La comunidad de La Sevillana, en Cartagena, ha vivido una odisea alrededor de 14 años marcada por la ilusión, el engaño y una lucha incansable por la legalización de sus terrenos. Marta Reales, habitante y propietaria, y Javier Torres González, presidente de la Junta de Vivienda Comunal, relatan la compleja historia de un barrio que, tras años de invisibilidad y estigmatización, finalmente vislumbra la luz al final del túnel.
Todo comenzó con la promesa de una vivienda digna. Marta Reales recuerda cómo, al llegar a La Sevillana, se enamoró de una esquina y fue dirigida a una constructora que se presentó como la legítima vendedora de los lotes. Con una maqueta idílica, calles pavimentadas y todos los servicios prometidos, miles de familias invirtieron los ahorros de toda una vida creyendo en una transacción legal. La ilusión de construir un hogar sólido era palpable.
Pero dos años después, la realidad golpeó fuerte. Un reportaje de “Séptimo Día” reveló que los terrenos no pertenecían a la constructora, desatando desesperación y frenando el progreso de miles de familias. Este sector quedó sumido en un litigio jurídico que congeló su desarrollo y sembró el temor de perder todo: ahorros, vivienda y estabilidad. Lee también: La Sevillana: así se logró la legalización de 900 viviendas en Cartagena.
Una comunidad estigmatizada que comienza a renacer
Durante años, La Sevillana fue un sector anónimo para la ciudad, y sus habitantes fueron injustamente catalogados como invasores. La falta de servicios básicos continúa siendo uno de los mayores retos. “Esta comunidad padece muchos problemas; actualmente solo tenemos dos servicios legales: gas y luz”, explica Marta Reales.
El alcantarillado y el agua potable siguen siendo necesidades urgentes. El agua que reciben, según relata Reales, no es apta para el consumo humano debido a su alta sedimentación.
Por mucho tiempo, las solicitudes de la comunidad permanecieron sin respuesta. Sin embargo, Marta y Javier coinciden en que la llegada de la administración del alcalde Dumek Turbay marcó un antes y un después.
La articulación institucional que impulsó el cambio
“La verdad es que en este gobierno del doctor Dumek vivimos muy agradecidos porque le ha puesto el ojo a La Sevillana; con apoyo de la Fundación Santo Domingo, todo esto se ha dado”, afirmó Torres González.
Por su parte, la legalización del barrio avanza gracias al trabajo conjunto entre la Alcaldía, Corvivienda y otros entes locales como Control Urbano y Planeación. Un actor determinante ha sido la Fundación Santo Domingo, cuyo acompañamiento técnico y social ha permitido que el proceso se materialice. La comunidad reconoce que sin este respaldo, el logro sería impensable.
Legalizar para transformar: el impacto social del proceso
Para la Fundación Santo Domingo, la pobreza tiene múltiples dimensiones, y una de ellas es el entorno donde se desarrollan las familias. Cuando una comunidad habita un territorio sin legalización, reina la incertidumbre, la falta de pertenencia y la ausencia de apropiación. Esto limita la movilización social y el avance hacia mejores condiciones de vida.
El caso de La Sevillana demuestra que, frente a problemáticas complejas como las ocupaciones irregulares, la articulación entre sector público, privado y comunidad no solo resuelve un problema de vivienda, sino que genera un impacto social profundo. Seguridad, salud, educación y empleo empiezan a tomar forma cuando la tierra se legaliza y se reconoce a sus habitantes como propietarios legítimos.