El sol apenas se asoma en el barrio Santa Clara, y Javier Barragán Bello ya está listo para otro día de lucha. “Cada mañana me levanto y lo primero que hago es agradecer a Dios por un nuevo día”, dice con determinación. “Me organizo y salgo de mi casa con la esperanza de que algo bueno va a pasar”.
Hace 28 años, un hecho violento cambió su vida para siempre. “Recuerdo ese día como si fuera ayer. Recibí un impacto de bala que me dejó en una silla de ruedas. Al despertar, los médicos me dijeron que no volvería a caminar. Fue un golpe duro, pero en lugar de rendirme, decidí que tenía que seguir adelante. Cuando me vi en esta situación, me di cuenta de todas las necesidades que tenemos las personas con discapacidad. No hay apoyo, no hay oportunidades. Por eso decidí fundar Discar, para ayudar a quienes pasan por lo mismo que yo”.
En la Casa de Justicia del barrio Chiquinquirá, su equipo restaura sillas de ruedas rescatadas de chatarrerías. “Aquí no hay imposibles”, dice con orgullo.
Nos las ingeniamos para conseguir lo que necesitamos: rifas, asados, donaciones. Todo suma para darle movilidad a alguien que la necesita
Javier Barragán, presidente de la Fundación Discar
Además de restaurar sillas de ruedas, en Discar también brindan mantenimiento a muletas y bastones. “Cualquier ayuda técnica que podamos recuperar o mejorar hace la diferencia para alguien”.
Las dificultades que enfrenta cada día Javier Barragán
El trayecto hasta la fundación Discar es un desafío diario. “El transporte es complicado para nosotros. Muchas veces, las plataformas de Transcaribe no sirven o los conductores dicen que no las pueden usar. Entonces, me toca pedir ayuda para subir al bus. Ya parezco una reina, porque todos los días me tienen que cargar”, comenta con una sonrisa irónica. “Pero no es justo. Nosotros también merecemos un transporte digno”.
También destaca la falta de infraestructura adecuada en la ciudad. “Las calles no están hechas para nosotros. Las aceras son altas, hay pocos accesos. Nos toca improvisar cada día”.
El impacto de su labor: más de 280 personas beneficiadas
Cada silla de ruedas que reparan significa una nueva oportunidad para alguien. “Imagínate no poder salir de tu casa porque no tienes una silla. Es como estar prisionero”, explica.
“Nosotros evaluamos a la persona, vemos cuál es la mejor opción para su discapacidad y se la entregamos en las mejores condiciones”. Pero no siempre es fácil. “A veces nos falta material, herramientas o recursos, pero siempre encontramos la manera de seguir adelante. No nos detenemos”.
Según Javier, en Cartagena hay aproximadamente 28.000 personas con discapacidad, muchas de las cuales carecen de ayudas técnicas. “No se trata solo de entregar una silla de ruedas, sino de brindar independencia y dignidad. Si no hay movilidad, no hay calidad de vida”, asegura. La fundación Discar ha beneficiado a más de 280 personas con distintas ayudas técnicas, pero aún queda mucho por hacer.
El sueño de Javier Barragán: un laboratorio de ayuda técnica
Uno de sus sueños es la creación del primer laboratorio de ayuda técnica de la Costa Caribe. “El alcalde Dumek Turbay vino a Discar y le encantó el proyecto. Se comprometió a equiparnos en 60 días. Aún estamos esperando”, comenta con esperanza.
Si esto se hace realidad, podríamos ayudar a miles de personas. No tendríamos que depender de sillas traídas de otras ciudades. Todo se podría hacer aquí mismo.
Javier Barragán, presidente de la Fundación Discar
Javier insiste en que este laboratorio cambiaría la vida de muchas personas. “Hay quienes han esperado meses, incluso años, por una silla de ruedas adecuada. Esto no debería ser así”.
Javier y su lucha por los derechos de las personas con discapacidad
Javier no solo trabaja desde Discar, también ha alzado su voz ante el Congreso. “Fui a Bogotá solo, sin ver mi discapacidad como un obstáculo. Mi silla de ruedas es mi mejor amiga, es la que me lleva a donde quiero ir. En el Congreso pedí que se cumplieran las leyes, porque las tenemos, pero no las hacen valer. Somos invisibles ante el Estado”, dice con firmeza.
La falta de apoyo gubernamental es una de sus mayores frustraciones. “Hay políticas públicas, hay leyes, pero no se cumplen. Las madres cuidadoras, por ejemplo, hacen un trabajo de 24/7 con sus hijos, y muchas no pueden trabajar porque no tienen con quién dejarlos. ¿Quién las ayuda?”, se pregunta. “Es muy fácil hablar de inclusión, pero en la práctica no se ve”.
“No me rindo. Cada día es una lucha”, Barragán
Pero mientras llega ese apoyo, Javier sigue adelante. “No me rindo. Cada día es una lucha, pero también una oportunidad. La discapacidad está en la mente. Si crees que no puedes, entonces no podrás. Yo elijo seguir, porque sé que lo que hacemos en Discar cambia vidas”.
Para Javier, cada día es una prueba de resistencia. “Cuando llego a la fundación y veo a alguien sonriendo porque le entregamos una silla, sé que todo vale la pena. No se trata solo de dar una ayuda técnica, sino de devolverles su independencia”. Con la mirada puesta en el futuro, espera que su lucha sirva de inspiración para que más personas se sumen a la causa.
Javier sueña con una Cartagena accesible, donde las personas con discapacidad puedan moverse sin barreras. “No queremos favores, queremos derechos. Queremos que nos vean y nos escuchen. Porque existimos, porque luchamos y porque tenemos tanto que aportar como cualquier otra persona”.
Lo que dice la Ley sobre los derechos de las personas con discapacidad
La Ley 1618 de 2013 garantiza los derechos de las personas con discapacidad en Colombia, promoviendo su inclusión social, accesibilidad y participación en igualdad de condiciones. Establece lineamientos para eliminar barreras, fomenta la educación, el empleo y la accesibilidad, asegurando su protección y bienestar en todos los ámbitos.