Cartagena de Indias fue declarada Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad en 1984 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Desde entonces, esta declaración ha generado un impacto en la ciudad que fue abordado por un grupo de expertos nacionales e internacionales el pasado 12 y 13 de junio en el ‘Seminario sobre Patrimonio y Turismo en Cartagena de Indias’, realizado en la Biblioteca Bartolomé Calvo, en el Centro Histórico.

Durante el evento, organizado por el Banco de la República, sucursal Cartagena, y la Universidad Tecnológica de Bolívar -UTB-, se revisó el impacto social, cultural y patrimonial del turismo y se examinó la sostenibilidad de las políticas turísticas locales y su relación con el patrimonio y el ordenamiento urbano.
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Jaime Bonet, gerente de la sucursal Cartagena del Banco de la República, explicó a El Universal que muchos residentes han sido desplazados del Centro Histórico, el cual ha dejado de ser un centro funcional para convertirse en un espacio orientado principalmente a la actividad turística.
Asimismo, resaltó que el caso del barrio Getsemaní es un ejemplo claro de los costos asociados a la gentrificación y la turistificación.
¿Cuáles han sido los principales efectos del nombramiento de Cartagena como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la Unesco?
Como en otras ciudades, la declaratoria de patrimonio por parte de la Unesco generó un mayor interés por las áreas patrimoniales de Cartagena, lo que influyó en un mayor flujo de turistas e inversiones en la arquitectura patrimonial.
La declaratoria estuvo acompañada por políticas públicas locales y nacionales que ayudaron a la consolidación del turismo en el Centro Histórico. Por ejemplo, los planes de desarrollo de la ciudad en los 70 y 80 promovieron el turismo en esta zona, especialmente en Getsemaní luego del traslado del mercado público a Bazurto en 1978; así mismo, el Gobierno Nacional construyó el Centro de Convenciones, inaugurado en 1982 con el cual se fortaleció el turismo de conferencias.
En ese sentido, el turismo ha sido fundamental en la recuperación de las edificaciones coloniales y republicanas, ya que muchas se orientaron a esta actividad. También ha generado empleo formal e informal, que le ha permitido a muchos hogares cartageneros contar con los ingresos suficientes para atender sus necesidades. Hoy la ciudad mantiene una baja tasa de desempleo y la actividad contribuye al bienestar de cientos de familias.

Las actividades asociadas al turismo, que son más de una docena, generan casi una cuarta parte del empleo de la ciudad, esto es, casi 100 mil empleos“.
Jaime Bonet, gerente de la sucursal Cartagena del Banco de la República.
Este fenómeno no ha estado ajeno a efectos negativos. Muchos residentes han sido desplazados del Centro Histórico, el cual ha perdido su condición de centro funcional por uno enfocado a la actividad turística. También, es cierto que la demanda del turismo encarece el costo de vida para los locales, quienes se han visto obligados en muchos casos a localizarse en zonas alejadas del Centro Histórico, cuyo uso principal es el turismo.
Los mayores costos económicos pueden ocasionar un fenómeno de gentrificación que desplaza franjas de población de rentas bajas; igualmente, la excesiva explotación de las áreas patrimoniales, que terminan siendo orientadas al turismo masivo (turistificación), ocasionan la pérdida de la identidad local y cambian el uso de espacios anteriormente frecuentados por los nativos y residentes. El barrio Getsemaní es un ejemplo claro de lo que son los costos asociados a la gentrificación y la turistificación.
De acuerdo al análisis final del seminario, ¿cómo perciben los cartageneros los impactos del turismo y qué nivel de apoyo manifiestan hacia su desarrollo?
Hay dos visiones diferentes del turismo. Para los residentes del Centro Histórico, el impacto del turismo tuvo efectos negativos, pues cambió su vecindario de una vida de barrio a un entorno orientado a la actividad comercial, con efectos no deseados en ruido, contaminación e inseguridad. Muchos han tenido que migrar a otros barrios de la ciudad buscando una vida más tranquila, pero aumentando la distancia de los servicios que anteriormente tenían a la mano.
Unos pocos residentes mantienen la resistencia para continuar habitando su vivienda tradicional y manifiestan que cada vez sienten mayor presión por el crecimiento de la actividad turística y comercial, el alto costo de vida y la falta de incentivos del Gobierno.
La pérdida de la condición de centro funcional ha llevado a muchos cartageneros a no frecuentar el Centro Histórico como en años anteriores, en donde solían realizar sus compras, consultas médicas o diligencias gubernamentales, entre otras.
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A su vez, los cartageneros que devengan sus ingresos de actividades asociadas al turismo son los que mantienen su presencia en el Centro Histórico. Muchos laboran en restaurantes, hoteles o en almacenes que ofrecen servicios a los visitantes. Otros también desarrollan actividades de manera informal, orientados a atender a los visitantes que diariamente frecuentan el área.
Para ellos, esta zona de la ciudad es vital para generar los ingresos necesarios para atender las necesidades de sus familias. El reto de las políticas públicas y del sector turístico es que buena parte de estos empleos sean formales, ya que los estudios mostrados en el seminario indicaron que más de dos terceras partes de los empleados en el turismo no cotizan pensión.

