Uno de los símbolos más conocidos para hacer referencia a los ángeles del cristianismo es el halo de luz que posa sobre sus cabezas, en estampillas y estatuas. Una figura elíptica similar rodeó el Sol cartagenero en los últimos días, lo que desató la curiosidad de los ciudadanos.
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Según National Geographic, hay personas que aseguran que este tipo de fenómenos auguran temblores o catástrofes naturales; sin embargo, no hay evidencia que dé sustento a esta superstición. Por otro lado, se cree que la antelia, como se le conoce a este fenómeno, es una señal de la época de tormentas, ciclones e invierno, como la que atraviesa la ciudad.
Expertos recomiendan no observarlos de manera directa porque pueden ser nocivos para la retina del ojo. Para la NASA, la aparición de este halo solar no es ningún misterio, según referencia NatGeo, debido a que las observaciones de la agencia espacial concluyen que es producto de la interacción de partículas de agua congelada en la atmósfera y la humedad proveniente de los océanos.
En una explicación más técnica, estos curiosos aros lumínicos alrededor del Sol y de la Luna, que al parecer también se presentan en otros planetas con atmósferas similares, se originan por los mecanismos físicos de la reflexión y la refracción en los pequeños cristales de hielo que constituyen las nubes altas de tipo cirrus, en suspensión en la tropósfera, que refractan la luz generando un espectro de colores alrededor de los cuerpos astrales.
Su formación
El fenómeno meteorológico se da por las bajas temperaturas, humedad y cristales de hielo, estos últimos tienen forma de hexágonos, y cuando la luz del sol los atraviesa, se descomponen en colores como un arcoíris. En otros términos, se forman por el cruce incidental entre la luz solar y la atmósfera terrestre.
Los cristales del anillo iridiscente se forman a más de 10 kilómetros de la superficie terrestre. De hecho, en las latitudes más norteñas del planeta, durante el solsticio de diciembre se llegan a formar varios halos solares concéntricos. Especialmente, en el Polo Norte.
En regiones como Latinoamérica su aparición se da por las condiciones atmosféricas conectadas con tormentas. No tiene un color característico, pues en ocasiones es tornasolado, en otras es blanco o coloreado con tonos tenues. Además, no todos los halos se ven con la misma precisión, ya que su claridad depende de la posición del Sol y las condiciones atmosféricas.

Halo solar fotografiado hace tres días en Guanajuato, México. // EFE
Según la Organización Meteorológica Mundial, citada por NatGeo, la concentración de nubes cirrostratus nebulosus son las principales responsables de la aparición de halos solares en las alturas. “Visto de otra manera, las partículas de hielo en la atmósfera sirven como millones prismas minúsculos que, en conjunto, refractan la luz y generan colores en el cielo”, explican.
Usualmente, el círculo del halo solar suele ser iridiscente con el color rojo en el lado interior del anillo y el verde y el azul claro en la parte externa, también pueden parecer un arcoíris completo.
Un dato curioso, referenciado por el portal Ecología Verde, es que el diámetro del halo solar es de 22 grados de radio y siempre se mantendrá de ese tamaño, pese a su posición en el cielo.
Los expertos advierten que se debe evitar mirar directamente a los halos solares debido a la radiación solar general y a su composición de rayos ultravioleta, que traspasan la capa de ozono y que producen daño al tejido ocular (retina, cristalino, etc.).
Para aquellos interesados en contemplarnos, pueden hacerlo con algún objeto de forma circular tapando la visión del Sol a fin de dejar a la vista únicamente el círculo de colores que lo rodea, simulando un eclipse.
