Deninson Arellano ha sido por más de 36 años un rostro familiar en el barrio Las Gaviotas de Cartagena. Desde su pequeño rincón, ubicado cerca del Centro Recreacional El Edén, ha transformado suelas gastadas en calzado renovado con la paciencia y el oficio que solo los años pueden perfeccionar.

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Colprensa
A sus 74 años, este artesano del calzado sigue llegando cada mañana en su moto desde el barrio San Pedro Mártir para instalarse en el mismo lugar donde cientos de clientes confían en su destreza. Para Deninson, su trabajo no es solo una fuente de ingresos, sino un legado que ha sostenido a su familia y le ha dado un propósito de vida.
El día a día del zapatero de Las Gaviotas

Cada día, antes de que el sol ilumine por completo la ciudad, Deninson ya está trabajando. Su jornada comienza temprano, organizando sus herramientas: martillos, pegamento, betún y una variedad de suelas que esperan ser reparadas.
“Todos los días vengo a trabajar, no descanso. Esto es lo que me da para alimentar a mi familia”, dice con orgullo. Su familia es su motor: con su esfuerzo ha sacado adelante a cuatro hijos y tres nietos. Puede leer: Gobernación de Bolívar busca hacer autosostenibles sus bienes patrimoniales
Su labor va más allá de arreglar zapatos. Para muchos vecinos, Deninson es un símbolo de perseverancia, alguien que ha visto crecer la ciudad desde su pequeño taller improvisado.
El pasado sábado, en medio de la emoción por la renovación del Centro Recreacional El Edén, Deninson recibió un regalo inesperado. El gobernador de Bolívar, Yamil Arana, inspeccionaba los últimos detalles antes de la inauguración cuando decidió cumplir una promesa: entregarle a Deninson un nuevo puesto de trabajo movible.
“Este ha sido mi lugar toda la vida. Aquí he criado a mis hijos, he visto crecer a mis nietos y nunca me habían hecho un regalo como este”, expresó emocionado.
El nuevo espacio no solo le brinda comodidad, sino que es un reconocimiento a su labor. Deninson no ha dejado de trabajar un solo día en 36 años, y ahora lo hace con mejores condiciones.
El oficio de zapatero en Cartagena: una tradición que resiste
El oficio de zapatero ha sido una pieza clave en la economía y la vida cotidiana de Cartagena. Aunque el consumo masivo y la producción industrial han reducido la demanda, todavía hay quienes prefieren reparar sus zapatos en lugar de comprar unos nuevos.

Deninson es una prueba viviente de que este trabajo sigue vigente. “Siempre hay alguien que necesita mis servicios. A veces me han metido en problemas los clientes que no pagan, pero también hay quienes me valoran y vuelven”, dice entre risas.
Este oficio, más que un simple trabajo, es un arte. Un buen zapatero no solo repara calzado, sino que extiende su vida útil y le da una segunda oportunidad a cada par que pasa por sus manos.
Frases y reflexiones de Deninson Arellano sobre su oficio
Para Deninson Arellano, ser zapatero no es solo un trabajo, sino una pasión que ha marcado su vida y la de su comunidad. En sus 36 años de oficio, ha visto cambiar la ciudad, ha enfrentado desafíos y ha aprendido que siempre habrá alguien que necesite de sus manos expertas.

“Este ha sido mi lugar toda la vida. Aquí he criado a mis hijos, he visto crecer a mis nietos y nunca, en todo este tiempo, me habían hecho un regalo como este”, dice con la emoción reflejada en su mirada, mientras observa su nuevo puesto de trabajo.
Cada mañana, con el sol apenas iluminando Las Gaviotas, Deninson organiza sus herramientas y se prepara para otro día de labor. No piensa en el descanso ni en el retiro, porque su trabajo le da propósito. “Todos los días vengo a trabajar, no descanso. Esto es lo que me da para alimentar a mi familia”, expresa con orgullo.
Más que reparar zapatos, su oficio le ha permitido construir relaciones. Sus clientes lo conocen, confían en él y regresan. “Lo más bonito de este trabajo es que siempre hay alguien que necesita mis servicios. Me han metido en problemas algunos clientes que no pagan, pero también hay quienes me valoran y vuelven”, comenta entre risas.
Para Deninson, el tiempo ha pasado, pero su amor por el oficio sigue intacto. La zapatería no es solo una fuente de ingresos, sino una forma de vida, una tradición que, como él, resiste el paso del tiempo.
¿Cuánto cobra un zapatero por reparar un zapato?

Los precios varían según el daño y el material del calzado. Deninson explica que cambiar una suela puede costar $30.000, mientras que pegar un zapato tiene tarifas desde $5.000.
Antes, el zapatero era un oficio indispensable en cada barrio. Con el tiempo, la producción masiva ha reducido la demanda, pero aún hay quienes prefieren la calidad y la tradición sobre lo desechable.