El rover Curiosity de la NASA identificó la existencia de carbonatos en Marte, lo que apunta a que antiguamente funcionaba un ciclo del carbono y acerca a los científicos a una respuesta sobre si el planeta fue capaz de albergar vida.
La investigación fue liderada por la Universidad de Calgary (Canadá) y publicada por la revista Science. Allí, se asegura que “el planeta era habitable y que los modelos de habitabilidad son correctos”. Lea también: NASA impulsa búsqueda de vida en Marte tras increíble hallazgo
El estudio se basó en el análisis de cuatro muestras de rocas obtenidas por el rover Curiosity, tras perforaciones realizadas entre 2022 y 2023 en el monte Sharp del cráter Gale, un lugar que en otro tiempo albergó un antiguo lago. Además, se analizó la mineralogía de la zona, utilizando el difractómetro de rayos X a bordo del rover.
De esta manera, el equipo identificó siderita (carbonato de hierro) en altas concentraciones, lo que sugiere que la atmósfera contenía suficiente dióxido de carbono como para que existiera agua líquida en la superficie del planeta. “Esto representa un avance sorprendente e importante en la comprensión de la evolución geológica y atmosférica de Marte”, expresó Ben Tutolo, investigador principal del equipo.
Futuras misiones y análisis de otras zonas de Marte podrían confirmar los hallazgos y ayudar a comprender mejor la historia temprana del planeta y cómo se transformó a medida que se perdía su atmósfera.
En última instancia, los científicos intentan determinar si Marte fue alguna vez capaz de albergar vida, y el último artículo les acerca a una respuesta. “Las implicaciones más amplias son que el planeta era habitable hasta ese momento, pero entonces, cuando el dióxido de carbono que había estado calentando el planeta empezó a precipitarse en forma de siderita, probablemente afectó a la capacidad de Marte para mantenerse caliente”, añadió Tutolo.
La pregunta que se plantea ahora es cuánto dióxido de carbono de la atmósfera se secuestró realmente y si esa fue potencialmente una razón por la que se empezó a perder habitabilidad.