En el corazón del barrio Los Ángeles, en Cartagena, una luz de esperanza brilla para decenas de familias. Se trata de Inclusivo Fundación, un proyecto social que trabaja con jóvenes con discapacidades cognitivas, autismo, síndrome de Down y otras condiciones, y que ha demostrado que la inclusión no es un favor, sino un derecho que enriquece a todos.

Esta iniciativa, liderada por Karen Guardo, madre de un joven con autismo, ha impactado profundamente las vidas de muchas personas y está construyendo una nueva forma de ver las diferencias en la ciudad.
El Universal tuvo la oportunidad de visitar una clase de pastelería en la fundación, donde fue testigo del amor, la alegría y el compromiso que caracterizan cada rincón del proyecto. Le puede interesar: Mujeres de Tierrabomba transforman carbón en arte sostenible con apoyo de Surtigas y su Fundación Promigas
Inclusivo Fundación invita a todos los cartageneros a hacer parte del sueño de estos niños y apoyarlos.
Hijos como inspiración
Karen Guardo creó Inclusivo Fundación inspirada por su hijo Andrés Felipe, de 17 años, diagnosticado con autismo. “Como mamá de un niño con esta condición, puedo entender a otras madres en mi situación. Sé que el mismo miedo lo hemos tenido todas: el pensar qué va a pasar con mi hijo cuando yo no esté”, cuenta.
Lo que comenzó como una búsqueda por ayudar a su hijo, terminó siendo un espacio para muchos más. “Así como conseguí ayudar a mi hijo, busqué más Andrés a los que ayudar”, dice Karen. Hoy, Andrés o “Pipe”, como le dicen, estudia inglés y gastronomía. Es uno de los estudiantes más entusiastas de la clase de pastelería que visitamos, y se confiesa feliz haciendo lo que ama.
El quehacer de la fundación
En la fundación, los jóvenes no solo aprenden a hacer postres o manillas; también aprenden a tender su cama, a cocinar, a expresarse en el teatro y a danzar. Se preparan para la vida con dignidad y esperanza. Cada uno avanza a su ritmo, y según sus habilidades, se les orienta hacia emprendimientos, cursos técnicos, carreras universitarias o la vinculación laboral. Andrés Felipe, hijo de Karen, contó con calidez lo mucho que disfruta de hacer paletas. Lea también: Surtigas recibió importante premio por su responsabilidad social

María Clara, de 23 años, otra chica de la fundación, ama la música y crear manillas.
No es fácil, lastimosamente somos un país apático a comprender la diversidad”.
Aura Cárdenas, licenciada en educación especial
Asimismo, Shanira, de 38 años, disfruta hornear postres y también hacer artesanías en los espacios que le brinda la fundación. Wilmer Eduardo, de 21, se desenvuelve con seguridad y asegura que estar en la fundación lo hace feliz; él, gracias a estos espacios, ha logrado trabajar en una empresa donde fue acogido e incluido sin importar su condición. Le puede interesar: Tierrabomba: Una propuesta educativa innovadora para la isla
Un equipo que le pone el corazón
El equipo de Inclusivo Fundación está formado por docentes en deporte, arte, teatro, una neuropsicóloga, psicóloga, trabajadora social y una educadora especial. Todos trabajan con entrega y vocación. Muchos conocieron a Andrés y decidieron sumarse como voluntarios.
Aura Cárdenas, licenciada en educación especial, lleva un año en el proyecto. “Cada vez que estoy aquí, trabajo con amor y pasión porque confío en sus habilidades y destrezas. Lastimosamente, somos un país apático a comprender la diversidad”, reflexiona.
La fundación, además, cuenta con alianzas con el Ider, la Escuela Taller, el Sena, la Cooperación Española y la Universidad de Cartagena, desde donde fortaleces diferentes habilidades, por ejemplo, promueven un turismo más inclusivo.

Gracias a estas alianzas, han logrado vincular a muchos jóvenes a empresas reales, como Wilmer, lo que llena de orgullo y esperanza a todo el equipo.
Grandes desafíos en Inclusivo Fundación
A pesar de sus logros, Inclusivo Fundación enfrenta grandes retos económicos. Muchas madres hacen fila con la esperanza de que sus hijos ingresen, pero la falta de recursos del proyecto limita su capacidad de recibir a todos.
Por eso, la fundación hace un llamado urgente: necesita padrinos que apoyen los procesos individuales de los jóvenes, así como aliados, voluntarios y donantes que quieran sumar al cambio. Apadrinar significa más que donar dinero: es creer en el potencial de una vida. Lea también: La red de apoyo Furas le apunta al empoderamiento femenino
“Ha sido difícil, pero los padres y madres que creen en sus hijos se han puesto la diez”, afirma Karen.