En los últimos años, la deserción escolar en Colombia ha aumentado considerablemente. Según el reciente informe del Programa Nacional de Educación para la Paz, la mitad de los niños y niñas del país no terminará la educación media. Las causas de este fenómeno son múltiples y complejas, destacándose las carencias económicas, la falta de apoyo familiar, el bajo rendimiento escolar y factores emocionales y sociales.
El informe destaca que el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y el centro independiente de investigación económica y social, Fedesarrollo, coinciden en que la mitad de los niños que inician la vida escolar no la culminarán con éxito. Le puede interesar: Distrito anuncia millonaria inversión en educación para el 2025
La conexión entre educación y violencia
El vínculo entre la falta de educación y la violencia es claro. Según datos de Medicina Legal, el 95% de las víctimas de homicidio en Colombia y el 82% de las víctimas de violencia interpersonal tienen un nivel educativo máximo de bachillerato; de estos, un porcentaje significativo no terminó ni siquiera la primaria.

En contraste, el informe de Educapaz revela que las personas con educación universitaria representan menos del 1% de las víctimas de violencia. Claudia Toro, directora ejecutiva de Educapaz, enfatizó: “Los niños, niñas y adolescentes que permanecen en la escuela tienen mayor capacidad de construir proyectos de vida no violentos. Garantizar trayectorias educativas completas es un factor protector frente a contextos de violencia”.
La pobreza como barrera educativa
La pobreza sigue siendo un obstáculo importante para acceder a la educación. El informe señala que en el país, el 33% de las personas viven en pobreza monetaria, y el 11% en pobreza monetaria extrema, lo que quiere decir que consiguen el mínimo requerido calórico, diario para subsistir.
En el departamento de Bolívar, el DANE reporta que el 62,83% de los bebés nacidos en 2022 tienen madres cuyo grado máximo de educación es el bachillerato. Esto perpetúa un círculo de limitaciones que reducen las oportunidades de crecimiento profesional y el bienestar económico.
En Cartagena, el 26,7% de los jóvenes entre 14 y 28 años no estudiaban ni trabajaban para el año 2021. Esto contrasta con los 177.129 estudiantes matriculados actualmente en el sistema público local.
Sobre las cifras de deserción escolar en el Distrito, se espera que la Secretaría de Educación ofrezca un balance general a mediados de diciembre. Lea también: Sededucación rindió informe al Concejo sobre deserción escolar en el Distrito

El rol del bienestar emocional
El aprendizaje no puede separarse del bienestar emocional. Según las pruebas del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA), solo el 24% de los estudiantes colombianos informaron que alguien en su escuela les preguntaba diariamente cómo se sentían.
Al respecto, la también socióloga, Claudia Toro, expresó: “Contar con una institución que te rodea, que está pendiente no solo de lo que aprendes, sino de cómo estás, es fundamental. No podemos separar el aprendizaje del estado socioemocional, sino se piensan en conjunto, estamos equivocándonos.”
Bolívar y las estadísticas de deserción
El promedio de escolaridad en Bolívar para personas entre 25 y 35 años es de 10,6 años, lo que indica que la mayoría no completó su educación secundaria. Estos datos locales corroboran el diagnóstico nacional, haciendo prioritario atender la situación que se plantea.
Según los promedios del Ministerio de Educación, cada año 6 de cada 100 estudiantes deben repetir el año por no alcanzar los logros educativos; las deserción intra o inter-anual separa a 8 de cada 100 de las aulas y 2 de esos 100, las abandonarán por completo. Actualmente, hay 216.444 niños, niñas y adolescentes matriculados en el departamento.

Las tres A de la educación que se necesita
Para abordar esta crisis, la directora de Educapaz propone una oferta educativa basada en las “tres A”:
- Accesible: que los niños y niñas lleguen a la escuela de manera segura.
- Aceptable: que la educación sea integral y de calidad en docentes e infraestructura.
- Adaptable: que responde al contexto cultural y territorial de cada comunidad.
“Es necesario que como sociedad nos involucremos para asumir los retos que implica garantizar las trayectorias educativas completas, que edifiquemos instituciones educativas protectoras, que se ocupen también de las emociones y promuevan la resiliencia, la cultura y la vinculación genuina a los territorios”, concluyó.