Alejandro Gaviria creyó en Gustavo Petro como una “explosión controlada” en Colombia y estuvo siete meses en el Gabinete intentando apoyar ese cambio controlado. Pero ahora, tras su polémica salida, ve con pesimismo un Gobierno que se dijo integrador pero que “se ha olvidado de la paz política”.
“Es una especie de paradoja; el Gobierno está hablando de paz total con los grupos armados, pero se ha olvidado de la paz política”, explica en una entrevista para EFE.
Gaviria, que fue ministro de Educación de Petro, es el claro ejemplo de lo que él considera el “fracaso de la idea de gabinete plural”, de un Gobierno que comenzó con coaliciones y personas procedentes de diferentes corrientes políticas y sectores. Lea aquí: Petro solicita fiscal ad hoc para llevar proceso contra su hijo
Hoy, tras dos cambios de gabinete y otro que cabe esperar el próximo 7 de agosto cuando cumpla su primer año en el Gobierno, Petro se encierra cada vez más con gente de sus bases o de su círculo político más cercano y ha perdido la mayoría en el Congreso, con lo que crecen las dudas sobre cómo sacará adelante su programa de cambio.
Petro tenía “un plan loable pero difícil de realizar”, escribe Gaviria que también fue ministro de Salud durante el Gobierno de Juan Manuel Santos, en su último libro “La explosión controlada” (Debate) donde hace una radiografía del Gobierno de Petro y cuenta una visión desde dentro. Lea aquí: Tres mujeres conforman la terna que Petro presentó para fiscal General
En él habla, con respeto y sin entrar en cuestiones personales, de las estrategias de Petro y formula una tesis: “el cambio requiere una doble mirada”, un futuro distinto como el que plantea el presidente en sus discursos, pero también soluciones, políticas públicas que falta concretar.
“Se siente muy cómodo en los escenarios internacionales donde la política pública no está presente porque no tiene que dar soluciones reales a problemas concretos”, subraya Gaviria. Pero se olvida que gobernar es justamente dar soluciones reales.
“Petro tiene la tentación de lo simbólico, de las puestas en escena, del teatro en la política y eso está bien para liderar una toma de conciencia colectiva, pero no puede ser teatro no más”, reprocha.
El presidente sin presidencia
El exministro ha dicho en varias ocasiones que Petro es “el presidente sin Presidencia”, pues “no es un Gobierno que tenga un equipo robusto” en la Casa de Nariño, faltan tecnócratas, según explica.
Dentro de Petro pelean dos Petros: el “consensualista”, que tras la victoria buscó promover un gabinete plural y gobernar con acuerdos y un Petro que solo habla a sus bases, a quien Gaviria llama “el agitador”; el Petro que pese a las críticas dentro de su propio Gobierno a la reforma a la salud, sale a un balcón, en frente del “pueblo” a defenderla a capa y espada; a que el pueblo la defienda.
“Hay una especie de contradicción entre lo que se predica y lo que se practica”, añade el exrector de la Universidad de los Andes. Y esa integración que predicaba “hoy en día podemos decir que no existe y no solo eso, es que no parece haber una visión clara sobre volverla a llevar a la práctica”.
Esta, como ha pasado en otros gobiernos de izquierda de América Latina, es una doble función: “es muy difícil satisfacer a sus bases, no traicionarlas, pero gobernar implica llegar a acuerdos. Lo que está mostrando el presidente es que muchas veces escoge a sus bases a pesar del precio”, culminó diciendo.