El pasado 3 de abril la Universidad del Norte presentó hallazgos preliminares de un trabajo bioarqueológico en el cual se estudiaron cerca de 900 esqueletos excavados del antiguo Convento San Francisco, ubicado en Getsemaní.
El estudio, según un comunicado emitido por la institución, busca comprender de mejor forma las condiciones de vida en la ciudad en el período colonial, examinando la variación de la estatura con relación a otros indicadores de estrés óseo y procesos de adaptación ambiental. Le puede interesar: Avanza extracción de restos óseos en un antiguo claustro de Cartagena
“Para antes del siglo XX en países como Colombia, es difícil saber el nivel de vida de la gente, y la estatura es una buena medida del bienestar biológico. Incluso, para el siglo XX la estatura todavía es una medida de bienestar”, expresó Adolfo Meisel, rector de la Universidad del Norte.
Y añadió: “Todas las personas nacemos con una estatura potencial, pero alcanzarla dependerá de la alimentación, la salud en la etapa de crecimiento y el esfuerzo físico que hagamos”.
Javier Rivera, antropólogo investigador del Departamento de Historia y Ciencias Sociales de la institución, entregó detalles de los hallazgos que se han hecho hasta ahora. “Hemos encontrado una diversidad de población muy interesante, que refleja un poco cómo era la composición poblacional de esa Cartagena. Hemos encontrado individuos asociados con ancestros europeos, africanos e indígenas, pero adicionalmente individuos que muestran el proceso de mestizaje biológico”, indicó.
La Universidad del Norte explicó que a partir de los hallazgos, los investigadores hacen un análisis paleontológico para reconstruir el perfil paleo demográfico de las personas que fueron inhumadas. De esta manera también hacen observaciones sobre posibles enfermedades que pudieron haber sufrido.
El estudio también ha contado con apoyo de pasantes e investigadores de otras instituciones del país, como la Universidad de los Andes y la Universidad Nacional, que han desarrollado investigaciones analizando diferentes aspectos de la vida cotidiana de esta población.
“Ahora, por ejemplo, está en ejecución un proyecto financiado por la Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, el cual se está concentrando sobre prácticas de amamantamiento y lactancia aprovechando la buena cantidad de individuos infantiles que tenemos. Allí lo que hacemos son estudios isotópicos, cruzándolos también con evidencia paleopatológica para identificar cuáles eran esas particularidades de la población infantil y la relación madre-hijo en el período colonial”, manifestó Rivera.
El investigador también explicó que la mayoría de las personas enterradas dentro del convento pertenecían a la élite de la época, mientras que otros individuos eran eran enterrados en las inmediaciones. Así mismo, resaltó la importancia de la iglesia. “El rol de la iglesia era importantísimo, definía lo que se consideraba un buen ciudadano y un buen cristiano”, dijo.
Sin embargo, anotó que en la zona también se encontraron amuletos que reflejan la coexistencia de creencias católicas y paganas. “La iglesia regía gran parte de los hábitos y la vida cotidiana, pero al mismo tiempo había otros discursos y prácticas que también convivían, enriqueciendo la vida en Cartagena con elementos indígenas y africanos, haciendo de la ciudad un nodo único donde se entrelazan lo africano, lo indígena y lo europeo”, afirmó.
La Universidad del Norte indicó que con base en los resultados se realizará un plan de tenencia para asegurar la conservación, investigación y divulgación de los materiales. La institución, a través del museo Mapuka y su laboratorio de arqueología, será la encargada de custodiar la colección de los restos óseos.