En la mitología griega, se creía que el ave Fénix se consumía cada 500 años por acción del fuego pero luego era capaz de resurgir de sus propias cenizas.
En esta historia también se decía que este pájaro de fuego presentía su muerte, cerrabas sus alas y fallecía sereno, en calma.
Pues algo similar ocurrió con cientos de frailejones ubicados en un valle de la vereda Ucatá de Tona, en el corazón del páramo de Berlín.
El 22 de enero de este año, luego de que un transformador de energía eléctrica de esta zona se estalló y generó varias chispas, el páramo comenzó a arder. Lea: Capturan en Colombia a una narcotraficante pedida en extradición por Perú
Mientras varias especies animales huyeron despavoridas por el fuego y abandonaron sus hogares, la vegetación de la zona le tocó, a su manera, protegerse de las abrasadoras llamas que amenazaban con consumirlas.
Los frailejones, al mejor estilo del ave Fénix, cerraron sus hojas más grandes y protegieron a las más tiernas, las que acababan de nacer, con la esperanza de que se salvaran.
El fuego, por su parte, ardió durante cerca de 72 horas y luego de que un ejército de voluntarios, autoridades, cuerpos de socorro y hasta aeronaves cargadas con agua lograron sofocarlo, el panorama lucía devastador.
En total fueron 114 descargas de agua que se hicieron en el terreno por parte de dos helicópteros, uno civil y uno del Ejército y de una avioneta de la Policía, que otrora era usada para fumigar cultivos ilícitos.
Según las cifras oficiales del informe pericial adelantado por la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga, Cdmb, cerca de 45 hectáreas de frailejones se afectaron.
A primera vista, la mayoría de los frailejones estaba con sus tallos quemados, con las hojas superiores totalmente negras, como se catalogó en ese instante, el ecosistema parecía un ‘cementerio de frailejones’. Lea: Volcán Cerro Machín registra aumento de actividad sísmica
Sin embargo, las lluvias que cayeron durante los primeros días de febrero hicieron el ‘milagro’. Las gotas cayeron sobre las hojas más altas e hicieron que se abrieran para captar el agua que recibían. En ese momento, el panorama cambió de negro a verde esperanza. Los penachos de los frailejones se abrieron y estas plantas lucían como velas con una llama sobre sus tallos, se puede decir que resurgieron de sus propias cenizas.
“Los frailejones tienen una necromasa que es toda la hoja seca que las recubre y les sirve para protegerse de las bajas temperaturas del páramo. Esa misma capa protectora les sirvió para que sus tejidos internos sobrevivieran”, explicó Ludy Archila, bióloga de la Cdmb.
Floreció el páramo
El pasado 22 viernes, 22 de marzo, se cumplieron dos meses de la emergencia y tanto la autoridad ambiental como el Acueducto de Bucaramanga y la Alcaldía de Tona visitaron la zona y vislumbraron la maravillosa recuperación de esta especie de frailejón conocida como Espeletia Stanleyana.
Los frailejones no sólo tenían las hojas más verdes, más grandes, sino que además, varios de estos florecieron. Se plantea como hipótesis que, al verse en peligro por el fuego, estas plantas aceleraron su proceso interno de floración y quisieron perpetuar su especie produciendo semilla y arrojándola sobre el mismo terreno en el que ellos crecieron.
“La imagen que vimos hace cerca de dos meses es muy distinta a la actual. La naturaleza es muy sabia y se ha venido recuperando de forma extraordinaria. Vemos unas hojas nuevas con mucha vigorosidad, fuertes y continúan en recuperación”, manifestó el alcalde de Tona, Jesús Santiago Gutiérrez.
El mandatario fue claro y dijo que estas especies deben seguir solas en esta sala de ‘cuidados intensivos’ por lo menos seis meses. Lea: Calidad del aire en Bogotá enciende alarmas ambientales
Pero no sólo los frailejones fueron damnificados durante la emergencia, en el censo adelantado por la CDMB también se identificaron especies como espino amarillo, agraz, pegamosco, encerillos, puyas, orquídeas, liquen, laurel de cera, chusques y hasta pinos.
Ellos también son ejemplo de resiliencia, en el suelo quemado se observan brotes de pastos, varias clases de hongos, chusques y puyas. El fuego y las lluvias posteriores también permitieron el nacimiento de especies pionera que están comenzando a nacer en este espacio, es decir, el ecosistema se enriqueció tras este evento.
Pese a que las llamas también ahuyentaron a los animales que habitaban la zona y las especies más grandes como tigrillos y otros mamíferos migraron, en la zona afectada ya se ve la presencia de insectos como arañas y ciempiés, además de distintas clases de aves como los colibríes, primordiales para los procesos de polinización y para esparcir semillas en el ecosistema.