En la noche del viernes de 1966, Cartagena registró una de las peores tragedia aéreas que ha enfrentado. Esa noche, un avión de Avianca se precipitó al mar, dejando un saldo de 56 muertos.
El periódico El Universal, en su edición del sábado 15 de enero del mismo año, tituló: “Avión de Avianca se precipitó anoche al mar”, y empezó a revelar los detalles que se tenían hasta el momento del terrible acontecimiento que ocurrió a milla y media del corregimiento La Boquilla.

El avión hacía un vuelo rutinario por Cartagena, Barranquilla y Bogotá, llevando un total de 62 personas abordo. Gran parte de los muertos de este fatal accidente eran turistas, además del capitán de Navío Medardo Monzón. Le puede interesar: un carretillero que se salvó de manera casi milagrosa de morir aquel 30 de octubre.
El DC4 Constellation, de matrícula HK-730, era piloteado por los capitanes Humberto Gómez y Rafael Macea, quienes también fallecieron. Tras despegar del Aeropuerto Internacional Rafael Núñez (en Crespo), el avión sufrió una falla grave en el sistema de navegación y no le dio tiempo de regresar, y ”encontró su fin en un barranco de arena” ese viernes, cuando se partió en dos.
El piloto del avión de Avianca que se precipitó en 1966 habría intentado regresar
El domingo 16 de enero llegó un nuevo titular a El Universal: “Intenso y penoso rescate de los cadáveres del HK-730″. Para el momento de la publicación de esa nota se habían encontrado 33 cadáveres y se habían identificado 29 de ellos.

Para ese momento se reveló un nuevo detalle: el piloto había intentado regresar. El capitán Humberto Gómez habría tratado de volver a la pista del aeropuerto cuando solo había volado escasos minutos de Cartagena. El Universal narró: “Debió observar alguna falla grave en el sistema de navegación que no le dio tiempo para retornar al lugar desde el cual había partido instantes antes”. Ese hecho fue comprobado gracias a la posición en que se encontró el avión. Lea también: 45 muertos y una ciudad en duelo: la explosión que marcó a Cartagena en 1965
Los buzos de la Armada Nacional ayudaron a extraer los cadáveres y la aerolínea informó que los restos de la nave estaban a unos cuatro metros de profundidad. Ese domingo los relatos de las víctimas que lograron sobrevivir empezaron a ganar espacio.
“Gracias a los boquilleros se les salvó la vida a varios pasajeros”, afirmaron las entidades involucradas. Los sobrevivientes narraron cómo en solo un minuto se produjo el accidente, sintieron que salieron disparados del avión y pensaron que morían al instante. Estaban heridos, pero el dolor que más sintieron fue después de notar que sus seres queridos no habían contado con la misma suerte, en algunos casos.
El difícil rescate de los cadáveres de las víctimas del accidente aéreo de 1966
Llegó el lunes y El Universal continúo cubriendo este siniestro. “Prosigue el rescate de las últimas víctimas faltantes”, tituló el matutino. En la nota se revela que aún había víctimas aprisionadas en el interior de la nave. Para ese momento, los cuerpos estaban destrozados por los peces.
El miércoles 19 de enero del mismo año, Avianca anunció que recurriría al sistema de bombas de aire para sacar a flote el HK 730. No querían que los cuerpos que aún estaban atorados se desintegrarán al sacarlos del mar.

“La empresa tratará hasta lo último de sacar el avión porque es la única forma de llegar a las causas auténticas del accidente”, aseguró Alberto Samudio, el gerente de Avianca de ese momento.
El martes 25 de enero, El Universal informó el inicio del rescate del avión que seguía atorado en la playa de La Boquilla. A ese punto, se había confirmado que tres de los cuerpos no se lograron rescatar del mar, por lo que se realizarían actos fúnebres en el mismo lugar del siniestro. Le puede interesar: Amparo aterrizó en el mar de la vida
Este hecho dejó en duelo a toda la ciudad de Cartagena, que aún hoy recuerda con tristeza la noche en que ocurrió el accidente.