El pasado 16 de julio, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) presentó las cifras de pobreza monetaria en el país, es decir, aquella población que no cuenta con los ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas.
En Cartagena, se estableció una línea de pobreza de $473.838, que serían los ingresos mensuales mínimos que debería tener una persona para solventar aspectos como alimentación, vivienda y otros artículos de primera necesidad.
De esta manera, los resultados indican que en 2023 había 388 mil personas (41,1%) cuyos ingresos eran inferiores a esta cifra. Esto representa una reducción en comparación al 2022, cuando se trataba de 408 mil personas (43,6%). Así las cosas, se puede decir que un año, unos 20 mil cartageneros vencieron la pobreza.
Sin embargo, al evaluar los resultados de miseria las cifras no son tan alentadoras. Según el Dane, aquellas personas con ingresos inferiores a $221.105 están en condiciones de pobreza extrema, pues esto apenas alcanza para cubrir la alimentación.
Las cifras indican que del total de pobres en Cartagena, unas 124 mil personas (13,1%) viven en la miseria. Esto representa un incremento en comparación al 2022, cuando se trataba de 119 mil personas (12,7%). De esta manera, unos 5 mil habitantes cayeron en esta condición.
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¿Cómo interpretar los resultados?
Eliana Salas, directora del programa Cartagena Cómo Vamos, explica que los resultados del Dane muestran dos fenómenos en la ciudad.
“Lo que se vio en Cartagena fueron dos movimientos de la población en condición de pobreza monetaria: uno positivo, con personas que superaron la línea y dejaron de ser pobres, y otro negativo, con personas que agudizaron la situación de pobreza en la que se encuentran, con un deterioro de sus ingresos”, dice.
Esto puede tener varias explicaciones. Según Salas, la superación de la pobreza por parte de 20 mil personas en la ciudad puede deberse a la recuperación del tejido empresarial en Cartagena.
“A esto se suman los cambios en los sectores que más empleo generan, como las actividades profesionales, científicas, técnicas, y de servicios administrativos que duplicaron el total de puestos de trabajos generados”, aseguró.
De igual forma, Dewin Pérez, economista e investigador del Observatorio de Mercado Laboral de Cartagena, manifestó que lo más probable es que estas personas pasaran de actividades de rebusque a la formalidad.
“Esto les permite mejores condiciones laborales y mejores ingresos con las debidas prestaciones sociales, lo cual, unido a un incremento del salario mínimo por encima de la inflación, conlleva a que sus ingresos superen la línea de pobreza”, dijo.
Por otro lado, afirma que el aumento de la pobreza extrema puede deberse al desempeño que tuvo el mercado laboral, la reducción de las ayudas del Estado y el poco impacto que tienen en las familias.
“El desempeño del mercado laboral en 2023 fue particularmente malo, la única excepción fue la recomposición de la estructura del empleo a favor de la formalidad, que permitió impactar la pobreza, pero más allá de eso, bajó el nivel, incluso en las actividades de rebusque o autoempleo de baja productividad, donde generalmente laboran las personas en situación de pobreza extrema”, expresó Pérez.
Así mismo dijo que es importante considerar que tras el fin de la emergencia sanitaria por COVID-19, se redujeron los programas de transferencias monetarias. “Esto sin tener en cuenta que mucha gente en Colombia, y en este caso en Cartagena, no han podido superar la crisis socioeconómica porque no han podido vincularse a la dinámica productiva a través del empleo o la provisión de bienes y servicios que les aseguren la generación de ingresos”, añadió el experto.
¿Qué hacer?
Frente a estos resultados, desde Cartagena Cómo Vamos indicaron que es necesario adelantar estrategias que permitan aumentar la generación de puestos de trabajo formales a través de más y mejor inversión pública. “Además, es necesario poner en valor los espacios de articulación con el sector privado y la academia, para identificar las necesidades de mano de obra local y su formación”, dijo su directora, Eliana Salas.
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En este sentido, agregó que aunque la pobreza monetaria es determinada por el nivel de ingresos de la población, también es necesario invertir en la calidad de vida de los ciudadanos mediante educación, salud, vivienda y acceso a servicios públicos.
En esto coincide con el economista Dewin Pérez, que sugiere enfocar los esfuerzos en la generación de empleo decente mediante el crecimiento económico y el fortalecimiento de los encadenamientos productivos.
“Para una economía como la cartagenera, cuya dinámica productiva está impulsada por sectores intensivos en capital, no basta el simple crecimiento. Este debe ir acompañado por esfuerzos importantes en encadenamientos productivos, para que la dinámica de las industrias intensivas en capital pueda incidir sobre el empleo”, manifestó.
De igual forma, expresó que debe haber una revisión en las ayudas gubernamentales, especialmente en términos de cobertura, focalización y el uso que le dan las familias a los recursos recibidos.
“Es imperativo que la ciudad diseñe y ejecute un programa de una Canasta Básica de Emergencia, con enfoque de género, para atender el hambre entre los hogares más empobrecidos de la ciudad, mientras las medidas adoptadas para la generación de empleo productivo dan los resultados esperados”, concluyó.
Las estrategias de la Alcaldía
En el Plan de Desarrollo 2024-2027 quedó consignada la meta de reducir la pobreza extrema en Cartagena a un 8%. Para esto, desde la Secretaría de Planeación destacaron cuatro acciones:
1. Incremento de recursos para los programas de superación de pobreza extrema y lucha contra el hambre.
2. Fortalecimiento de programas de mejoramientos de vivienda, educación, salud y cobertura de saneamiento básico con énfasis en hogares de jefatura femenina y grupos étnicos.
3. Estrategias de desarrollo económico equitativo, enfocadas en la generación de empleo, economía popular, emprendimiento, diversificación económica, transformación productiva y formación para el trabajo.
4. Inversión pública en infraestructura para la generación de empleos formales.