida de 230 mil empleos y llevaría a más de 300 mil personas a la pobreza o pobreza extrema.

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