Hace más de treinta años fue sembrada en Bucaramanga la primera semilla que años más tarde dio como fruto Niños de Papel, la entidad sin ánimo de lucro que durante varias décadas ha rescatado a niños y jóvenes con riesgo psicosocial. Para entonces, el sacerdote español Manuel Jiménez Tejerizo, más conocido como padre Manolo, era párroco de una iglesia y con la ayuda de un grupo de feligreses repartía porciones de comida a los niños necesitados. Recuerda con detalle cómo los niños corrían hacia él buscando un plato de comida y cómo regresaban agradecidos, lo cual lo impulsó a querer ayudar con más fuerza y recursos.
Fue así como años más tarde nació la Asociación Niños de Papel, pues para el padre Manolo no bastaba con saciar el hambre, sino que reconoció el riesgo en el que se encontraban los menores, quienes en ocasiones recurrían al consumo de sustancias psicoactivas. “El problema radicaba en que, al experimentar el abandono, los niños recurrían a las drogas como una forma de escapar del dolor”. Por ello, se especializaron en farmacodependencia y comenzaron a involucrar al círculo familiar en el proceso de recuperación de cada uno.
El sacerdote recuerda que un punto clave en la historia de esta asociación fue el reconocer que ni siquiera especialidades como la psiquiatría podrían abarcar todos los factores porque de nada servía que un menor tomara medicamentos si la parte emocional estaba afectada. Fue ahí donde crearon una comunidad terapéutica conformada por profesionales de distintas áreas capacitados para intervenir.
Porque el papel es de todos los colores, hay unos que los usan para otras cosas y quedan arrugados como los niños cuando están completamente deshabilitados y nosotros los rehabilitamos para la vida”.
Padre Manolo.
“Fue ahí cuando la comunidad valenciana conoció el proyecto y decidió financiarlo en Cartagena”, cuenta el sacerdote. Explica que Niños de Papel en Cartagena está financiada de manera parcial por la Generalitat Valenciana y con las donaciones de benefactores, quienes contribuyen a sostener el trabajo del equipo. Lea también: Niños de Papel, galardonada por su trabajo en la prevención de drogas
“Dejad que los niños vengan a mí”
En la cita bíblica Marcos 10,14 se retrata una de las escenas más conmovedoras de todo el Nuevo Testamento. En ella, Jesús invita a los mayores a dejar que los niños se acerquen a él porque tienen un alma pura: “Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como estos es el Reino de Dios”. ¿Pero qué pasa cuando esos niños caen en las drogas, en la explotación sexual, en la depresión?
Para el sacerdote católico, el problema no está en los síntomas, sino en la raíz que permanece oculta. Por ejemplo, cuando un joven se quita la vida, la respuesta está en sus silencios, en las veces en las que guardó el dolor y lo ocultó de los demás. “Nosotros trabajamos el eslogan ‘Su silencio habla, escúchale’. Ese niño que desde hace meses ha perdido el sentido sube al balcón y se va”. Para el padre Manolo es necesario rodear al menor desde diferentes áreas y darle el soporte que necesita.
“Nosotros lo que hacemos es atender a ese niño, pero no atendemos únicamente la emergencia con un psiquiatra, nosotros tenemos otro modelo distinto, abordamos su problema con una red interna”, explica el sacerdote español que todavía recuerda el rostro del primer menor al que ayudó y que hoy en día trabaja como profesor en una prestigiosa universidad del país. Lea también: Asociación Niños de Papel trabaja en la prevención del suicidio
De acuerdo con el padre Manolo, en el 90% de los menores que son atendidos en la IPS “sean del estrato que sean, el problema real es la familia”. “Entran niños maltratados, abusados sexualmente, que consumen drogas silenciosamente porque un niño puede estar consumiendo durante tres años y sus papás no se dan cuenta”. Lamenta que en estos casos, cuando un padre se da cuenta de que su hijo ha caído en el consumo de sustancias, ya ha sido afectado a nivel neuronal. Es por esto que han llevado adelante el programa ‘Conectados con la familia’, que busca llevar conciencia a las escuelas sobre la importancia de estar presentes en el crecimiento de los niños y niñas y en la escucha atenta de sus necesidades no solo materiales sino emocionales.
“Los niños son de papel”
El presbítero recuerda que en Bucaramanga tenía un taller de reciclaje en el que transformaban los residuos de piñas en papel y lo vendían para obtener recursos para el proyecto que aún no tenía nombre. “Así nació Niños de Papel, porque el papel es de todos los colores, hay unos que los usan para otras cosas y quedan arrugados como los niños cuando están completamente deshabilitados y nosotros los rehabilitamos para la vida”, comenta. Lea también: La Asociación Niños de Papel fue certificada con ISO
En años anteriores, Niños de Papel lograba rehabilitar a un 30-40% de los niños que eran recibidos, pero hoy esa cifra supera el 75%, un número que hace muy feliz al equipo detrás del proyecto que cada día pone el corazón al servicio de los niños y niñas de Cartagena de Indias.
De acuerdo con el padre, la clave del éxito de la organización está en no estigmatizar a quienes vienen buscando ayuda, sino entender que cada uno tiene una historia sobre sus espaldas y que también ha sido víctima; incluso aquellos que cometen delitos sexuales han vivido una vida cargada de abusos.
Una vida de servicio
Manuel Jiménez Tejerizo nació en Madrid, España, durante los años de la posguerra. Su historia comenzó cuando su madre, hija de un hacendado español se enamoró del hijo de un maestro, que, entre otras cosas, iba a ser cura. De pequeño era un niño travieso, razón por la que cambiaba con frecuencia de colegio: los profesores no lo soportaban y optaban por echarlo. Recuerda que siempre fue muy activo, una cualidad que lo acompaña hasta el día de hoy. A sus 78 años el sacerdote disfruta cocinar y conducir a sitios lejanos. “La gente me dice: ‘Padre, ¿le ponemos un chofer?’. ¡¿Qué chófer ni qué coño?! ¡Si yo todavía puedo!”.
En cifras
Niños de Papel ha ampliado su cobertura y hoy está presente en Bucaramanga, Montería y Cúcuta, así como en municipios cercanos a estas ciudades. En Bolívar han prestado sus servicios en Turbaco, Arjona, Calamar, El Carmen de Bolívar, Bayunca, Pontezuela, Pasacaballos y Puerto Rey. En el año 2023 impactaron a 34,269 usuarios, lo que representa un incremento del 93% comparado con 2022.
En términos de hospitalización fueron ingresados 2653 pacientes entre niños, niñas, jóvenes y adolescentes, de los cuales 609 recibieron servicios de tratamiento y rehabilitación. Este 2024, Niños de Papel fue seleccionado para conformar la Caja de Herramientas del Ministerio de Salud y Protección Social de iniciativas de Cultura de la Seguridad Social por el proyecto ‘Conectados con las escuelas’, un logro que para ellos representa el reconocimiento al trabajo que durante tres décadas han hecho teniendo como centro a la niñez colombiana.