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Más de 2 millones de jóvenes en Colombia sin estudio ni empleo, según el Dane

De acuerdo con el Dane, la desconexión juvenil entre educación y empleo muestra un problema estructural que sigue creciendo.

Más de 2 millones de jóvenes en Colombia sin estudio ni empleo, según el Dane

Más de 2 millones de jóvenes en Colombia sin estudio ni empleo, según el Dane. // Foto: cortesía

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Colombia enfrenta un desafío estructural en su población joven. Según el Dane, en el país hay 2,49 millones de personas entre 14 y 28 años que no estudian ni trabajan, conocidos como “ninis”. De ese total, 1,69 millones son mujeres, lo que equivale al 68%.

Aunque los indicadores generales de empleo muestran una leve mejoría, la situación juvenil sigue siendo crítica. En junio de 2025, la tasa de desempleo nacional se redujo a 8,6%, es decir, 1,7 puntos porcentuales menos que en el mismo mes del año anterior. Sin embargo, ese avance no se refleja en las oportunidades para los más jóvenes.

De acuerdo con la Alianza por la Inclusión Laboral (AIL), el 43% de esta población está desconectada tanto del sistema educativo como del mercado laboral. Una cifra que evidencia la ruptura del puente entre la formación académica y el acceso a un empleo estable. Lea: Alianzas sociales para enfrentar el desempleo juvenil: balance del foro Mujeres Pa’lante

Brechas educativas y laborales que limitan el futuro juvenil

El panorama es aún más complejo en regiones apartadas. En departamentos como Guainía y Vaupés, la cobertura en educación media apenas llega al 11% de los jóvenes en edad de cursar los grados 10 y 11. Además, solo 4 de cada 10 logran ingresar a la educación superior después de terminar el colegio.

Más de 2 millones de jóvenes en Colombia sin estudio ni empleo, según el Dane. // Foto: cortesía
Más de 2 millones de jóvenes en Colombia sin estudio ni empleo, según el Dane. // Foto: cortesía

Las cifras del mercado laboral tampoco ofrecen un horizonte alentador. El 57,1% de los jóvenes ocupados lo hacen en la informalidad, sin contrato, seguridad social ni estabilidad económica. Su ingreso promedio es de $907.200 mensuales, por debajo del salario mínimo.

Adriana María Lloreda, líder de la Alianza por la Inclusión Laboral, asegura que detrás de los números hay una realidad social más profunda. “Cuando se cruzan la pobreza, el género o el lugar donde se nace, el hilo se tensa más. Y cuando demasiados hilos se rompen, el tejido social ya no abriga, se vuelve frágil, desigual e insuficiente”.

La desigualdad territorial como obstáculo

La posibilidad de ingresar a la universidad depende, en gran medida, del lugar de residencia. En Amazonas y Vaupés, solo 2 de cada 10 jóvenes acceden a la educación superior. Andrés Delgado, executive manager de Michael Page, resalta que “en estas zonas, la escasez de empresas formales y la limitada oferta de empleo para profesionales calificados obliga a muchos jóvenes a migrar. Quienes no pueden hacerlo enfrentan un panorama desolador”.

Esa disparidad se traduce en un mayor desempleo juvenil y en subempleo, al tiempo que reduce la disponibilidad de talento calificado en el país.

Otro factor que frena la inserción laboral es la exigencia de experiencia previa, incluso en cargos de nivel inicial. Delgado lo describe como “el cuento de nunca acabar”, y agrega: “muchos jóvenes terminan la universidad o una carrera técnica con un conocimiento increíble, pero se encuentran con que la mayoría de las ofertas de trabajo exigen experiencia previa. ¿Cómo ganas experiencia si nadie te da la primera oportunidad?”.

A ello se suma la carencia de habilidades transversales, como la comunicación efectiva, el trabajo en equipo o la resolución de problemas, además de la falta de redes de contacto, un elemento decisivo en Colombia.

Más de 2 millones de jóvenes en Colombia sin estudio ni empleo, según el Dane. // Foto: Registraduría Nacional del Estado Civil.
Más de 2 millones de jóvenes en Colombia sin estudio ni empleo, según el Dane. // Foto: Registraduría Nacional del Estado Civil.

Estrategias para tender un nuevo puente

La AIL propone soluciones que incluyan primeras experiencias laborales desde la educación media, programas adaptados a las realidades regionales y redes juveniles que fortalezcan el acceso a oportunidades.

Para Andrés Delgado, la clave está en la articulación público-privada. “Se pueden desarrollar programas de prácticas y pasantías bien estructuradas, actualizar los currículos de acuerdo con las demandas actuales del mercado y fomentar la formación dual. Solo a través de esta colaboración podremos construir un puente sólido que garantice una transición fluida y exitosa de la vida académica a la profesional”.

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