Lo que se esperaba fuera una jornada de diálogo tranquilo entre el presidente Gustavo Petro, las Altas Cortes y los órganos de control terminó teniendo un episodio de tensión que no pasó desapercibido. Aunque el encuentro fue convocado por la Iglesia Católica con la intención de promover el respeto entre las instituciones, las cosas se salieron de control por un momento.
Todo ocurrió cuando el presidente Petro lanzó duras críticas al trámite de la reforma laboral en el Congreso. El tono del mandatario no cayó bien en la mesa, y fue entonces cuando el presidente de la Corte Constitucional, Jorge Enrique Ibáñez, se levantó y decidió retirarse. Lea: Gustavo Petro niega vínculos con el caso Miguel Uribe: esto dijo
El magistrado se apartó del encuentro por dos razones clave: primero, para no romper el compromiso que existía entre todos los asistentes de mantener un lenguaje constructivo y sin confrontaciones; y segundo, porque su despacho quedó encargado del estudio del polémico “decretazo” firmado por Petro y su gabinete, y cualquier discusión de fondo podría interpretarse como un posible conflicto de interés.
A pesar de lo ocurrido, la reunión terminó con un acuerdo firmado por todos los presentes, en el que se comprometieron a mantener canales de diálogo y rechazar cualquier forma de violencia. En el texto quedó registrado el propósito de “escucharnos, valorarnos y respetarnos en hermandad; a desarmar y armonizar la palabra; y a rechazar todo tipo de violencia, como forma de resolver los conflictos políticos y sociales”.
Reforma laboral 2.0: Senado y Gobierno buscan acuerdo para avanzar
Mientras tanto, en el Congreso se vive una de las discusiones más tensas del año: el futuro de la reforma laboral. Este lunes, el Senado volvió a sentarse a debatir el proyecto, con la mirada puesta en los 19 artículos que más controversia han generado.

Antes de la sesión, el ministro del Interior, Armando Benedetti, y el de Trabajo, Antonio Sanguino, se reunieron con el presidente Petro para mostrarle una propuesta que, de ser aprobada, permitiría avanzar en la votación del nuevo articulado.
La decisión final está en manos del mandatario. Si da el visto bueno, su bancada podrá apoyar el documento y así destrabar el proceso legislativo, justo cuando se habla de una posible “consulta popular 2.0” si la reforma no logra salir adelante en el Congreso. Todo apunta a que esta semana será clave para definir si el proyecto sigue su curso o si se replantea desde cero.