Este año, la Constitución Nacional cumple 20 años de vida y a pesar de los cambios que ha sufrido, la intención con la que vio la luz a mediados de 1991, se mantiene intacta.
Por lo menos así lo considera el presidente de la Corte Constitucional, magistrado Juan Carlos Henao, quien no duda en calificar la Carta Magna como el faro que guía la cotidianidad de los colombianos y uno de los logros del cual los colombinos se pueden sentir orgullosos.
Y no es para menos, pues –dice- que con la Constitución del 91, se generó un cambio social rotundo y aunque se ha alcanzado un alto grado de conocimiento de la Carta Política, el presidente de la Corte considera que aún “falta mucho por hacerse, mucho por penetrar la en la sociedad civil, pues el discurso constitucional supone que no debe haber corrupción, pero este fenómeno es rampante”.
“Lo que le ha faltado a la Constitución del 91 es una mayor eficacia sobre la realidad y la sociedad civil, donde el discurso sobre la justicia y la equidad vaya subiendo su nivel”, complementa Henao, para quien es claro que el problema consiste en la eficacia de las normas.
La Constitución se convirtió en un texto humano
- ¿Como analiza la Constitución del 91 y lo que ella representan 20 años después de su nacimiento?
Ha sido un cambio muy positivo. La transición de la Constitución de 1886 a la de 1991, generó un cambió en el discurso constitucional del país. Los cambios desde mediados de 1991 con esta nueva Carta fueron fundamentales para que se diera una sociedad mucho más democrática, incluyente, participativa, con más derechos y más igualitaria.
- ¿Por qué es mejor la Constitución del 91 frente a la del 86?
Entre otras razones, porque la nueva Constitución estableció un catálogo de derechos fundamentales que debían y podían ser protegidos a través de la acción de tutela.
- ¿Qué significó esto para cada uno de los colombianos?
Con esta posibilidad, la ciudadanía se acercó mucho más a sus derechos, se generó una conciencia frente a los derechos a los que la gente puede acceder.
- ¿Cómo cree usted que los colombianos ven hoy la Constitución?
Como un texto humano, un texto que dejó de ser incomprensible, normativo, elevado e inalcanzable.
- ¿Qué había antes y que hay ahora después de julio 4 de 1991?
Los cambios fueron muchos pero me gustaría resaltar la presencia de la tutela. Sin duda este mecanismo es la vedette de la Constitución. No en vano, hoy se han instaurado más de tres millones de tutelas. Otro punto para resaltar es que aunque esta Constitución de 1991 es presidencialista, no lo es tanto como la de 1886 que era hiperpresidencialista. Súmele a esto la libertad religiosa.
- ¿Qué quiere decir con hiperpresidencialista?
Antes de 1991, el país vivía en estado de sitio y eso significaba una desarticulación de la colaboración que debía haber entre los tres poderes, pues el Ejecutivo asumía la competencia del Congreso por lo que los presidentes eran los que hacían las leyes. Aunque el Congreso existía, las decisiones importantes las tomaban los presidentes y todo eso cambió.
- ¿Cómo definiría usted a los constituyentes del 91?
Fue una generación que padeció los males del diseño de la Constitución de 1886.
- Usted habla de la libertad religiosa, ¿cómo se dio ese cambio?
En términos de libertades, la Constitución de 1886 establecía que la religión católica, apostólica y romana era la religión del Estado colombiano y que las autoridades de la República deberían hacer todo para preservarla, conservarla y promoverla. Desde 1991 se llega a un Estado laico, donde el Estado es transparente y donde hay libertad de cultos.
- En el camino de los derechos a los que ha hecho usted referencia, ¿qué ha pasado con los trabajadores colombianos?
Antes, muchos trabajadores veían como algunos empleadores podían evadir el pago de cesantías, primas y vacaciones, etc. Hoy haga usted eso y verá lo que le puede pasar, y de esas consecuencias la gente tiene conocimiento y también conoce los medios para que le reconozcan sus derechos.
- ¿Cómo podría definir usted la Constitución?
