Un grupo de adolescentes y jóvenes, vestidas con uniforme naranja y blanco, llega a bordo de una lancha. Ríen, conversan y traen consigo el trofeo dorado que las acredita como campeonas del más reciente torneo de kickball femenino del corregimiento de Barú, en la acogedora isla cartagenera del mismo nombre. Acaban de arribar a uno de los resorts de paisajes sublimes y naturales, donde los afanes parecen detenerse y el vaivén de las olas da un parte de tranquilidad en esta Cartagena insular, bañada por el mar Caribe y repleta de naturaleza pura, con azules infinitos y constelaciones de verdes primaverales. Un lugar absolutamente inspirador. (También te puede interesar: Barú pueblo y sus grandes valores ancestrales por descubrir)
Pico y placa en Cartagena del 16 de junio de 2025
REDACCIÓN CARTAGENA
Las jugadoras, de entre 15 y 29 años, del equipo de El Bosque —llamado así por el nombre de su barrio en Barú—, están aquí como parte de un regalo/premio para celebrar juntas aquel triunfo que lograron en enero, tras vencer en la final al equipo Las Venezolanas, conformado en su mayoría por jugadoras del vecino país, residentes en este territorio.
El campeonato representa para ellas mucho más que la práctica de un deporte. En esto coinciden todas las jugadoras. El sentimiento de camaradería ha fortalecido su relación y ven, en el hecho de poder jugar en el torneo, una oportunidad de oxigenar sus vidas de las rutinas diarias, de esparcimiento y, de alguna forma, de dinamizar sus existencias en una zona donde no abundan las oportunidades.
Así lo afirma Sairis Salas, de 24 años, quien juega como primera base: “Ser parte del equipo es una experiencia bastante bonita. Independientemente de ser un equipo y practicar un deporte, se van construyendo valores como la amistad y la empatía. Gracias a eso, nos hemos vuelto familia y ahí estamos siempre unidas. En el barrio, cuando escuchan que va a jugar El Bosque, todo el mundo, hasta los bebés, van a vernos”, refiere emocionada.
A su lado se encuentra Ceneris Gil, de 22 años, quien trabaja en turismo en una isla cercana, es pitcher del equipo y ama este deporte. “Nos comprendemos unas a otras. Siempre he jugado y me gusta mucho hacerlo. Estamos contentas también con el Hotel Sabai, que ha apoyado bastante a nuestro equipo”, explica.
El hotel al que se refiere es un lugar de playa, en Barú, caracterizado por ser un paraíso terrenal, donde es verdaderamente posible aquello de desconectarse para reconectar. Está lleno de árboles frondosos, asoleadoras, una piscina ‘infinita’ y un delicioso restaurante caribeño.
Ascanio Eugenio Vargas, entrenador del equipo y presidente de la Asociación Deportiva Recrear Barú, comenta que el desarrollo deportivo en esta zona insular es vital para las nuevas generaciones. “En la comunidad le estamos apostando al deporte para que los niños, niñas y adolescentes no se desvíen hacia las malas andanzas, para prevenir el embarazo a temprana edad y evitar temas como la drogadicción. Es lo que hacemos como formadores deportivos, mostrarles que, a través del deporte, hay muchas cosas lindas”, destaca.
“En esta oportunidad las chicas de El Bosque contaron con el apoyo del hotel, que ha sido de gran ayuda. El compromiso era que se convirtiera en un equipo ganador. Recibieron el uniforme, nos tendieron una mano y sí, se convirtieron en triunfadoras las muchachas, que la dieron toda. Estamos muy agradecidos por eso”, afirma.
El triunfo de El Bosque
Clari Díaz, de 22 años y madre de una niña de 7, es catcher y para ella ser parte del equipo ha significado distracción y compañerismo: “Tenemos con qué distraer la mente, porque nuestro pueblo no tiene muchas cosas en las que uno pueda entretenerse. Nos entendemos en el campo y eso nos gusta mucho”, asegura. ()
Precisamente ese entendimiento fue clave para vencer a sus contrincantes. “En el partido nos sentíamos apretadas, porque el otro equipo es bueno también, pero nosotras somos unas fieras (risas). El partido quedó 17 a 18. Eso fue una emoción grande”, complementa Dyana Julio, otra jugadora. (También te puede interesar: Barú: el corregimiento que además de turistas pide atención y progreso)
Para Shiloh Beyoncé Vargas, de 15 años, también jugadora, el triunfo fue por partida doble. “Siempre me destaco porque pateo duro, pero estaba lesionada y duré dos meses afuera. Me encomendé a Dios y anoté varias carreras, así que estaba muy contenta, porque pude jugar y ganamos”, afirmó.
Las jóvenes de El Bosque, en pequeña o gran medida, hacen parte de la Cartagena que le dice sí a la esperanza, a salir adelante y a luchar por los sueños. El mismo hotel que las patrocinó, las premió con un día de esparcimiento y relajación. Ahora es tal el agradecimiento por el apoyo que, unánimemente, las jugadoras han decidido que el trofeo del primer lugar repose en las instalaciones de Sabai. Para ellas, su triunfo, más que un trofeo, simboliza esperanza, unidad y ha sido un respiro para mantenerse oxigenadas hasta el próximo torneo, cuando también esperan llevarse el primer lugar.