¿A quién no le gusta sentirse generoso? La sensación que se desprende de ello es descrita por algunos como: “soy alguien bueno”. La navidad puede asociarse con la filantropía y el altruismo, pues hay quienes para estas fechas adoptan la tradición de entregar juguetes, lo cual tiene sus raíces en las antiguas celebraciones de invierno, que buscaban compartir el espíritu de generosidad y alegría.
Algunos historiadores aseguran que esta costumbre de regalar juguetes a los niños en esta fecha se consolidó en el siglo XIX. Esta tradición fue adoptada y popularizada, creciendo sobre todo en países como Estados Unidos, donde se fortaleció el mito de Santa Claus, inspirado en San Nicolás, quien se convirtió en el encargado de llevar regalos a los niños durante la Navidad.
Pensar dos veces antes de dar un juguete
Si bien, regalar juguetes a los niños (incluídos los que no conocemos y ya sea beneficencia o lazo fraterno se elige entregar un detalle) es algo postivo, tuvo sus restricciones en Cartagena hace décadas, pues debía pensarse dos veces qué juguetes obsequiar.
Los juguetes estereotipados por género pueden reforzar roles tradicionales, como asociar muñecas con cuidado doméstico en niñas.
La violencia ha sido objeto de estudio a través de los juguetes, sobre todo si estos adoptan formas que inciten a la guerra. El psicólogo Lev Vygotsky, en su teoría del desarrollo sociocultural dice que jugar con juegos de mesa o juegos simbólicos (casitas o disfraces), ayuda a los niños a desarrollar la cooperación, por otro lado, que un niño que juegue con juguetes de construcción, como LEGO, desarrolla habilidades de resolución de problemas y pensamiento espacial. Contrario a estos beneficios, que un niño que pase más tiempo con videojuegos violentos puede mostrar menor tolerancia a la frustración y comportamientos impulsivos recurrentes.
Una noticia publicada por El Universal un 10 de diciembre de 1998 cuenta lo que ocurría en aquel entonces en Cartagena, pues se explidieron drecretos para prohibir los juguetes bélicos y el uso de pólvora.
Dos decretos expidió el Distrito ayer, uno en el que se prohibe la comercialización juguetes que invoquen a la muerte o a la violencia y el otro que restringe el uso de la pólvora”.
Publicación de El Universal en 1998

El debate de los juguetes bélicos, prohibidos en Cartagena en 1998
Según el Dadis en ese entonces, las sanciones para quienes no acataban esta orden iban desde el decomiso de los mismos hasta detenciones de quienes se opusieran a la medida apoyando la venta y distribución de estos juguetes. Lo que se entiende por “juguete bélico”, son aquellos productos diseñados para simular armas, batallas o escenas de conflicto armado, y están destinados al entretenimiento de los niños. Estos juguetes incluyen réplicas de armas de fuego, vehículos militares, soldados de plástico, aviones de combate, entre otros.
A menudo, están vinculados a la representación de situaciones de guerra o enfrentamientos militares, lo que ha generado debate sobre su impacto en el desarrollo infantil.
En “The Power of Play” de David Elkind, se señala que los juguetes bélicos, como pistolas de juguete, pueden aumentar la agresividad en el comportamiento de los niños al normalizar la violencia como medio de resolución de conflictos. Por el contrario, juguetes como muñecos que representan emociones pueden fomentar empatía y habilidades de cuidado. No obstante, hay quienes aún consideran que los juguetes bélicos son solo una forma de juego simbólico que permite a los niños explorar temas como la estrategia o la competencia de una manera controlada.
La intensificación del conflicto armado y el asedio permanente de las FARC, los grupos paramilitares y las Fuerzas Armadas marcaron la cotidianidad del pueblo de El Salado entre 1997 y 2000. La década también vio un aumento dramático de los homicidios, los secuestros y las violaciones de los derechos humanos que hicieron de Colombia, con diferencia, una de las naciones más violenta del hemisferio.
Rubén Sabogal, entonces director del Dadis, indicó que la campaña estaba dirigida a toda la población cartagenera y para ello se contaba con centros de información y atención médica para los quemados por pólvora, pues era otra problemática que se buscaba combatir, y estaban dispuestos a dictar charlas educativas a las comunidades.

Navidad de 1998 en Cartagena
En la navidad de 1998 también eran premiadas por el Distrito las calles mejor adornadas para fin de año.
“El premio a la mejor calle adornada no pavimentada, como estimulo a la gente que exprese el sentido navideño, es que el Distrito la pavimentará, aportando el 90% del costo total de la obra y los vecinos de la misma contribuirán sólo con el 10% por participación comunitaria”, indicó la administración de ese año.
En cuanto a la disminución de las quemaduras por pólvora, para esa navidad el Distrito dispuso de un recurso humano de 63 médicos y 11 enfermeros del Servicio de Salud Obligatorio, 50 auxiliares de enfermería, 24 funcionarios de servicios generales, 9 conductores de ambulancias y un coordinador de la red de urgencias.
“Los sueños infantiles no pueden con juguetes que invoquen a la muerte, por el contrario deben inducir a la cultura de la paz y deben tener un carácter constructivo en la pesonalidad de los hombres del mañana”, mencionó el alcalde de ese entonces, Jorge Carrillo Castro.