Una Constitución es un faro, una guía que marca la cotidianidad de la gente, de todos los colombianos y de todas las edades afectadas todas por problemas, aparentemente, pero que son importantes para cada quien. Por ejemplo, el muchacho que echan del colegio por tener el pelo largo. Hay quienes consideran que la Constitución ha permitido un exceso de libertades y hacen referencia a los derechos que pretenden las parejas del mismo sexo, etc.
- ¿Y es así?
Yo no creo. La Constitución establece un equilibrio entre derechos y obligaciones, entre libertades y limitaciones. Mire, hay libertad de prensa pero se quiere que haya responsabilidad, se han establecidos límites. La Constitución del 91 no es generar un libertinaje porque no hay sociedad que lo resista. Estamos ante un constitucionalismo moderno que es incluyente, tolerante, respetuoso de las minorías.
Con la Constitución del 91 se crearon instituciones como la Fiscalía, el Consejo Superior de la Judicatura, la propia Corte Constitucional que antes era una sala de la Corte Suprema,
- ¿Qué han significado para el país estas nuevas instituciones?
Tras largos debates al interior de la Constituyente, se acogió la filosofía alemana de crear un tribunal como la Corte Constitucional, que debía ser elegido de manera diferente. Hoy creo que el resultado ha sido positivo. Considero, sin ser petulante, que hoy la gente puede creer más en estos organismos. La Corte ha sido una de las abanderadas de la defensa de derechos, en la promisión de valores democráticos, en discurso igualitario, en defensa de los derechos democráticos, de libertades con responsabilidad, etc.
- ¿Cómo entender que tras 20 años no se hayan expedido estatutos como el laboral y otros aspectos trazados desde el nacimiento de la Constitución?
Hay muchos temas que son competencia del legislador y porque suponen un conflicto de intereses mayúsculos, no han logrado pasar en el Congreso. En estos casos, y en lo que a la Corte como guardiana de la Constitución le corresponde, se ha limitado a hacer exhortos para que se hagan estudios; ahí ha faltado normatividad, como son el tema de la salud, el estatuto del trabajo, las relaciones de parejas del mismo sexo. Nosotros exhortamos, pero no legislamos.
El error de la modificación constante
- ¿Cómo analiza los cambios que ha sufrido la Constitución?
Las reformas constitucionales no son ni buenas, ni malas, depende de para qué se hagan. Lo que sí es cierto es que una Constitución se debería reformar lo menos posible, porque la filosofía de una Constitución es su permanencia en el tiempo y no estar sujeta a los vaivenes coyunturales de la política. Hacer muchas reformas a la Constitución lo que muestra es una falta de consolidación política en el país.
- ¿Ha cambiado mucho el espíritu de la Constitución 20 años después?
Ha habido muchos cambios, pero una cosa que debe quedar clara es que su esencia sigue vigente. Lo que debería suceder es que no se reforme tanto, pero no se puede caer en extremos de que toda reforma es negativa.
- ¿Cuál es esa esencia que sigue vigente?
El pluralismo, la inclusión, la tolerancia, el equilibrio de poderes, un Banco de la República, independiente, la autonomía de la Rama Judicial. No todas las reformas son perjudiciales, para la muestra la que se gestionó para que Colombia se adhiriera a la Corte Penal Internacional, la otra reforma fue para la Fiscalía.
- ¿Qué reforma ha sido negativa?
Le respondo con el fallo de la Corte sobre la reforma que incluía, sin concurso, a funcionarios públicos en la carrera administrativa. Esta fue una reforma coyuntural. Ahora, tampoco se puede decir que todo lo coyuntural es negativo, es necesario en cada caso mirar el contexto.
- ¿A qué cree que se debe que la Constitución sea tan extensa (380 artículos)?
Eso es algo propio de los países en desarrollo y está relacionado un poco con un fetichismo Constitucional, pues la gente cree que si algo no está en la Constitución no vale. Eso no es cierto, pues las situaciones pueden estar reglamentadas en diversas leyes. Lo que se quiere es presentar un exceso de precisión en la Constitución, cuando debería ser mucho más general, más abstracto, pero así somos.