¿Qué experiencias internacionales en la gestión turística de zonas patrimoniales pueden considerarse referentes para aplicar en Cartagena?
En el seminario se expusieron los casos que están viviendo algunas ciudades europeas, en donde la turistificación ha traído problemas para el acceso a la vivienda de muchos residentes. El alquiler de viviendas para rentas cortas a turistas ha capturado muchas unidades habitacionales que tradicionalmente eran para locales.
Las conferencistas invitadas mostraron todo lo que está detrás de la oferta turística, en especial, a las plataformas digitales en el contexto del turismo masivo en los centros históricos. Ya son muy notorias —así lo muestra el trabajo de las cinco principales ciudades patrimoniales de Andalucía: Sevilla, Córdoba, Málaga, Granada y Cádiz —las transformaciones urbanas que han propiciado esta turistificación, los conflictos en el terreno de la regulación que están provocando a nivel estatal, regional y local.

La idea original es que este tipo de alquiler sirviera para que algunos propietarios de vivienda en las zonas turísticas arrendaran, por ejemplo, una habitación que les permitiera generar ingresos que le ayudaran a mantener su residencia.
Sin embargo, el auge del turismo ha llevado a que este esquema se preste para que grandes fondos de inversión adquieran edificaciones destinadas a vivienda y las orienten a fines comerciales, en muchos lugares inclusive afectando al sector hotelero tradicional que es más formal y, por ende, tiene mayores costos de operación.
En algunas de estas ciudades se han establecido reglamentaciones que buscan evitar el cambio de uso de unidades residenciales a comerciales en gran escala. También es cierto, que este tipo de esquema podría ser una oportunidad en zonas de las ciudades que están abandonadas y necesitan una renovación urbana.
Dependiendo del contexto de las distintas áreas de la ciudad, se recomienda adoptar políticas públicas que incentiven o desincentiven el cambio del uso de las viviendas.
También se mostraron estrategias adoptadas en otros países con ciudades patrimoniales para lograr un turismo sustentable. En síntesis, en las experiencias señaladas se han adoptado estrategias con una visión integral, en las que se tiene en cuenta la capacidad de carga turística de las áreas patrimoniales así como la infraestructura vial, servicios públicos, aeropuertos, transporte urbano y la capacitación del recurso humano, entre otras.
El propósito es incluir una mirada de largo plazo al sector turístico. En este orden de ideas, se requiere una planificación que permita la priorización de inversiones requeridas para atender el mayor flujo turístico, considerando la sostenibilidad del patrimonio.
¿Qué tan sostenibles son las políticas turísticas locales y cómo se relacionan con la conservación del patrimonio y el ordenamiento urbano de la ciudad?
En los últimos años, distintas administraciones han hecho un esfuerzo importante para promover a Cartagena como un centro turístico nacional e internacional, logrando que la ciudad tenga una importante conectividad a través de vuelos a destinos nacionales e internacionales.
Eso ha generado un aumento importante de viajeros en los últimos años, que han convertido a Cartagena en un referente en el turismo nacional e internacional. Actualmente, la administración viene adelantando una serie de obras de infraestructura que mejorarán la capacidad de atención de visitantes y residentes.
El sector privado se ha unido con otros proyectos como la ampliación del Aeropuerto Rafael Núñez y la construcción de una terminal aérea en Bayunca, orientados a aumentar la llegada de turistas a la ciudad. Valdría la pena conocer las estrategias específicas que se adelantan desde el sector turismo, y en conjunto con otros ámbitos de la administración, para la conservación del patrimonio material e inmaterial, así como el ordenamiento urbano y sostenibilidad.
En conclusión, son fundamentales las políticas que se emprendan para controlar el uso del suelo en el Centro Histórico y su área de influencia, los incentivos para preservar los pocos residentes locales en esta zona y la formación del recurso humano que promueva actividades turísticas más sostenibles.