En Colombia, los procesos de desmovilización han sido una estrategia clave para poner fin a décadas de conflicto armado. Estos procesos han permitido que millas de combatientes de grupos guerrilleros y paramilitares abandonen las armas y se reintegren a la vida civil.
A través de programas de reinserción, excombatientes reciben apoyo para su educación, formación profesional y acceso a oportunidades laborales. Esto no solo les brinda una segunda oportunidad en la sociedad, sino que también contribuye a la reducción de la violencia y la construcción de la paz en el país. Lea también: Dan a conocer los protocolos que firmaron el Gobierno y Eln para cese al fuego
En los últimos seis meses la Comisión Americana de Derechos Humanos en Colombia CAMEDH, ha venido desempeñando trabajos en la construcción de la paz y desarrollo territorial en Colombia, mediante talleres de impacto en el perdón social y político entre víctimas y victimarios del conflicto armado colombiano.
De acuerdo a la resolución a la que tuvo acceso el diario El Tiempo, Petro Niño, director General de esta comisión, fue autorizado para contribuir en la labor del alto comisionado para la Paz “de verificar la voluntad real de paz y reinserción a la vida civil” de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), como también se conoce al Clan del Golfo. El documento reconoce a Niño como el “vocero” del grupo armado que “adelantará las gestiones” de sometimiento a la justicia, en coordinación con el alto comisionado. “El señor comisionado Rueda delimitará nuestras funciones”, añadió Niño en diálogo con El Tiempo.
El pasado 8 de julio, Niño tuvo un acercamiento al corregimiento de Doradal, Puerto Triunfo. Antioquia, territorio golpeado por la violencia, donde la CAMEDH llevó a cabo un evento de perdón y reconciliación entre Ramón María Isaza y Oliverio Isaza, desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia del Magdalena Medio y su víctima Jeny Castañeda, hija de Damaris Mejía, líder social, asesinada por orden de Ramón Isaza el 17 de septiembre de 2001.
“No fue nada fácil, durante más de ocho años ‘el viejo’ le insistió para que lo perdonara, pero ella con su corazón lleno de odio no se lo permitía, hasta que al lo perdonó. Ramón Isaza quiso que todo el mundo conociera esta historia y así inspirar a otros a pedir perdón”, indicaron en una entrevista al medio nacional.

“Hoy, la Comisión Americana de Derechos Humanos, ha demostrado que sí puede existir un verdadero acto de perdón, reuniendo a excombatientes y víctimas. En este caluroso acto de perdón también se llevaron a cabo los talleres constructivos: paz y desarrollo territorial, donde se realizaron paneles de justicia transicional en Colombia, perdón político y social, mujer y construcción de paz, desarrollo territorial, y, proceso de justicia y paz y situación de pospenados. Con la finalidad de reflexionar participativamente sobre los conceptos y propuestas de justicia transicional y demás temáticas como causas estructurales del conflicto y los aciertos, desaciertos, problemáticas y aplicación de los acuerdos de paz realizados en Colombia”, expresó la CAMEDH a través de un comunicado.
También agregó: “El Carmen de Bolívar fue el primer escenario de construcción de paz para la Comisión Americana de Derechos Humanos, el 9 y 10 de febrero hicieron presencia en este territorio. Dónde, Edwar Cobos, alias Diego Vecino antiguo (exmiembro de la antiga Autodefensas Unidas de Colombia), quien comandaba el bloque de los Montes de María, rindió disculpas en un acto de perdón a su víctimas del territorio del Carmen de Bolívar. Las víctimas demostraron que el perdón recibido era un paso grande que necesitaban en esta construcción de paz real, aceptando este perdón delante de todos los asistentes. En cada territorio se puede observar que Colombia anhela una paz real”, concluyó.
Desmovilización en Colombia, escenario de debates
En Colombia, los procesos de desmovilización también han sido objeto de polémica y debate. Algunos críticos argumentan que estos procesos han permitido que excombatientes de grupos armados ilegales evadan la justicia y se beneficien de amnistías o penas reducidas por sus crímenes. Esta falta de garantías de no repetición genera preocupación y desconfianza en la sociedad, especialmente entre las víctimas del conflicto. Lea también: “No queremos recoger más compañeros indígenas asesinados”: líder Awá
Pero por otro lado, estos procesos han permitido la desarticulación y disminución de grupos armados ilegales, lo que ha resultado en una disminución significativa de la violencia en el país. Además, la desmovilización ha generado oportunidades para el diálogo y la reconciliación entre antiguos enemigos, fomentando la construcción de una sociedad más inclusiva y cohesionada. Asimismo, los programas de reinserción han brindado a los excombatientes la posibilidad de abandonar la violencia y construir una vida digna a través de la educación, el trabajo y la participación activa en la comunidad.