Octavio Mercado*, con más de 30 años viviendo en el barrio El Silencio de Cartagena, ha sido testigo de numerosos hechos de intolerancia. Sin embargo, uno de los episodios más impactantes ocurrió durante un aguacero, cuando su vehículo resultó dañado en medio de un enfrentamiento entre pandillas.
Ese día llovía intensamente. Desde su ventana, Octavio observaba lo que ya parecía una escena habitual: grupos de jóvenes enfrentándose con piedras y palos. Pero esta vez fue distinto. Un joven lanzó una piedra grande con la intención de agredir a sus rivales, pero falló el objetivo y terminó destrozando el parabrisas delantero de su carro. El hecho quedó impune y él tuvo que asumir los costos de la reparación “sacando de donde no tenía”.
Otro caso reciente y aún más trágico que conmocionó a la comunidad ocurrió el pasado viernes 13 de junio en la calle Wilfrido Castro, del barrio La Candelaria. Un niño de 12 años resultó gravemente herido tras ser impactado por un proyectil de arma de fuego en la cabeza, mientras observaba una riña callejera en plena lluvia.

Hechos similares a estos se han denunciado en barrios como Olaya Herrera, La María y Luis Carlos Galán, donde las lluvias parecen ser el escenario propicio para enfrentamientos entre pandillas. Integradas en su mayoría por jóvenes menores de 18 años, estas bandas recurren a machetes, piedras, palos e incluso armas de fuego. Además, se aprovechan de las inundaciones para cometer atracos contra transeúntes, generando un ambiente de inseguridad creciente.
¿Por qué se enfrentan las pandillas durante las lluvias?
Luis Javier Valencia Monsalve, pedagogo e investigador del comportamiento humano, explica que este fenómeno que sufre Cartagena y otras ciudades del país se relaciona con comportamientos de inadaptabilidad social.
“Muchas de estas personas no fueron formadas con valores sólidos dentro del núcleo familiar. Se ha desarrollado una especie de inconsciente colectivo en ciertos sectores donde la lluvia es vista como un momento de esparcimiento. Sin embargo, con el tiempo, eso ha degenerado en violencia”, indicó.

Según el experto, estas pandillas surgen en contextos marcados por la hostilidad, la pobreza y el conflicto familiar. La falta de afecto, el rechazo de los padres y entornos familiares violentos afectan el desarrollo emocional de estas personas desde temprana edad. Lea también: Alerta por peleas de pandillas armadas en el Alto Bosque
“Lo que empezó como un juego bajo la lluvia se ha transformado en enfrentamientos violentos, incluso vinculados al microtráfico. Ya no se trata solo de piedras, sino también de armas de fuego. Esto evidencia una profunda descomposición social”, sostuvo Valencia.
¿Qué se puede hacer para frenar esta problemática?
El también profesor reconoce que las autoridades han implementado programas de convivencia ciudadana en la ciudad y que ha participado en algunos de ellos. No obstante, insiste en que se requiere un mayor compromiso del Estado para fortalecer el tejido social, especialmente en comunidades con altos niveles de desescolarización.
“Hay que intervenir directamente en los barrios, trabajar con los jóvenes que han perdido conexión con la educación formal y brindarles formación en valores”, afirmó.
¿Y el Distrito? Esto es lo que está haciendo
Por su parte, la Secretaría del Interior y Convivencia Ciudadana del Distrito aseguró a El Universal que trabaja de manera articulada con la Policía Metropolitana de Cartagena -Mecar- para atender con oportunidad y eficacia los hechos de alteración del orden público, especialmente durante las fuertes lluvias.
“Estas acciones buscan garantizar la seguridad y la sana convivencia, priorizando la atención y reacción inmediata en las comunidades, y fortaleciendo la presencia institucional en los barrios”, indicó la dependencia.
Para Valencia, el papel del Estado no puede limitarse a la contención. “No se trata solo de actuar cuando la violencia estalla, sino de prevenirla. Hay que crear espacios para la educación emocional, el diálogo y el fortalecimiento familiar”, concluyó.
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