No fue en 2025 ni en Bucaramanga. En Cartagena de Indias ya se habían realizado dos cirugías cerebrales contra la depresión profunda, mucho antes del caso que recientemente acaparó titulares como “el primero en Colombia”. Y es que los padecimientos psiquiátricos, desde hace siglos, no solo afectan al paciente, sino también a la sociedad y a los sistemas de salud.
“Hoy en día, algunos padecimientos psiquiátricos pueden ser tratados mediante intervenciones mínimamente invasivas y altamente selectivas. Cuando hablamos de tratamientos altamente selectivos, nos referimos a procedimientos reservados para un número reducido de pacientes que, bajo protocolos estrictos, pueden ser candidatos a una cirugía funcional”, así lo explica el neurocirujano Juan Carlos Benedetti, especialista en estimulación cerebral profunda (DBS) y reconocido como una autoridad en el tema.
De acuerdo con el especialista, dentro de la neurocirugía existe una subespecialidad denominada neurocirugía funcional, y dentro de esta, se encuentra la neuromodulación aplicada a trastornos psiquiátricos.
“Esta neuromodulación se realiza mediante sistemas de estimulación cerebral, ya sea cortical o profunda. Lo que diferencia la estimulación cerebral profunda aplicada a trastornos del movimiento, de la dirigida a trastornos psiquiátricos, son los blancos estereotácticos, es decir, las zonas anatómicas específicas del cerebro donde se dirige la estimulación”, expone.
Y amplía: “Sabemos que los padecimientos psiquiátricos son trastornos de redes neuronales, especialmente aquellas involucradas en la esfera afectiva, que nos permite, como seres humanos, ser sociables y establecer vínculos emocionales. Cuando los circuitos que regulan esa dimensión afectiva, junto con los sistemas de recompensa, se alteran, pueden dar origen a trastornos psiquiátricos”.
Así se realizan en Cartagena las cirugías cerebrales contra la depresión
El neurocirujano Juan Carlos Benedetti explica que, así como la epilepsia se manifiesta por una alteración eléctrica anormal llamada hipersincronía, que produce convulsiones o crisis epilépticas, algo similar puede ocurrir en ciertos trastornos psiquiátricos: “Si existen circuitos neuronales que no estén funcionando correctamente, que presenten hipersincronía dentro de las redes relacionadas con el afecto y el sistema de recompensa, también podríamos ver alteraciones de tipo psiquiátrico”.

Por eso, el caso de una mujer sometida a una cirugía de estimulación cerebral profunda para tratar la depresión resistente llamó la atención en el país. No obstante, en Cartagena de Indias ya se habían realizado procedimientos similares a dos pacientes con depresión mayor, quienes cumplieron con ciertos requisitos, fueron evaluados bajo protocolos estrictos por una junta médica multidisciplinaria y aprobados por un comité de ética médica, por motivos humanitarios, para recibir esta intervención.
“En la región Caribe, y en Cartagena de Indias específicamente, desde el año 2008 se vienen realizando cirugías de neuromodulación para tratar trastornos psiquiátricos. Hemos operado a dos pacientes con depresión mayor. El primero fue intervenido en 2016, y ambos cuentan con un seguimiento de más de cinco años, con una respuesta superior al 60 por ciento en la Escala de Hamilton -herramienta utilizada para medir la gravedad de los síntomas depresivos- y una mejoría del 80 por ciento en su calidad de vida”, indica el doctor Benedetti.
El experto deja claro que este procedimiento se considera un último recurso terapéutico, reservado para casos en los que el paciente es refractario al tratamiento farmacológico, a la psicoterapia, a la terapia electroconvulsiva (TEC) y a otras intervenciones no invasivas que no han dado resultados positivos. “Si ese paciente continúa con un trastorno psiquiátrico mayor, entonces, por motivos humanitarios y bajo protocolos estrictamente científicos, podría ser considerado candidato para un procedimiento de neuromodulación mediante cirugía funcional”.
Todo sobre la cirugía cerebral para tratar la depresión
El doctor Benedetti explica que la cirugía consiste en la implantación de dos electrodos en diferentes regiones del cerebro y un neuroestimulador que se coloca debajo de la piel del pecho. “Es un mini computador que hace unos registros cerebrales y que con ese neurogenerador se puede estimular esos circuitos neuronales dentro del cerebro”.
Y destaca: “Hoy en día conocemos con mayor precisión dónde se localizan los circuitos neuronales afectados en los trastornos psiquiátricos. Dentro de estos circuitos se encuentran ciertos núcleos cerebrales, que son agrupaciones de millones de neuronas condensadas en regiones específicas del cerebro y que mantienen interconectividad entre sí. A este mapa de conexiones se le conoce como conectómica.
Gracias al avance en el conocimiento de la conectómica del cerebro humano, es posible identificar las áreas específicas que deben ser estimuladas en estos pacientes”.
Cabe destacar que la cirugía representa solo el 50% del tratamiento. “Lo que sigue es un tratamiento integral”, puntualiza.
El cartagenero que se sometió a cirugía por depresión profunda
Lorena* sabe lo que es la depresión. La conoce de cerca. La historia de su papá, un cartagenero que falleció en 2022 por complicaciones asociadas al Covid-19, la marcó para siempre. Aunque tenía solo 10 años y no recuerda con precisión aquellos síntomas en los que su héroe y mejor amigo se apagaba y se aislaba, sí le contaron sobre las veces en que tuvo que ser hospitalizado en el antiguo Hospital San Pablo, y sobre aquellas sesiones de electrochoque que se practicaban en esa época. “El proceso de depresión de mi papá fue bastante largo. Lo vieron múltiples psiquiatras y estuvo hospitalizado en varias clínicas de la ciudad. (…) Durante los episodios más severos, se encerraba en el cuarto, no salía, ni siquiera iba al baño. Cuando lo hacía, era solo para no hacerse en la cama”. En 2010, tras llegar de la universidad, Lorena se percató de un hecho que alarmó a toda la familia.
“Lo encontré en la cama. Le pregunté: ‘¿Papi, qué tienes?’, y me respondió que se había tomado unas cuantas pastillas. Ese día tuvo un intento de suicidio: se tomó 30 pastillas de alprazolam, el ansiolítico que le habían formulado”. Y es que Pedro no solo estaba triste. Ni se sentía mal “por unos días”. Con Pedro nada funcionaba. Ni los medicamentos, ni la psicoterapia, ni los cambios de entorno o apoyo de su núcleo familiar más cercano lograron aliviar la carga.
En medio de un camino tan silencioso como devastador, apareció el neurocirujano Juan Carlos Benedetti y la posibilidad de una cirugía cerebral para tratar su depresión profunda y refractaria. “A los 41 años fue sometido a este procedimiento. Después de la cirugía, volvió a manejar, salía con mi abuela, estaba pendiente de los niños, compartía en los eventos familiares, preparaba la cena… y sus periodos de depresión ya no eran tan profundos ni tan largos. Su calidad de vida mejoró”.
Pedro José siempre fue consciente de su diagnóstico, al igual que su familia. Su vida tuvo un antes y un después tras la cirugía cerebral. Hoy, su familia lo recuerda con amor y lo ve como un ejemplo esperanzador para quienes enfrentan esta enfermedad.
*Nombre cambiado a petición de la fuente