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Ciencia

“Los hipopótamos de la cocaína”, nueva preocupación para los científicos

El legado negativo que dejó Pablo Escobar en Colombia no solo se ve en la cultura traqueta y en la tristeza de sus víctimas, sino también en el medioambiente.

“Los hipopótamos de la cocaína”, nueva preocupación para los científicos

La población de hipopótamos en el Magdalena Medio llegaría a más de 200, lo que significa un poder de destrucción ambiental y social de urgente control por parte del Gobierno. // EFE

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Pablo Emilio Escobar Gaviria. Dos nombres. Dos apellidos. Uno solo el imperio criminal que construyó y que traspasó fronteras hasta catapultarlo como el narcotraficante más poderoso, temido y adinerado de la historia hasta que los carteles mexicanos golpearon fuerte sobre la mesa. (Lea: Hallan una estrella con una naturaleza que ningún astrónomo había visto)

Carros lujosos, apartamentos por doquier, avionetas repletas de cocaína y muchas, muchas muertes y bombas. En medio del panorama de terror que implantó Escobar en Colombia en los años ochenta, se obsesionó con crear el mejor zoológico del continente en su hacienda Nápoles con elefantes, jirafas y un sinnúmero de especies exóticas.

Pablo Escobar.

Cuatro décadas después, de cuatro hipopótamos, tres hembras y un macho, se originó un problema ambiental y social en la región del Magdalena Medio, pues hay 160 animales de esta especie haciendo suya la cuenca del río Magdalena, devastando el ecosistema y representando un peligro para los habitantes de la zona. Sin embargo, científicos de Estados Unidos muestran su preocupación ya que consideran que el número de “hipopótamos de la cocaína” es el doble.

Recientemente se conoció que el Gobierno de Gustavo Petro planea exportar alrededor de 70 que escaparon de Nápoles a algunos escenarios de México, la India, Ecuador, Filipinas y otros países por concertar. El país de Andrés Manuel López Obrador los recibiría con los brazos abiertos, ante la cruda solución de sacrificarlos o esterilizarlos en busca de parar su reproducción descontrolada. Toda esta operación costaría 3,5 millones de dólares, más de 14 mil millones de pesos.

La preocupación

Esta especie es considerada como una de las más grandes invasoras del planeta por su potencia destructora a la fauna y a la flora nativa de cada país, y el cuestionado censo que se hizo de su presencia en Colombia solo provoca más desconcierto.

Según la revista Nature, un nuevo estudio, realizado por un equipo de investigación contó los animales en persona, con drones y utilizando otros métodos de rastreo, estimando que hay entre 181 y 215 de ellos residiendo en Colombia. Un batacazo para los registros gubernamentales.

“Antes, un argumento en contra de tratar con los hipopótamos era que nuestra información era limitada y nuestros argumentos eran teóricos”, dice el ecologista Rafael Moreno, citado por Nature, quien participó en el estudio mientras trabajaba en el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt en Bogotá. “Pero hemos puesto ese argumento a la cama ahora. Este estudio muestra que este es un problema real y que el Estado debe actuar con urgencia”.

Y es que el tema es preocupante, debido a que sin los depredadores naturales o las sequías de su África natal para mantenerlos bajo control, los herbívoros gigantes se han reproducido rápidamente para formar la mayor población de animales fuera del continente negro.

“Los funcionarios colombianos han tenido problemas para controlar a los hipopótamos. Después de que ordenaron matar a un macho agresivo en 2009, una foto de soldados posando con el cadáver provocó indignación y detuvo los esfuerzos para controlarlos”, aseveró Lucas Taylor, periodista de Nature.

Y agregó: “Algunas comunidades ahora dependen del turismo que traen los hipopótamos, mientras que otras, en particular las comunidades pesqueras, viven en miedo a los animales altamente territoriales, que pueden pesar 3 toneladas y pueden arrancar las extremidades de una persona o pisotearlas”.

Una forma de controlar la población de hipopótamos es mediante la anticoncepción, administrada con un dardo.

Un presente sin control

Informa Nature que los investigadores encontraron que el 37% de los hipópitamos de la droga son juveniles, lo que indica que los animales se están reproduciendo rápidamente. Una hipótesis para esto es que los hipopótamos están alcanzando la madurez sexual antes que en África debido a las exuberantes condiciones de Colombia.

“Otra es que los animales están teniendo un mayor éxito reproductivo porque hay menos peleas entre ellos por el territorio y los recursos. Pero se necesita evidencia para confirmar la causa real”, expone la revista científica.

Los animales mientras mueven sus enormes cuerpos hacia y desde los ríos, erosionan las riberas de los ríos y abren caminos fangosos que dividen los bosques. Además, están superando a otros animales por el hábitat y los recursos, siendo el manatí antillano ( Trichechus manatus ), la nutria neotropical ( Lontra longicaudis ) y el carpincho ( Hydrochoerus hydrochaeris ) los más amenazados.

Posibles soluciones

Los científicos citados por Nature exponen que, tras graves ataques a humanos en 2020 y 2021, y un reciente accidente automovilístico que dejó un hipopótamo muerto en la carretera, se necesitan soluciones.

“Una estrategia que se está probando actualmente es administrar anticonceptivos a los animales mediante dardos. Eso podría eventualmente deshacerse de los hipopótamos al evitar su reproducción, pero es lento, costoso y no se ha probado antes en hipopótamos a tal escala. Un estudio de modelado publicado el 2 de abril estimó que este método podría erradicar a los hipopótamos en 45 años a un costo de al menos US$850.000, casi 3.600 millones de pesos.

Otra estrategia, capturar, anestesiar y transportar a los hipopótamos en helicóptero a una instalación para ser castrados, costaría al menos $ 530,000 y tomaría hasta 52 años para la erradicación, encontró el estudio publicado por Nature. Una solución de 2.231 millones de pesos.

Muchas voces proponen el sacrificio, por ser lo más rápido, certero y fácil de hacer por los humanos; no obstante, pega duro en la conciencia y en la moral de un país catalogado como el segundo país con mayor biodiversidad del mundo.

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