En un estudio astronómico, publicado en la revista Nature, se informa del descubrimiento de un sistema formado por dos cuerpos celestes, situados a unos 1.400 años luz de distancia, que, juntos, ofrecen una excelente oportunidad para estudiar las atmósferas calientes de Júpiter, así como para avanzar en nuestra comprensión de la evolución planetaria y estelar. Lea: Interestelar dio en el clavo: hallan que hay maremotos en las estrellas
El descubrimiento de este sistema binario, el más extremo de su tipo conocido hasta ahora en términos de temperatura, se hizo a través del análisis de datos espectroscópicos recopilados por el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral en Chile.

Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral en Chile.
El sistema binario involucra dos objetos celestes que se llaman “enanos”, pero son de naturaleza muy diferente. Una es una “enana blanca”, el remanente de una estrella similar al Sol después de haber agotado su combustible nuclear. La otra parte del par, que no es un planeta ni una estrella, es una “enana marrón”, miembro de una clase de objetos que tienen una masa entre la de un gigante gaseoso como Júpiter y la de una estrella pequeña.
Enanas marrones
Las enanas marrones a veces se denominan estrellas fallidas porque no son lo suficientemente masivas como para impulsar reacciones de fusión de hidrógeno. Sin embargo, a diferencia de los planetas gigantes gaseosos, las enanas marrones son las lo suficientemente masivas como para sobrevivir a la “atracción” de sus compañeros estelares.
“La gravedad de las estrellas puede causar que los objetos que se acercan demasiado se rompan, pero esta enana marrón es densa, con 80 veces la masa de Júpiter comprimida en el tamaño de Júpiter”, dijo la autora principal del estudio, Na’ama Hallakoun, investigadora postdoctoral en el Instituto de Ciencias Weizmann. “Esto le permite sobrevivir intacto y formar un sistema binario estable”.
Hallakoun dice que el sistema que ella y sus colegas descubrieron ofrece la oportunidad de estudiar el efecto de la radiación ultravioleta extrema en las atmósferas planetarias. Dicha radiación juega un papel importante en una variedad de entornos astrofísicos, desde las regiones de formación de estrellas, pasando por los discos de gas primordiales a partir de los cuales se forman los planetas alrededor de las estrellas, hasta las atmósferas de los propios planetas. Esta intensa radiación, que puede provocar la evaporación de gases y la ruptura de moléculas, puede tener un impacto significativo tanto en la evolución estelar como planetaria. Pero eso no es todo.
“Solo un millón de años desde la formación de la enana blanca en este sistema, una cantidad de tiempo minúscula en la escala astronómica, hemos tenido un raro vistazo de los primeros días de este tipo de sistema binario compacto”, explicó Hallakun. Agrega que si bien la evolución de las estrellas individuales es bastante conocida, la evolución de los sistemas binarios que interactúan aún no se comprende bien.
Y concluyó: “Las futuras observaciones espectroscópicas de alta resolución de este sistema caliente similar a Júpiter, realizadas idealmente con el nuevo Telescopio Espacial James Webb de la NASA, pueden revelar cómo las condiciones calientes y altamente irradiadas impactan la estructura atmosférica. Algo que podría ayudarnos a comprender los exoplanetas en otras partes del universo”.