Las dinámicas del turismo han cambiado. Hoy, muchos viajeros ya no se sienten atraídos por los tours exprés que prometen conocer cinco ciudades en tres días ni por la ansiedad de llenar el itinerario de actividades sin dejar espacio para el asombro. En su lugar, una tendencia gana fuerza: turismo slow, un enfoque que prioriza la calidad de la experiencia por encima de la cantidad de lugares visitados.
El turismo slow no es simplemente ir más despacio; es adoptar una actitud de atención plena frente al viaje. Se trata de viajar con los sentidos despiertos, con curiosidad y apertura, permitiendo que el entorno y sus historias nos hablen a su ritmo. Es una invitación a quedarnos más tiempo en un lugar, a caminar sin mapa, a entablar conversaciones genuinas y a saborear lo cotidiano que se encuentran en cada sitio al que se visita.
Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), el 74 % de los viajeros globales buscan experiencias más sostenibles, y el 65 % prefieren destinos donde puedan conectar con la cultura local de manera más auténtica. En América Latina, el turismo slow ha ido ganando terreno, con Colombia destacándose como un destino ideal para esta tendencia. Lee también: 18 pueblos para “puebliar” en Semana Santa, según Fontur: La tierra de Dios es uno de ellos.

¿De dónde nace el turismo slow?
Este enfoque turístico tiene sus raíces en el movimiento slow, surgido en Italia durante la década de los 80, inicialmente como una respuesta al auge de la comida rápida (fast food). La propuesta era clara: regresar a lo esencial, a lo artesanal, a lo que se cocina y se vive, sin prisas. Con el tiempo, esta filosofía se extendió a otros sectores como el diseño, la moda, la educación y, por supuesto, el turismo.
Se presenta como una alternativa frente al turismo de masas y al consumo excesivo de experiencias. No busca “verlo todo”, sino “sentirlo todo”. Es una forma de viajar que valora la autenticidad, el respeto por los ecosistemas locales y el fortalecimiento de las comunidades.
El turismo slow y el movimiento Slow Travel, invita a los viajeros a disfrutar sin prisa, priorizando la calidad sobre la cantidad. En lugar de itinerarios saturados, esta tendencia sugiere una inmersión profunda en cada destino, generando beneficios tanto para los visitantes como para las comunidades locales:
• Mayor conexión con la cultura y la historia del lugar.
• Impacto positivo en la sostenibilidad y el medio ambiente.
• Apoyo directo a las economías locales y emprendimientos regionales.
• Una experiencia más enriquecedora y menos estresante para el viajero.
En muchos casos, este tipo de turismo favorece el diálogo intercultural. Al pasar más tiempo en un mismo lugar, se abren oportunidades para comprender las dinámicas sociales, escuchar historias de vida, participar en celebraciones tradicionales y valorar las prácticas cotidianas de los habitantes.
Con ello, también se fortalece la economía local, ya que los visitantes consumen productos y servicios propios del territorio. Restaurantes de comida típica, talleres artesanales, mercados campesinos y emprendimientos comunitarios encuentran un espacio vital dentro de esta forma de viajar.

Viajar sin dejar huella (o al menos una menor)
Otro de los grandes aportes del slow tourism es su mirada sostenible. Frente al impacto ambiental del turismo convencional marcado por el uso intensivo de recursos, la contaminación y la sobrecarga de espacios naturales. Al evitar traslados constantes y priorizar medios de transporte más sostenibles (como la bicicleta o simplemente caminar), se reduce la huella de carbono. Además, al distribuirse fuera de los circuitos turísticos tradicionales, contribuye a descongestionar los destinos más saturados y a promover una distribución más equitativa del turismo.
Esta visión ecológica también incluye una actitud respetuosa hacia la cultura y la identidad de los territorios. En lugar de imponer formas externas, el slow tourism se adapta a los ritmos y saberes de cada comunidad, reconociendo su valor y su derecho a preservar su forma de vida. Te podría interesar: ¿Qué hacer en Cartagena en abril de 2025? Eventos y actividades.
Destinos ideales para el turismo slow en Colombia
1. Santander: tradición, cultura y turismo consciente
El departamento de Santander es una joya para el turismo slow, este territorio del país ofrece una combinación única de historia, gastronomía y paisajes naturales en un mismo lugar, cautivando a los turistas que desean conocer todo lo que tiene a nivel cultural y turístico este lugar.
Algunos de los destinos dentro del territorio santandereano que se prestan para vivir la experiencia de conexión son: la ciudad de Bucaramanga y sus alrededores, el pueblito colonial de Barichara y por supuesto, el municipio de Girón, los cuales son destinos ideales para explorar con calma, disfrutando de su arquitectura, sus plazas y su reconocida cocina típica.
2. Mompox: un viaje en el tiempo a orillas del Magdalena
Este municipio bolivarense es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, haciendo de Santa Cruz de Mompox el destino ideal para quienes buscan desconectarse y adentrarse en la historia de Colombia. Este pueblito con su arquitectura colonial, está ubicado a orillas del imponente río Magdalena, un destino que por sí solo invita a ser conocido y recorrido por su belleza y la calidez de su gente.
En este lugar, los viajeros pueden visitar talleres de filigrana momposina, una tradición artesanal única en el país, o recorrer la icónica Iglesia de Santa Bárbara. También pueden disfrutar de un paseo en lancha por la ciénaga de Pijiño, un ecosistema rico en biodiversidad donde es posible avistar garzas, iguanas y otras especies nativas. Por la noche, la ciudad cobra vida con su ambiente bohemio, donde se pueden disfrutar serenatas vallenatas en plazas iluminadas con faroles. Lee también: 7 países del mundo no celebran Semana Santa: en algunos puede ser motivo de persecución.

3. Nuquí: naturaleza y tranquilidad en el Pacífico Colombiano
Para los viajeros que buscan una conexión profunda con la naturaleza, Nuquí es la elección perfecta. Ubicado en el Chocó, este destino ofrece una combinación única de playas vírgenes, selvas exuberantes y biodiversidad inigualable.
Los visitantes pueden realizar caminatas por la selva para descubrir cascadas ocultas como la Cascada del Amor, practicar snorkel en los arrecifes de coral y disfrutar del avistamiento de ballenas jorobadas entre julio y octubre, un espectáculo natural que solo algunos destinos del mundo pueden ofrecer.
En Nuquí también permite una interacción respetuosa con las comunidades afrodescendientes e indígenas, quienes ofrecen experiencias culturales como talleres de cocina tradicional del Pacífico, danzas ancestrales y medicina natural basada en el conocimiento de plantas locales.

Recomendaciones para practicar el turismo slow
-Adoptar el slow tourism no implica cambiar radicalmente la manera en que viajamos, pero sí requiere cierta disposición. Estas son algunas claves para iniciarse en este tipo de experiencia:
-Elegir destinos con alma, optar por lugares que no están en la lista de los más visitados, pero que tienen una historia que contar.
-Diseñar itinerarios flexibles, dejar espacio para la improvisación, para perderse, para quedarse más tiempo del previsto.
-Consumir local, desde la comida hasta las artesanías, todo lo que tenga el sello de lo hecho en casa enriquece el viaje.
-Interesarse por lo cotidiano, en vez de correr a los lugares “imperdibles”, detenerse a observar cómo vive la gente del lugar.
-Reducir el impacto ambiental, preferir medios de transporte menos contaminantes, llevar tus propios utensilios reutilizables y respetar el entorno.
-Este tipo de turismo no significa necesariamente recorrer menos kilómetros, sino hacerlo con otra mirada: una más atenta, más respetuosa y más abierta a lo inesperado.