Cada 1 de noviembre, en una calle del barrio Chile, un grupo de amigos se reunía para celebrar “Ángeles Somos”. Shaily traía la olla, July la tapa, Wilder el palote, y Argenedith, su mejor energía para ir de casa en casa recogiendo insumos para un sancocho que luego disfrutaban bajo la sombra de un palo de mango.
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Hablar de “Ángeles Somos” es evocar aquellas escenas que marcaron la infancia de muchos cartageneros y cartageneras: niños y niñas armados con ollas, baldes y tapas pidiendo carne, verduras y ñame, acompañados del cántico que empieza: “Tintililillo, tintililillo, cinco pesos pa’ mi bolsillo”. Esta celebración, que se realiza después de la noche de Halloween, tiene una historia que vale la pena conocer y recordar.
En diálogo con El Universal, Rosa Díaz de Paniagua, socióloga y economista, destaca que esta bella tradición tiene sus orígenes en tiempos previos a la colonia. “En el análisis e investigación histórica que realizamos, descubrimos que nuestros antepasados indígenas celebraban en agosto un ritual simbólico que representaba el encuentro de los niños vivos con los niños muertos. De hecho, en la ruta étnica de San Antonio de Palmito (Sucre), encontramos un cabildo que celebra el “Ángeles Somos” de manera similar. En 1554, los Franciscanos llegaron a Getsemaní y hacen la obra Pía, que es la obra para los niños expósitos y ellos traen la utopía de San Francisco de Asís que se basa fundamentalmente en el trabajo con los niños y el cuidado de la casa común. Desde ese momento se empieza a celebrar esta tradición y se traslada al 1 de noviembre que es el ‘Día de Todos los Santos’. Lea: Ángeles Somos: el renacer de un patrimonio en Cartagena
La socióloga Rosa Díaz, quien junto a su esposo, Raúl Paniagua, lidera el rescate de esta tradición en la ciudad, explica también que los famosos cánticos que niños y jóvenes entonan mientras van de casa en casa pidiendo ingredientes para el sancocho fueron aportados por esta congregación. “Ellos fomentaron la confraternidad y aportaron muchos de los estribillos. Por ejemplo, el que dice: ‘Aguardiente y vino para Marcelino, aguardiente y ron para Marcelón’, simbolizaba cómo sanaban a los niños con aguardiente y vino, y a los adultos (marcelones) con ese ron compuesto que aún usamos”.
Lo más sorprendente de esta historia es que la celebración de “Ángeles Somos” no se limita a Cartagena de Indias, sino que también se extiende a varios municipios de Bolívar. “Hay 17 municipios en Bolívar que celebran Ángeles Somos”, subraya Rosa Díaz.
Esta celebración, que culmina con una olla de sancocho llena de los aportes de vecinos y habitantes del barrio, es un ejemplo vivo de solidaridad y comunidad. “El compartir en esta tradición no es caridad; es solidaridad. Es ofrecer lo que cada uno tiene”, agrega Díaz. Lea: Ángeles Somos: una fiesta solidaria que no debemos olvidar
En la Lista Representativa del Patrimonio
El 31 de marzo de 2023 esta celebración fue incluida en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial, un conjunto de manifestaciones relevantes de Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI), que son incorporadas a un catálogo especial mediante acto administrativo de la autoridad competente (Ministerio de Cultura, gobernaciones, alcaldías, autoridades indígenas o de consejos comunitarios afrocolombianos).
Para alcanzar este reconocimiento, los gestores de este proceso elaboraron el Plan Especial de Salvaguardia (PES), como un acuerdo social construido de manera participativa con el objetivo de desarrollar un plan de trabajo para asegurar su salvaguarda. Lea: ¿Qué hay detrás de la celebración de Ángeles Somos?
“Ángeles Somos fomenta una serie de valores. Cuando los niños se reúnen para decidir quiénes participarán, quién llevará la olla, quién el palote y qué adulto se encargará de hacer el sancocho, se desarrolla un proceso completo de planeación, participación, colaboración y, lo más importante, solidaridad. Además, a través de los estribillos, los niños aprenden a ser agradecidos -’Esta casa es de arroz, donde vive el niño Dios’- y también experimentan la sanción social: ‘Esta casa es de ají, donde viven los cují’,” explica Raúl Paniagua.
Ángeles Somos es una tradición lúdica y festiva que debe permanecer siempre en Cartagena de Indias y en las nuevas generaciones.