Con entusiasmo y nostalgia, el profesor Jesús de los Reyes Oliva cuenta cómo Tierrabomba transformó su vida. Aunque no nació ni vive en la isla, siente que una parte de su corazón permanece allí.
Desde su experiencia, escribió varios documentos con un profundo deseo de aportar a la educación de esta comunidad afrodescendiente. En el 2013 redactó una propuesta etnoeducativa titulada “Aprendizaje de las ciencias del saber mediante experiencias significativas del contexto en la población estudiantil de Tierrabomba”, en la que plantea que la enseñanza debe surgir del entorno, no de libros ni pruebas estandarizadas.
Para él, la pesca, el trenzado, los relatos orales y hasta las cometas pueden convertirse en valiosas herramientas pedagógicas. Cada una de las anécdotas o tradiciones de la isla para él son un camino hacía la enseñanza de la geometría, la física e incluso de valores. Lea también: Arroz Barato, un corazón resiliente de Cartagena
El profesor Jesús recuerda con alegría que el proyecto fue un trabajo colectivo, guiado por la sabiduría de la misma comunidad de Tierrabomba. La propuesta imagina una escuela que se parezca a su gente, donde los pescadores enseñan geometría, las peinadoras transmitan autoestima y el mar se convierta en un laboratorio vivo.
Incluso, la llegada de los cardúmenes se transforma en una clase espontánea de biología, estadística, economía y ética. “Todo educa”, insiste el profesor, convencido de que cada elemento del contexto tiene un valor formativo cuando se observa con atención y respeto.
Aunque su hija le dice en broma que ese trabajo se perdió, él lo defiende con la fe de quien sabe que sembró una semilla poderosa.
El documento también recoge escenas y recuerdos que inspiraron al maestro, como un día en que los trasmallos rebosaban de peces y la comunidad entera se reunió en la playa. O como aquellas noches sin luz eléctrica, donde las puertas se abrían para compartir cuentos, tertulias y enseñanzas de vida. Le puede interesar: Mujeres de Tierrabomba transforman carbón en arte sostenible con apoyo de Surtigas y su Fundación Promigas
El profesor Jesús rescata ese valor de lo cotidiano como motor de aprendizaje y no olvida a una exalumna que recuerda con orgullo la formación recibida. La comunidad que lo conoce anhela que el proyecto se haga realidad. Hoy, más de diez años después, el profesor sigue creyendo en esta visión como un tesoro. Le duele que aún no se implemente, pero no pierde la esperanza. “Yo tengo fe. Esto algún día va a salir a la luz”, afirma con brillo en los ojos.
Porque para él, enseñar desde la esencia de la isla no es solo un sueño: es una promesa que espera cumplirse.

Y mientras el tiempo pasa, el profesor Jesús continúa defendiendo con pasión una propuesta que no envejece. Tierrabomba sigue latiendo en sus palabras como una inspiración constante, recordándole que la educación puede nacer de lo más profundo de la identidad de un pueblo.
Él no se rinde, porque sabe que sembrar con amor y conocimiento, tarde o temprano, da frutos. “Todo en esta propuesta está conectado con las áreas del saber: ondas del mar para explicar física, puntos de pesca para enseñar cartografía y relatos ancestrales para fortalecer la identidad”, dice el profesor Jesús.