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¿Hasta cuándo la violencia política en Colombia? Esto dicen expertos

Un acuerdo nacional basado en respetar, tolerar y aceptar las diferencias es una de las propuestas frente a la tensa y polarizada coyuntura política que vive Colombia.

¿Hasta cuándo la violencia política en Colombia? Esto dicen expertos

¿Cómo cerrar el ciclo de violencia política en Colombia?. //Ilustración generada con IA.

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Colombia ha sido, probablemente, el país con el más alto índice de atentados y magnicidios contra candidatos presidenciales.

¿Cómo podemos cerrar para siempre este horripilante capítulo de nuestra historia? Para Facetas, entrevistamos a historiadores, políticos, artistas y sociólogos, con el propósito de escuchar sus visiones y responder esa única pregunta.

La gestora social y humanista Fabiola Agudelo propuso “un acuerdo nacional de respeto, tolerancia, aceptación de la diferencia para que entre todos trabajemos por la transformación social y cultural del país”. Dijo que “la violencia la cargamos en nuestra espalda desde hace milenios, inclusive desde el descubrimiento o arrasamiento de nuestro continente americano. Es inadmisible que Colombia sea el tercer país más desigual del mundo, caldo de cultivo de todas las desigualdades que generan violencia. Esta desigualdad es caldo de cultivo para que grandes capos, líderes militaristas y guerreristas, recluten personal para conformar sus ejércitos de odio. Esto tiene muchas aristas para analizar. El narcotráfico permeó a toda la sociedad invirtiendo toda la escala de valores. La semilla desafortunada de esta violencia ha sido y es la codicia, la avaricia y la inequidad, caldo de cultivo de todo tipo de violencias”.

El abogado e ingeniero químico Rodolfo Díaz Wright, quien fuera alcalde designado de Cartagena de Indias por decreto presidencial, asesor de la Gobernación, autor del libro “Relatos de la Heroica en los tiempos en que se jodió Pindanga” (2022), señaló: “Como dijo Gabo: educación en valores desde la cuna hasta la tumba. Educación como parte de la canasta familiar. La familia, la iglesia -sea cual fuere- y la escuela deben ser los elementos estructurantes del nuevo colombiano. Los cambios estructurales requieren planificación y toman tiempo… si no empezamos, jamás lo lograremos. La renovación de liderazgos negativos por liderazgos socializadores positivos debe iniciarse en las próximas elecciones”.

El historiador y director del Museo Histórico de Cartagena (MUHCA), Moisés Álvarez Marín, expresó: “Este horripilante capítulo, que ha sido constante durante los 200 años de vida republicana, solo lo cerramos cuando tengamos completa la memoria, sin sesgos; luego, cuando iniciemos un proceso de reflexión profunda y un consecuente proceso pedagógico de largo aliento que nos permita los pactos necesarios para la inclusión de todos los actores de nuestra sociedad”.

¿Cómo cerrar el ciclo de violencia política en Colombia?. //Ilustración generada con IA.
¿Cómo cerrar el ciclo de violencia política en Colombia?. //Ilustración generada con IA.

¿Hasta cuándo la horripilante noche en Colombia?

Félix Manzur Jattin, escritor, columnista de opinión y político, propuso: “Los procesos fallidos de reconciliación y desarme de los espíritus beligerantes no han aclimatado la paz y la reconciliación. Se requiere un gran esfuerzo conjunto partidista para deponer odios. Es difícil pero se podría lograr con un acuerdo en la gobernanza. Combatir el narcotráfico de manera contundente, si es el caso como Singapur, establecer la pena de muerte y cadena perpetua. Se intentó con el Plan Colombia erradicar los cultivos ilícitos y la droga pero hoy hay más de 300 mil hectáreas sembradas de coca. También modificar los esquemas cohersitivos para combatir el delito. Aplicabilidad objetiva, justa de las normas por parte de operadores judiciales. Endurecer las penas, reforma del código penal. Persecución drástica de los delincuentes. Los múltiples procesos de paz han fallado. Se debería insistir, aunque es difícil. Un gran pacto nacional de reconciliación donde participe la izquierda, derecha y centro para lograr acuerdos duraderos de paz. Cimentar las bases de un Estado de derecho más justo donde la redistribución de la riqueza modere o acabe la infame brecha de pobreza y desigualdad. El gran pacto o acuerdo por la paz, la reconciliación y justicia social debería ser un imperativo categórico de todos los partidos y la sociedad civil. Mandela decía que la educación es la única arma para cambiar el mundo. Los aspectos educacional y curriculares deben ser menos manipulables políticamente y ser más universales”.

Juan Antonio Pizarro, columnista de opinión, historiador y hermano del inmolado precandidato presidencial Carlos Pizarro, señaló: “En mi opinión tenemos que vislumbrar entre todos un país diferente, que nos ponga a soñar y a trabajar para construirlo. Esto significa cambiar un ADN que se empezó a formar en la Patria Boba, de acuerdo con el cual la única forma de conquistar y mantener el poder e imponer nuestras ideas es a través de la violencia de las armas. Ese fue el modo de nuestros próceres en el siglo XIX y ha sido el modo de los líderes políticos de este siglo. Necesitamos un gran acuerdo nacional que defina políticas de Estado que superen y se mantengan en el tiempo y una ciudadanía que esté dispuesta a aislar y castigar a quienes quieran usar la violencia para imponer su ideología. Finalmente, el Estado debe ser el único con derecho a usar las armas y el sistema judicial debe ser implacable en el castigo a quienes se abroguen el derecho de irrespetar de manera violenta los derechos de los ciudadanos a vivir en paz y a trabajar por una sociedad justa, desarrollada y feliz”.

Se requiere un gran esfuerzo conjunto partidista para deponer odios. Es difícil pero se podría lograr con un acuerdo en la gobernanza. También modificar los esquemas cohersitivos para combatir el delito”.

El eminente profesor de literatura Cristo Figueroa dijo: “De verdad que pienso una pregunta muy parecida, y pensando que dicho capítulo no cesa, no obstante, no sé cómo lo diría cerrarse, pero digo creyendo en una democracia abierta, en una vigencia de aprendizaje que genere un cambio de valores, pienso en divulgar y representar muchas veces la necesidad de respetar al otro, de velar por asuntos colectivos, de fortalecernos en el amor y en la construcción de un futuro menos trágico. Seguiré pensando en algunas salidas encaminadas a cerrar la horripilante noche que cada vez se metamorfosea en apariencias diferentes. Seguro que un arte capaz de intervenir y reorganizar los órdenes sociales, políticos y de generar epífanías efectivas y equidades sociales, podría ser la salida que proyecte luz en la horrible noche”.

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