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Cartagena

Esta es la historia del primer Colegio de Niñas en Cartagena

La Universidad de Cartagena fue clave en el impulso de la educación femenina en la ciudad. Esta es una historia fundamental en la lucha por sus derechos.

Esta es la historia del primer Colegio de Niñas en Cartagena

El Colegio de Niñas, creado en 1838, no pudo abrir sus puertas sino hasta el 16 de julio de 1840.

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Paula Beregoff quedó grabada para siempre en la memoria de la Universidad de Cartagena como la primera mujer egresada de la Facultad de Medicina en 1925. Desde entonces, la historia de las mujeres en el alma mater se ha edificado y ampliado gracias a su vinculación a las distintas facultades que surgieron en el siglo XX. Sin embargo, un hecho ha pasado desapercibido en la historia bicentenaria de esta institución: el aporte de la universidad a la creación e inauguración del primer Colegio de Niñas en Cartagena de Indias, que comenzó a funcionar en 1840.

Antes de 1840, la educación de las mujeres había sido un asunto privado que dependía de los servicios que ofrecían los sacerdotes y preceptores en pequeñas escuelas de primeras letras, a veces sin un local o inmobiliario adecuado, en el que enseñaban a leer y escribir. Lo más común, inclusive, como lo describió el viajero norteamericano Isaac Holton a mediados del siglo XIX, era: “Las niñas aprenden lo que pueden en la casa”. Esta situación si bien no se transformó de manera inmediata, entre otras cosas porque las mujeres no eran consideradas ciudadanas, fue objeto de discusión en el seno de la recién creada Universidad del Magdalena e Istmo, hoy Universidad de Cartagena.

Casi diez años después de su creación -y con el beneplácito de la Cámara de la Provincia y el apoyo de los “honrados ciudadanos”-, la Junta de Inspección y Gobierno de la Universidad del Magdalena e Istmo determinó destinar parte de sus rentas sobrante para el establecimiento y dotación del Colegio de Niñas, en el cual se debía enseñar no solo las primeras letras, sino también cursos de gramática castellana, geografía, urbanidad, lenguas francesa e inglesa, dibujo lineal, entre otras. Esta decisión de la Universidad en el año de 1836, después de varias discusiones, se convirtió en una disposición nacional tras su aprobación por el Senado y la Cámara de Representantes mediante el decreto del 21 de mayo de 1838, firmado por José Ignacio de Márquez, presidente de la República.

Foto del decreto que estipula la creación del Colegio de Niñas.
Foto del decreto que estipula la creación del Colegio de Niñas.

Al lado del Colegio de la Merced -con residencia en Bogotá-, el Colegio de Niñas de Cartagena aparecía como otro de los espacios de educación de las mujeres en la sociedad republicana solventado con las rentas de la universidad, de la cámara y de otros fondos públicos. Las rentas destinadas para ello por el alma mater estaban alrededor de los 500 pesos anuales. Además, la universidad se comprometió a elaborar el reglamento del mencionado colegio y asumió el desafío de inaugurarlo en medio de la escasez de recursos que existían y de las secuelas dejada por la guerra de los supremos.

La inauguración del Colegio de Niñas en Cartagena

El Colegio de Niñas, creado en 1838, no pudo abrir sus puertas sino hasta el 16 de julio de 1840. En ese año, después de muchas discusiones y artículos en defensa de la educación de las mujeres que aparecían en la prensa, y gracias al apoyo de la futura rectora Dolores del Pasco de Vale y doña Juana Manuela Somoyar de Fernández, el Gobierno nacional decretó que “las educandas externas de dicho colegio no tendrán obligación de pagar cantidad alguna por la enseñanza que en él recibirán”. Con el apoyo de la Junta de Inspección y Gobierno de la Universidad del Magdalena, el derecho a la educación pública para las mujeres había dado entonces un paso hacia adelante.

El Colegio de Niñas estuvo a punto de desaparecer en el año 1850. //Archivo.
El Colegio de Niñas estuvo a punto de desaparecer en el año 1850. //Archivo.

En aquella fecha señalada de 1840, finalmente se instaló el Colegio de Niñas del Carmen en la casa frente al monasterio de Santa Teresa, bajo la inspección de la Universidad del Magdalena e Istmo. Los actos inaugurales estuvieron presididos por el rector de la universidad, Idelfonso Méndez, y su vicerrector Antonio del Real, y los catedráticos también de esa universidad Antonio Benedeti, Marcelino José González y Simón de Lavalle, además asistió el gobernador Antonio Rodríguez Torices, del obispo Juan Fernández de Sotomayor, entre otras personas. El colegio comenzó sus actividades con dieciocho alumnas externas y una interna.

Además de las rentas, la instalación y la defensa asumida frente al derecho a la educación pública de las mujeres, fueron los catedráticos de la universidad quienes empezaron a dar las lecciones de los primeros cursos en el Colegio de Niñas. Aparte de las clases de música a cargo de Juana Manuela Somoyar de Fernández, el catedrático de la universidad Antonio Benedeti asumió los cursos de gramática castellana, geografía y lengua francesa e inglesa; posteriormente, en 1843, Simón de Lavalle, catedrático de ciencias de la marina en la universidad, se encargó de los cursos de lectura, escritura, ortografía y aritmética. En los primeros años de existencia del colegio también impartieron labores de enseñanza los catedráticos (algunos egresados de la universidad) Dionisio Araújo, Henrique P. de la Vega, José María de la Espriella, Rafael Tono y Antonio Martínez de la Cuadra.

El Colegio de Niñas, creado en 1838, no pudo abrir sus puertas sino hasta el 16 de julio de 1840.
El Colegio de Niñas, creado en 1838, no pudo abrir sus puertas sino hasta el 16 de julio de 1840.

De cierto modo, el Colegio de Niñas, además de las enseñanzas de urbanidad, religión, bordado, costura, música, entre otras áreas, era un espacio conectado con la actividad educativa y el conocimiento producido desde la Universidad del Magdalena e Istmo. Si bien las mujeres no tenían acceso por aquella época a la educación superior, no menos cierto es que empezaban a ganar un reconocimiento por parte de la comunidad de educadores que se había venido estableciendo en la ciudad.

La defensa por los derechos de la mujeres

Diez años después de su fundación, el Colegio de Niñas estuvo a punto de desaparecer en el año 1850. Las rentas eran cada vez más exiguas y el número de educandas había disminuido, razón por la cual el catedrático de la universidad Antonio Benedeti, en su calidad de inspector del mencionado colegio, avivó la discusión sobre la defensa de la educación de las mujeres en un informe en el que decía “Si el Colegio de Niñas es un establecimiento provincial (…) ¿Ha de ser el bello sexo menos favorecido que el otro? No. La gran familia granadina se compone de la reunión de familias particulares, y a la cabeza de cada una se encuentra una mujer que gobierna y dirige los primeros pasos de aquellos que más tarde vienen a ser ciudadanos”.

Finalmente, después de muchos inconvenientes, el colegio se transformó en una Academia del Bello Sexo, otra vez con el apoyo de la universidad que desde sus inicios estuvo preocupada por el “derecho a la igualdad” de la educación de las mujeres.

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