Desde su lanzamiento el pasado 25 de septiembre desde Guayana Francesa, el telescopio espacial James Webb fue presentado al mundo como el instrumento más potente y con la tecnología ideal para conocer los orígenes del Universo. (Tras el amerizaje exitoso de Orion, ¿qué sigue en el programa Artemis?<a rel="noopener noreferrer" href="https://www.eluniversal.com.co/ciencia/la-imagen-del-webb-que-fue-presentada-en-primicia-a-dos-lideres-mundiales-LY7607184" target="_blank">)
En los meses siguientes ha maravillado con las imágenes más hermosas que el ser humano ha visto del Cosmos y ha aportado un invaluable registro de datos que la ciencia estudia para comprobar complejas teorías, conocer sobre la biología espacial y denotar si es veraz que haya habitabilidad en las estrellas para el hombre.
La luz más antigua
La Bombilla Centenaria ha de estar triste. La enigmática bombilla ubicada en una estación de bomberos en Livermore, una ciudad californiana de Estados Unidos, alumbra desde 1901. Es tan famosa que tiene su propia página web, un perfil de Facebook y una cámara la filma día y noche. Pero ahora ni su récord Guinness la consolará con el hallazgo del James Webb.
El telescopio ha confirmado una teoría científica de vieja data: la luz que ha viajado durante más de 13.400 millones de años para llegar a nuestra vía láctea se origina en la galaxia más antigua y distante detectada hasta el momento.
El Universo apenas tenía unos 350 millones de años cuando esta galaxia emitió su luz en nuestra dirección. En esa época, en magnitudes cósmicas, el Big Bang acababa de ocurrir y el Cosmos todavía era una masa nebulosa, densa y sombría que escondía los primeros rayos de luz en nubes de material.
Observarla fue posible gracias a las largas observaciones espectroscópicas del Webb, tan detalladas que los científicos pueden medir la distancia que ha viajado la luz de estas galaxias y además inferir algunas de las propiedades de estas galaxias ancianas.
“En cifras, hablamos de una galaxia que estaba solo 330 millones de años después del Big Bang, es decir, una de las primeras que brillaron en nuestro Universo”, expuso Miguel Jorge, periodista del medio Gizmodo.
“Este método se conoce como corrimiento al rojo espectroscópico y, aunque es más preciso, también es mucho más complicado, según explicó la astrónoma Emma Curtis-Lake de la Universidad de Hertfordshire en el Reino Unido.
El poder del infrarrojo
Según Miguel Jorge, era crucial demostrar que estas galaxias, de hecho, habitan en el Universo antiguo. “Es muy posible que las galaxias más cercanas se hagan pasar por galaxias muy distantes. Ver el espectro revelado como esperábamos, confirmando que estas galaxias están en el borde real de nuestra vista, ¡algunas más lejos de lo que el Hubble podía ver! Es un logro tremendamente emocionante para la misión”, expresó Curtis-Lake.
Tras los análisis ahora se sabe que Jades y sus galaxias vecinas tienen una masa de unos 100 millones de soles y menos de 100 millones de años. También que se formaron en muy poco tiempo y rápidamente ionizaron el gas de hidrógeno a su alrededor.

“Mientras más lejos está un objeto, más débil es la luz que nos llega del mismo. Por esto, una galaxia a 13.400 millones de años no es precisamente un faro en la oscuridad. De hecho, es la llama de una vela vista desde una escala satelital. Pero es aquí donde entran el poder del James Webb”, indicó Tomás Rivero, de Hipertextual.
Con sus cámaras MIRI y NIRCam, el telescopio es capaz de captar la luz infrarroja de los objetos. Debido a la expansión del Universo durante su viaje por el espacio, la luz visible sufre un efecto denominado como corrimiento al rojo. Esto la transporta al espectro infrarrojo. Mientras más alto el índice de corrimiento al rojo, más lejos está de nosotros.