La filipina de Yifer huele a Bogotá. Esa pieza trascendental en el vestuario de un cocinero profesional recogió, para él, esos aromas que produjo la cocción de cada plato que cocinó y probó en su viaje por la capital del país.
Huele a café, a changua, a longaniza, huele a Pacífico, a camarón, berenjena, ajo. Huele a una experiencia que abrió sus horizontes y que lo hizo pensar en el mundo de posibilidades que tiene a su alrededor, y que eso que sueña sí es posible.
La travesía que lo llevó a Bogotá primero lo mantuvo en una infancia casi nómada, incluso hoy, a sus 18 años, titubea cuando se le pregunta dónde vive: “En San Pedro Mártir, ¡ah, no!, en San Francisco, pero también viví en el sur de Bolívar”, dice con su ya característica forma de querer responder todo y hablar sin contenerse sobre su historia.
Cuando terminó el colegio quedó “en el aire”, con dificultades familiares y económicas que sumaban a su sensación de sentirse perdido, comenzó a orar por una oportunidad. Una prima un día llegó con una ruta que podía ser de ayuda: las inscripciones de la Escuela Taller Cartagena de Indias (Etcar) estaban abiertas. Se inscribió en Cocina. No pasó.
“Comencé a pedirle a Dios por una oportunidad, esa era mi única opción, no tengo plata para estudiar más, yo le decía a Dios: ajá y ¿entonces?”, estaba realmente desesperado y se sentía perdido. Pero, por suerte o destino, recibió una llamada que lo cambió todo. “Que me presentara en la Escuela a tal hora, ese día cogí un Transcaribe pero llegué tarde y no me dejaron entrar enseguida. Pero yo me quedé, esa era mi única oportunidad, no tenía más”. Lea: Abren inscripciones para estudiar gratis en la Escuela Taller
A su ritmo
Yifer quiere ser rapero, pero la cocina le ha robado el corazón. Dice que cree que el gusto por los fogones viene de su mamá, que se la pasa “inventando” o, mejor, “innovando” en la cocina. “En esta época de Navidad ella la da toda por tener sobre la mesa un plato que les encante a todos, recuerdo mucho uno que hacía con papa, crema de leche, queso, delicioso. Claro, ni de casualidad te metas en su cocina, porque te saca”, cuenta entre risas admitiendo que mucho de su personalidad viene de su sangre materna.
Pero en estos meses estudiando este oficio tradicional no solo ha aprendido de culinaria, de sabores y tradiciones, también ha reconocido algunas debilidades en las que trabaja para ser mejor, por ejemplo, escuchar. “Antes solo hablaba, creo que ahora escucho y respeto más la voz del otro”.
Experiencia Bogotá
Con la Escuela, se abrió la oportunidad de una ruta gastronómica por Bogotá, una experiencia pensada para aprendices destacados, Yifer fue uno de los 15 escogidos.
“Mi primera vez viajando en un avión, mi primera vez en un clima distinto, lo disfruté mucho, me hizo pensar en las cosas que sí son posibles y me enamoré más de la cocina”.
Una de las experiencias más significativas, donde la filipina tomó gran parte de los olores que hoy atesora, fue un intercambio de sabores con las ‘Mujeres al Fogón’, mujeres negras de todas partes de Colombia como de Palenque y el Pacífico. “Aprendí una técnica para pelar el ajo con la punta del cuchillo, fue una experiencia espectacular, mis compañeros y yo las ayudamos a preparar un delicioso arroz del Pacífico que solo se hace con la leche de coco, fue extraordinario”. Yifer postergará un par de días más el lavado de esa filipina, mientras sigue cocinando sus sueños a ritmo de sabores tradicionales de su querido Caribe.
Experiencia en Bogotá
Un grupo de 15 aprendices del Taller de Cocina de la Escuela Taller Cartagena de Indias (Etcar) vivió una experiencia enriquecedora en Bogotá, donde participó de una agenda que incluyó su participación en el XII Encuentro Nacional de Patrimonio Cultural, organizado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, y que también incluyó un recorrido por algunos de los lugares más tradicionales de la capital, así como un intercambio de saberes con cocineros y expertos de diversas regiones de Colombia.