Bogotá conmemora cinco décadas de un espacio icónico que fomenta la actividad física y la convivencia ciudadana: la ciclovía dominical. Este proyecto, que desde 1974 ha transformado las calles de la capital en un escenario libre de vehículos, reúne cada semana a miles de personas en más de 127 kilómetros de recorrido urbano.
Desde las primeras horas del domingo hasta las dos de la tarde, las principales avenidas de Bogotá se convierten en un lugar para ciclistas, corredores, patinadores y paseantes, quienes encuentran en este espacio una oportunidad para ejercitarse y compartir con su comunidad. Según la Alcaldía, hasta 1,5 millones de personas participan semanalmente en esta cita recreativa, que no solo es una tradición local, sino también un referente mundial. Lea: Habrá sanciones económicas para quienes consuman más agua en Bogotá
Una de las principales arterias de la ciudad, la Carrera Séptima, es testigo de esta transformación. Durante la semana, suele estar llena de tráfico, pero los domingos se convierte en un punto de encuentro para deportistas y vecinos. Además de ser un lugar para hacer ejercicio, la ciclovía ha evolucionado como un espacio para el comercio y el entretenimiento.
Carlos Andrés Moreno, un mecánico que trabaja en la ciclovía desde hace tres años, afirma, según la agencia EFE, que su labor consiste principalmente en atender pinchazos y realizar mantenimiento a las bicicletas. Para él, “es un arte muy chévere” y considera que el ciclismo es “un deporte muy sano que ayuda a mejorar a nivel corporal, la salud de uno”.

El origen de la ciclovía se remonta al 15 de diciembre de 1974, cuando más de 5.000 bogotanos participaron en un evento organizado por la asociación Pro-cicla. Esta iniciativa buscaba no solo promover la recreación, sino también alzar la voz contra la contaminación y el uso excesivo de automóviles en la ciudad. Dos años después, la Alcaldía institucionalizó la ciclovía, destinando rutas específicas para ciclistas y peatones, lo que marcó el inicio de un modelo que con el tiempo se expandió y mejoró.
Miriam Rincón, una participante frecuente, destaca los avances del proyecto. “La han arreglado mucho, está muy chévere”, comenta mientras se prepara para continuar su recorrido. Además, menciona que las ciclovías nocturnas, que se realizan dos veces al año desde 1999, son otro de los atractivos que se han incorporado a lo largo del tiempo.
En este contexto, para conmemorar los 50 años de esta iniciativa, la Alcaldía organizó un “ciclopaseo” especial que partió desde la Biblioteca Virgilio Barco y finalizó en el Parque Nacional Enrique Olaya Herrera. Allí, los asistentes participaron en actividades recreativas y culturales, encabezadas por el alcalde Carlos Fernando Galán.
Hoy, la ciclovía de Bogotá no solo es la más extensa del mundo, sino también un símbolo de integración, sostenibilidad y bienestar para sus habitantes, un legado que, tras cinco décadas, sigue consolidándose como parte esencial de la vida en la capital.