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La recolecta en redes que sirvió para liberar a un colombiano preso en Tanzania

Por fin, Andrés Ballesteros volverá para abrazar a su hermano Juan (“Joseph Yeladim”) después de 8 años preso. Esta es la historia.

La recolecta en redes que sirvió para liberar a un colombiano preso en Tanzania

Andrés Felipe Ballesteros y su hermano Juan Joseph están a pocas horas de reencontrarse. //Cortesía.

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“Conseguimos el dinero. Sigue instrucciones de Fiscalía. Serás libre”. Esas fueron las tres frases que estuvo esperando Andrés Felipe Ballesteros desde sus 28 años en una cárcel de Tanzania. Ahora tiene 36 años y su libertad será una realidad luego de que su familia, un periodista y el gobierno colombiano lograran fijar una fianza por $120 millones que se pudo pagar gracias a una recolecta en Twitter.

Por fin, Andrés volverá para abrazar a su hermano Juan (“Joseph Yeladim”) después de 8 años preso. Regresará, para juntar de una vez por todas, los pedazos de una vida que se les quebró en un abrir y cerrar de ojos.

En agosto de 2014, luego de su cumpleaños número 28, Andrés decidió tomarse unas vacaciones para viajar a Dar es-Salam, en Tanzania. Al llegar a su destino, las autoridades migratorias notaron que era colombiano y lo detuvieron solo por la sospecha de que, por su nacionalidad, podría ser un personaje de las series televisivas en las que el país es asociado a la ilegalidad; le hablaron en un idioma desconocido para él en ese momento –Suajili–, le quitaron los papeles y lo encarcelaron.

Andrés pensó que se trataba de un control de rutina y que pronto podría salir del centro de detención para conocer las jirafas, elefantes y rinocerontes de África. Sin embargo, la espera se hizo larga al comprender que le habían fijado una pena sin tener ninguna prueba en su contra, que solo tenía derecho a dos minutos por llamada y que sería el único colombiano entre sus compañeros de celda en una cárcel en Keko.

Allí ha pasado los últimos años de su vida con la esperanza de algún día regresar para volver a cantar las canciones que lo hacían reír, para caminar por las montañas y sentarse al lado de los ríos, para abrazar a sus padres que quedaron muertos en vida, para hablar con sus hijos que casi no lo recuerdan y para hacer los chistes que amenizaban las fiestas de navidad.

Mientras tanto, ha tenido que soportar las condiciones infrahumanas de ese centro de reclusión, durmiendo en el suelo y contrayendo enfermedades como la malaria. Su madre dice que su fortaleza se debe a los tres años que pasó alimentándose con leche materna.

Pero Juan Carlos describe a su hermano como un hombre fuerte, alto, moreno, inteligente, con una felicidad que lo caracterizó desde el día de su nacimiento y que ahora le ha salvado la vida. Su gran sentido del humor le permitió ganarse el cariño de sus compañeros de celda y amenizar la larga espera a la libertad.

La solidaridad que les enseñó su abuela desde pequeños cuando repartían mercados a los más pobres, le permitió a Andrés destacar en la cárcel por su capacidad para compartir. Las tres veces que Juan Carlos pudo visitarlo en Keko, él le recordaba que si le llevaba comida, debía ser para 5, 7 o 10 personas. Entonces iba llegando Thanus, Michael, Sunday, Rama a disfrutar de los manjares que Juan Carlos preparaba, a veces eran solo arvejas pero Andrés decía que le sabían al amor de mamá.

Cuando Andrés se enteró de su situación, solo tuvo un par de minutos para llamar a su hermano en la madrugada y contarle que estaba preso. Juan Carlos tardó más de 10 días para contarle la verdad a su mamá y cuando lo hizo, tuvo que ver cómo el rostro de ella dejó de iluminarse.

Su familia dejó de verlo y escucharlo por ocho años. Él solo podía comunicarse a través de cartas muy cortas escritas en la oscuridad, atinando que cada letra quedara en el lugar correcto. Incluso, la abuela no sabe que está preso, solo le han dicho que está de viaje, esa es su verdad para evitarle el sufrimiento.

“Fue muy doloroso. He estado al frente de todo ocultando cosas porque mis padres no saben lo que está viviendo Andrés allá. Sufrió cinco veces de malaria, estuvo a punto de morir, pasó por martirios, golpes, el desarraigo total, es una cosa demencial. Andrés es una persona joven que hasta hace poco pensaba que solo un milagro podía sacarlo”, contó Juan Carlos.

