No hay otro barrio como Getsemaní. Sus calles, plazas y callejones conservan una historia que lo hace tan auténtico como especial. El barrio de los ‘bravos leones’, el que enamora y el de la alegría permanente aún resiste frente a fenómenos tan abrasadores como la turistificación y la gentrificación.
Muchos getsemanicenses ahora solo van de “paseo” por el lugar que los vio nacer. Para muchos, el barrio les resulta extraño: ya no ven caras conocidas ni a los personajes de siempre. Algunas casas han cambiado y sus dueños ahora son extranjeros. Los que se han quedado intentan preservar la ‘vida de barrio’ en un lugar que se transforma y se consolida como una ‘marca turística’ de Cartagena de Indias.
Pese a que el fenómeno de gentifricación no es nuevo, sí alarman las cifras. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), en 2005 los habitantes permanentes de Getsemaní eran 5.306; en 2018, la cifra disminuyó a 1.185 y, de acuerdo con un censo liderado por el Observatorio del Patrimonio Cultural de la Universidad de Cartagena, en 2023 la cifra de habitantes permanentes es de 481. Lea: Getsemaní: el primer barrio de Cartagena, así fue su evolución

En medio de este panorama, un grupo de ciudadanos de diferentes organizaciones trabajó en la iniciativa ‘Vida de Barrio de Getsemaní, Cartagena de Indias’, que fue presentada ante el Consejo Nacional de Patrimonio para salvaguardar el carácter cultural del barrio y fue avalada en diciembre de 2020 como patrimonio cultural inmaterial de la Nación. Lea: El reto de la ‘Vida de barrio de Getsemaní’ será ahora construir el PES
“Getsemaní siempre ha sido un pionero, siempre hemos tenido hechos reivindicativos y es un barrio de resistencia. Tenemos derecho a la ciudad y a seguir viviendo aquí, los intrusos no somos nosotros, tenemos derecho a que los predios no sean calificados como comerciales, que los impuestos sean especiales para que la gente pueda mantener sus casas (...)”, reflexionó en su momento Miguel Caballero, getsemanicense y uno de los promotores de esta iniciativa.

Detalles del proyecto “La resistencia de Getsemaní”
El pasado 17 de noviembre, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC), órgano encargado de asesorar al Ministerio de Cultura cuanto a la salvaguardia, protección y manejo del patrimonio cultural material e inmaterial de la Nación, sesionó y aprobó la implantación arquitectónica del proyecto de repoblamiento ‘La Resistencia de Getsemaní’, que busca, a través de un modelo de gobernanza asociativa, ofrecer viviendas de interés cultural a las y los getsemaniceses que han tenido que emigrar del barrio por la presión gentrificadora que vive la ciudad. Lea: La historia que canta Getsemaní
Pero, ¿en qué consiste el proyecto? y ¿cuándo se pondrá en marcha? Son interrogantes que resuelven, en diálogo con Facetas, la viceministra de los Patrimonios, las Memorias y Gobernanza Cultural, Saia Vergara, y Javier Pimienta, gerente general de Inversiones Inmobiliarias LR S. A. S., compañía que lidera el proyecto.
Para Saia Vergara la sola idea de que el getsemanicense puede retornar a su barrio es un hecho significativo en medio de la gentrificación y la turistificación. “Este proyecto propone el repoblamiento de Getsemaní. Es una iniciativa de vivienda comunitaria que también incluye espacios culturales y comerciales (como una sala de danza, galerías y tiendas de artesanías), con el objetivo de rescatar la memoria ancestral de este barrio a través de los oficios. Además, ha dado lugar a la creación de una asociación que será liderada por los propios vecinos, por gente de la comunidad, y desde allí se establecerán las reglas y las formas de habitar ese espacio. Este proyecto se vincula también con el PES, el Plan de Salvaguarda ‘Vida de Barrio de Getsemaní, Cartagena de Indias’, que busca preservar los valores culturales de la vida barrial. Adopta todas las investigaciones, diagnósticos y conclusiones de este documento, e invita al Centro Gabo a formar parte de la iniciativa, lo cual es de gran importancia”.

Por su parte, Javier Pimienta dejó claro que fueron varias las premisas que se socializaron con los líderes de la comunidad en la construcción de este proyecto. “Primero, que debía ser un proyecto sostenible y financiable; segundo, que fuese participativo, es decir, que el proyecto surgiera de la comunidad y fuera para la comunidad; y tercero, que fuera sostenible a largo plazo, es decir, que no fuera un proyecto para cinco años, sino que pudiera mantenerse en el tiempo”.
Explicó que la base del proyecto apunta a preservar no solo el patrimonio urbano sino el tejido social. “El valor histórico y patrimonial del barrio es único. Y este proyecto es un sueño que tenía la comunidad de poder permanecer o de buscar la manera de desarrollar un proyecto de vivienda de interés cultural y pues yo puse a disposición de ellos mi experiencia y capacidades en esta iniciativa”.
De acuerdo con el experto, el modelo asociativo es ampliamente utilizado en Europa, especialmente en Suiza y en los países nórdicos. Y también se han implementado proyectos similares en Latinoamérica, en países como Uruguay y El Salvador. “Básicamente, se trata de adaptar el modelo asociativo, cuya premisa consiste en desmercantilizar la vivienda. Es decir, dejar de considerarla un objeto que se transa en el mercado para convertirla en un derecho. Una familia no es la propietaria del inmueble, sino que tiene el derecho perpetuo de ocupar un espacio bajo condiciones muy claras”.
El proyecto ‘La Resistencia de Getsemaní’ se ubicará en el lote de la antigua Jabonería Lemaitre, que actualmente alberga el parqueadero del centro comercial Getsemaní. Se estiman alrededor de 180 unidades habitacionales.
Censo y caracterización, un paso clave
El proyecto ‘La Resistencia de Getsemaní’ debe surtir una serie de etapas, entre ellas, un censo y caracterización de la población objetivo que está realizando el Instituto de Política Pública Regional y de Gobierno de la Universidad de Cartagena (IPREG).
El proceso está en marcha y ha permitido los primeros acercamientos con muchos habitantes y residentes en Getsemaní. Se proyecta que esta fase se cumpla en cuatro meses. En 2025 se lanzará la convocatoria para las familias que se quieran postular. Lo importante es que la mayor cantidad de personas de la diáspora getsemanicense participen del proceso.