En los últimos años, aplicaciones de citas como Grindr y Tinder han transformado la manera en que la comunidad LGBTQ+ se relaciona en ciudades como Cartagena. Lo que empezó como una herramienta para facilitar encuentros y explorar la identidad sexual, hoy refleja tensiones entre deseo, anonimato, consumo y seguridad.
Tinder, creada en 2012, funciona con perfiles verificados y chats solo disponibles cuando hay interés mutuo, lo que ha posicionado a la app como una opción relativamente segura tanto para personas heterosexuales como homosexuales.
Grindr, lanzada en 2009, fue diseñada para hombres homosexuales, bisexuales y mujeres trans. Su funcionamiento es más directo y menos regulado, permitiendo encuentros inmediatos y discretos. Aunque esto ha sido clave para muchas personas que buscan evitar el estigma, el bajo nivel de verificación ha facilitado situaciones de riesgo.
En ciudades como Medellín se han registrado casos de robos, asaltos e incluso asesinatos relacionados con encuentros acordados a través de la aplicación.
En Cartagena, una ciudad con alta afluencia turística, Grindr habría ganado popularidad no solo como medio para explorar la sexualidad, sino también como canal para el turismo sexual.
Nuevo episodio de SERes: Relaciones Queer en la era del ‘amor líquido’ en Cartagena
En este nuevo episodio de nuestro videopodcast SERes, conversamos con el sociólogo Raúl Paniagua Bedoya sobre cómo aplicaciones como Grindr configuran nuevas formas de relación, deseo e identidad en un contexto marcado por la modernidad líquida.
Hablamos sobre los retos sociales, afectivos y simbólicos que estas plataformas traen para la comunidad queer en Cartagena, así como la urgencia de repensar nuestras formas de vincularnos en la era digital.
Vea el episodio aquí:
Este fenómeno no puede desligarse de lo que el sociólogo Zygmunt Bauman llamó modernidad líquida: relaciones efímeras, vínculos instantáneos y afectos que se diluyen tan rápido como se forman. En este entorno, el cuerpo se convierte en mercancía, el deseo en transacción, y la conexión en un acto fugaz.
Aunque para muchos Grindr representa una oportunidad para explorar la identidad y enfrentar la soledad, la falta de regulación, la violencia normalizada y el anonimato mal gestionado convierten a esta app en un espacio ambivalente: seguro para unos, peligroso para otros.