Y el milagro sucedió. El secretario jurídico de la presidencia, Vladimir Fernández, contactó a una ficha clave en todo este proceso. Se trata del periodista Andrés Felipe Giraldo, quien ha denunciado el caso de Andrés Ballesteros desde 2019, pero sin tener ninguna repercusión política ni mediática.

Al conocer los detalles del caso, Fernández movió todas las fichas dentro del gobierno para lograr la libertad del joven preso en Tanzania. Convocó al ministro de Justicia, Néstor Osuna, al canciller Álvaro Leyva, a la embajadora de Colombia en Kenia, Mónica de Greiff y a la Fiscalía con el objetivo de sostener reuniones virtuales y llegar a un acuerdo luego de revisiones diplomáticas, para por fin fijar una fianza de 25 mil dólares.

Juan Carlos ha sido siempre el complemento de Andrés. La noticia de su posible regreso lo sumergió en un tsunami de emociones porque por fin van a volver a tener una vida plena. Sus corazones ya no van a estar partidos en dos continentes sino que ahora van a poder tejer esa herida que un día los separó. El reto era recoger 120 millones de pesos en tres días.

Para lograr esta meta, Andrés Giraldo dio un último empujón. Prestó su número de cuenta y publicó todos sus datos de contacto en su perfil de Twitter e invitó a donar a favor de esta causa en la que participaron alrededor de 1.300 personas. Fueron noches en las que no durmieron, dejaron todo a un lado para enfocarse en reunir la alta suma de dinero pero en la noche del pasado 10 de octubre, su madre, su hermano y el resto de su familia regresó a la vida al enterarse que las donaciones habían incluso superado el monto necesario para liberar a Andrés Ballesteros.

“Fue algo increíble, fue como el gol de Rincón en el minuto 90 contra Alemania. Le devolvimos la vida a mi hermano que se había acabado de enterar de la muerte de la madre de sus hijos hace dos meses”, contó Juan Carlos.

Le devolvimos la vida a mi hermano que se había acabado de enterar de la muerte de la madre de sus hijos hace dos meses”.

Juan Carlos.

Al día siguiente, el periodista Andrés Giraldo, Juan Carlos Ballesteros y Vladimir Fernández hicieron una videollamada exclusivamente para llorar juntos, esta vez de felicidad. “Fue como pagar un rescate porque estamos hablando de un Estado secuestrador. Con la fianza nos entregaron las llaves de la libertad”, comentó Giraldo.

“Estoy muy feliz. Agradecimientos a todos”, fueron las únicas palabras que pudo enviar Andrés en un mensaje cuando se enteró de su libertad. Él quería decir más pero no pudo, era como un telegrama antiguo en el que los amantes revelaban todo su amor en pocas palabras.

El pasado 13 de octubre, el Fiscal General de Tanzania notificó al Gobierno de Colombia que el dinero llegó a la entidad. Cuatro días después, Andrés fue presentado ante la Procuraduría de ese país para que avalara el acuerdo.

Su hermano habla con la nostalgia atravesada cuando recuerda una de las anécdotas que resume toda esta historia. Durante sus primeros semestres de universidad ingresó a un curso de artes marciales. Andrés apenas iba terminando su primaria pero lo acompañaba a cada entrenamiento y así aprendió cada movimiento. La prueba final del curso era derrotar al maestro, Andrés lo logró. Sintieron una alegría inmensa porque había demostrado una gran fuerza mental y física, la misma que lo ha sostenido hasta ahora.

Para él, Andrés está enfrentando a una gran maestra, la vida, que a veces llega con obstáculos tan grandes como una cárcel injusta en Tanzania, pero está a pocas horas de derrotarla y volver a sentir esa felicidad.

Juan Carlos Ballesteros no quiere pensar en el futuro, solo quiere vivir este presente al que lo acechan los recuerdos mientras espera paciente la llegada de su hermano con el que espera volver a reír cantando Viernes 13 de Vico C, volver a jugar fútbol de volante y de centro, escucharlo reír y contar chistes en las navidades, verlo bailar, montar en bici y caminar hasta las montañas para divisar el paisaje, juntos y en silencio.

En la madrugada de este miércoles 19 de octubre, Andrés pisará por última vez la Corte de Dar es-Salam. Un juez le dará un boleto de salida directo a la libertad. Su hermano ya le compró el tiquete a Colombia, donde lo esperan más de 1.300 colombianos que soñaron con su regreso

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